Hace 50 años: "La iglesia de San Antonio de Cádiz será derribada y se construirá una nueva"

Historias de Cádiz

En 1971 se presentó un polémico proyecto ‘futurista’ del templo que se tumbó al ser considerado un "adefesio"

La iglesia de San Antonio será derribada y se construirá una nueva
La iglesia de San Antonio será derribada y se construirá una nueva / D.C.

La polémica estaba servida. Hace 50 años, la iglesia convocó a los feligreses de la antigua parroquia de San Antonio para que expusieran su criterio sobre el futuro del templo, cerrado al culto y con evidente peligro de hundimiento.

La demolición de la iglesia de San Antonio quedó acordada en un acto público celebrado en el Colegio de Médicos, según la convocatoria que se hizo a todos los feligreses de la parroquia.

El párroco de San Antonio en 1971, el padre Serrano, ante la situación que atravesaba el templo, dijo que no había más remedio que tomar una “medida drástica”. Recordó la cifra de 130.000 pesetas que, “cada año, hay que abonar por la última rehabilitación de las torres”.

El arquitecto José Luis Suárez Cantero expuso las posibles soluciones que se podían adoptar, solicitando una toma de conciencia ante los problemas más urgentes. La iglesia presentaba defectos de tipo estructural desde su construcción. En una última inspección se localizaron separaciones sensibles en las vigas de madera de la nave central, estando podrido el maderamen y una grieta en la bóveda central de signo alarmante. Esto motivó el cierre del templo.

La oposición se centraba en el valor histórico de la iglesia y en el sentimiento popular.

Las razones económicas y una mayor capacidad de fieles eran las principales razones que se imponían para el derribo de la iglesia de San Antonio. Reestructurar sólo las torres equivalía a 1.650.000 pesetas. Según el anteproyecto, derribando las torres se llegaría a una capacidad de 620 personas. En este caso, el coste de la construcción resultaría casi un millón de pesetas más económico que conservándolas.

Imagen de la iglesia de San Antonio de mediados del siglo XIX
Imagen de la iglesia de San Antonio de mediados del siglo XIX / D.C.

En el coloquio se solicitaron algunos datos y aclaraciones. “Lo práctico es la demolición total”. “Se puede vender eses solar al Ministerio de Educación”. Después de algunas discusiones se efectuó una votación. Se votó por mayoría la demolición de la iglesia y la venta de los 460 metros cuadrados del solar, que ayudarían a costear la futura iglesia. En la reunión hubo algunas desavenencias: “La parroquia de San Antonio tiene 9.000 almas, y en este acto somos 120 personas. ¿Qué piensa el resto?”, destacó un asistente.

A la salida, alguien comentó que con dos reuniones de este tipo se daría solución rápida a la Catedral y al Oratorio de San Felipe Neri.

Días más tarde fue presentado el anteproyecto de la nueva iglesia con criterios modernos. La memoria del anteproyecto exponía las funciones que la nueva parroquia iba a ofrecer. Una principal dedicada al culto y otras secundarias que incluían servicios administrativos, salones parroquiales y para las cofradías de penitencia y viviendas para sacerdotes.

La oposición popular y personas como Benito Cuesta y Adolfo Vila Valencia, que remitieron cartas de protestas a través de nuestro Diario señalando la “barbaridad” que supone derribar San Antonio y sustituirla por un edificio que no guarda relación con el casco antiguo de la ciudad.

Al final, y afortunadamente, la Real Academia de la Historia terció en la polémica para calificar el proyecto como “adefesio” y pidiendo a la Dirección General de Bellas Artes la paralización, del proyecto. El escrito decía: “Esta Real Corporación ha conocido el proyecto de sustituir la actual iglesia de San Antonio, tan típica, armónica y señorial, por un adefesio que nos mueve a elevar a V.S.I la despiadada crítica y la justa indignación que inspira, en la seguridad de que esa dirección general podrá hacer abortar tan disparatado proyecto arquitectónico”.

Con una sola torre

Cuenta Bartolomé Llompart, que los primeros días del Movimiento Nacional, todas las calles de Cádiz fueron cambiando sus nombres anteriores por otros de personas e instituciones afectas al nuevo régimen; y quienes los citaban tenían buen cuidado de no equivocarse, rectificando inmediatamente y al paso, cualquier lapsus en este sentido. Se dice que el campeonato de estas rectificaciones se lo llevó un buen cura que celoso cuidador de los nuevos nombres, al rezar el Santo Rosario en sus Misterios Dolorosos, decía: —Cuarto Misterio: Jesús marcha con su Cruz a cuestas, por la calle de la Amargura, hoy del General Queipo de Llano...

Algo así ocurría con la vieja plaza de San Antonio, muchos años también llamada de José Antonio Primo de Rivera, que fue popularmente sustituida por el del santo titular de la parroquia que la identifica y que se reproduce en esta antigua foto de mediados del siglo XIX, cuando aún la iglesia no tenia más que una sola torre -que daba nombre a la calle— y en su centro se alzaba la estatua de Lucio Cornelio Balbo el Menor erigida con motivo de una reforma que le fue practicada siendo alcalde de Cádiz Adolfo de Castro que la dotó de bancos y de unas bellas estatuas representando las estaciones que hoy se conservan en la plaza de Mina.

La plaza de San Antonio fue el más profuso escenario de la historia gaditana y centro de su vida ciudadana hasta el punto de que la numeración de todas las calles irradian de ella hacia el exterior. Es como si dijésemos, el número cero de todas las calles de Cádiz.

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