La inseguridad es provisional
L Transporte público
Turismos, taxis y pasajeros circulaban por detrás de los autobuses de la nueva estación de la capital gaditana, que funcionará dos años y medio · Comes asegura que los problemas se están solucionando
La empresa Comes no hace un balance del todo satisfactorio del primer día de funcionamiento, casi al cien por cien, de la estación provisional de autobuses. Peor es la valoración del comité, y la más optimista, la del Ayuntamiento de Cádiz. Mientras que Comes y gobierno local insisten en la provisionalidad de la instalación y en la coordinación existente para solucionar los problemas, los representantes de los trabajadores creen que podrían haberse previsto bastante antes.
Esta estación, que ocupa unos 5.000 metros cuadrados de terrenos ferroviarios, comenzó a funcionar el 21 de abril con los autobuses de Puerto Real, Chiclana y los vehículos de Los Amarillos. Inicialmente estaba previsto que a principio de mayo se hubieran mudado allí todos los servicios de Comes, pero finalmente el cambio no se ha efectuado hasta ayer.
Los autobuses seguirán allí hasta que terminen las obras de la ampliación del aparcamiento privado de Canalejas -que son las que han provocado el traslado para evitar el paso diario de 220 vehículos por el desvío provisional- y las del estacionamiento de la Hispanidad, que aún no se han iniciado: en total, unos dos años y medio, según calcula el teniente de alcaldesa José Blas Fernández.
La primera apertura ya provocó las protestas de los usuarios: no había señalización, ni un banco para sentarse, ni servicios, ni nada más que una acera y la sombra de la antigua marquesina del tren. Ya hay bancos, paneles informativos y, por último, han empezado a funcionar los aseos y las taquillas en unas caracolas, aunque habrá que esperar aún unos días para tomarse un café en la estación de autobuses.
Pero esto no es lo que preocupaba ayer a los miembros del comité de empresa Antonio Jiménez y Jesús Jurado, que estaban en las instalaciones desde primera hora de la mañana para comprobar su entrada en funcionamiento y se encontraron con "una locura, una auténtica locura", asegura Jiménez. El primer motivo de queja es la seguridad. Turismos, taxis y viandantes circulaban por detrás de los autobuses, en el espacio de la dársena, expuestos a ser arrollados por alguno a su salida.
Lo de los taxis se solventó sobre la marcha, y a media mañana la parada se había trasladado unos metros e informado a los taxistas de que no podrían ir hasta la puerta de la estación de Renfe. Lo de los turismos se intentó arreglar con la vigilancia de una pareja de agentes de la Policía Local... a los que se les escapó al menos uno, que cruzó la dársena tranquilamente para cambiar de sentido sobre el mediodía. Según el comité, los policías habían llegado horas después de que ellos alertaran del riesgo existente.
El de los peatones es otro problema de seguridad: los pasajeros bajan de los vehículos por la puerta trasera y tienden a caminar por detrás de los autobuses estacionados en lugar de dirigirse al arcén andando junto al autobús que acaban de abandonar. Los peatones, cuando están justamente detrás del autobús, no pueden ser vistos por el conductor, por lo que los representantes de los trabajadores temen que se produzcan accidentes.
Tanto el Ayuntamiento como Transportes Generales Comes atribuyen esto a la falta de costumbre. El acceso para vehículos está prohibido expresamente por la señalización, indican. Además, precisa Fernández, la Policía Local que está habitualmente en plaza de Sevilla y Ayuntamiento se acercarán para controlar la seguridad. Para Comes, el paso de vehículos ajenos al servicio por la dársena ha supuesto el "principal problema" de esta primera jornada.
También el comportamiento de los viajeros se explica por esa misma falta de costumbre, indica el director de explotación de Comes, Antonio Varo. "El público esta despistado, no saben dónde ir, pero eso se arreglará en unos días", indica, y añade que un inspector estuvo informando a la gente.
Los trabajadores hacen recuento de más fallos, desde la falta de señalización de cada andén, que despista al usuario -cuentan que un cliente estuvo dando vueltas desesperado porque nadie era capaz de decirle dónde encontrar el autobús hacia Sevilla- y que "falta control", por lo que cada conductor aparca en el mejor sitio de que encuentra. La llegada de nuevos servicios ha provocado, lógicamente, una mayor afluencia de pasajeros, que se agolpan en los andenes impidiendo el paso.
Estos temas son solventables y se arreglarán: habrá más señalización y también más espacio porque se eliminará el vallado existente actualmente en la marquesina.
Ayuntamiento y Comes hablan de "coordinación" y una buena disposición a la hora de realizar todos los cambios necesarios para que el equipamiento funcione con normalidad en los próximos días. A pesar de que la parada de taxis se cambió de sitio a lo largo de la mañana, José Blas Fernández niega que haya habido falta de previsión, sino una "coordinación" que demuestra, a su juicio, que el desplazamiento se consensuara entre taxistas y el jefe municipal de Tráfico.
El edil señala que Comes dispone de mucho más espacio aquí que en la antigua estación, unos 5.000 metros frente a los 1.500 de la plaza de España, que la nueva ubicación permite mejores conexiones (con autobuses urbanos, catamarán y el tren), e insiste en que se trata de una instalación que tiene un carácter provisional. También destaca esa provisionalidad Varo: "no es una estación de autobuses" al uso, indica.
Otro problema para los usuarios es que al no haber bordillo junto a las puertas de los autobuses y al existir una especie de desnivel en el terreno, sobre todo en la parte más alejada de la plaza de Sevilla, el escalón de acceso al autobús queda muy alto, quizás demasiado para una persona que tenga problemas de movilidad. Hasta medio metro en el peor caso, dice el comité.
Antonio Varo y José Blas Fernández quitan importancia al tema. Dicen que el acceso a los autobuses se acomoda a las características de las paradas en el resto de poblaciones de la provincia, por lo que esta incomodidad no es, ni mucho menos, exclusiva de la capital gaditana sino de cualquier parada con desnivel o el bordillo alejado.
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