Tribuna Económica
Carmen Pérez
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Medio siglo de trabajo fotográfico da para mucho. Cincuenta años en la primera línea informativa con una cámara a cuestas permiten disponer de un tesoro muy valioso. Así, con años de oficio fundamentalmente en Diario de Cádiz, ha ido acumulando Joaquín Hernández Conde, Kiki, una amplísima colección de fotografías que retratan con enorme fidelidad la historia gaditana del último medio siglo, de Cádiz capital sobre todo pero también de su provincia. La cifra asusta: Kiki posee algo más de un millón y cuarto de fotografías ya digitalizadas y documentadas. Y de ahí nace el último libro de este inquieto fotógrafo nacido en el barrio del Balón y que ha sido testigo privilegiado, que para eso sirve la primera fila, de los hechos más significativos de un rico periodo histórico. Memoria de un fotógrafo es el título de este volumen que ofrece en sus 335 páginas un total de 490 fotografías que despertarán los recuerdos de miles de gaditanos, los de más edad, y que descubrirá una realidad inimaginable a otros tantos, los más jóvenes: "Creo que hay mucha gente que se va a ver reflejado en estas imágenes", dice el fotógrafo.
Cuenta Kiki (Cádiz, 1957) que supo que quería ser fotógrafo cuando aún era un niño, a fuerza de ver las imágenes de su propia familia que su madre guardaba en una vieja caja de carne de membrillo. Aquellas estampas familiares, de algunas personas que conocía y de otras que nunca vio pero que quedaron para siempre grabadas en su memoria personal, alimentaron el interés y el deseo de ser él mismo quien, con una cámara que lógicamente aún no tenía, inmortalizara a las personas de su alrededor más cercano.
Y así fue haciendo fotografías que, al principio, no revelaba. Aquel joven Kiki andaba por las calles de su ciudad buscando encuadres, escrutando su entorno más inmediato y descubriendo rostros y situaciones merecedoras de ser captadas: retratando el instante correcto, podríamos resumir. Un campo de ensayos el de su juventud que le fue abriendo paso, con algunos cursos y acercándose a varios expertos, hacia un camino profesional en el que ha destacado por su inquietud, su viveza y su instinto fotográfico e informativo, ese que le ha hecho ser capaz de inmortalizar situaciones que ya son historia de Cádiz: porque sucedieron y porque, además, han quedado retratadas para siempre en imágenes difíciles de olvidar. La memoria personal del fotógrafo se ha convertido en memoria colectiva y pública.
Kiki lo reconoce: "Yo estoy muy agradecido al Diario de Cádiz, porque es el que me ha permitido estar presente en tantos acontecimientos significativos de la ciudad y acercarme a tantísimos personajes relevantes". Y es que este libro, editado por Q-Book, se nutre fundamentalmente de fotografías publicadas en Diario de Cádiz, donde Kiki ha trabajado desde 1978 hasta 2020, aunque también hay imágenes tomadas antes de esa fecha -el libro arranca con fotos de 1974- y otras posteriores a su etapa profesional en prensa: "Aunque estoy jubilado, sigo documentando con mi cámara todo lo que sucede en la ciudad".
Con prólogos de la periodista Carmen Morillo y del fotógrafo Pablo Juliá, más un texto del propio Kiki, el libro se adentra en esta historia del último medio siglo gaditano gracias a esa labor profesional en el Diario, ya destacada por el autor, y gracias también a los patrocinadores y colaboradores de una publicación que será presentada próximamente en un acto público. La Junta de Andalucía y la Diputación Provincial son los patrocinadores, mientras que han colaborado entidades como la Zona Franca de Cádiz, el Ayuntamiento, la Fundación Cajasol y la Asociación de la Prensa de Cádiz.
Asiente Kiki cuando se le pregunta si el proceso de selección de fotografías ha sido complicado. "Muy difícil, ha sido una labor de casi año y medio", especifica. Y es que lo primero que hizo Joaquín Hernández cuando vio la posibilidad, y también la necesidad, de publicar este libro fue una criba previa de ese millón largo de fotos que guarda en su archivo. Lo hizo frente a su ordenador seleccionando imágenes que fue agrupando en medio centenar de carpetas: una por año desde 1974: "Esto ha sido lo más difícil, lo que más trabajo me ha costado".
Pero esa primera criba fue insuficiente, sobre todo en años en los que Kiki había seleccionado casi 500 imágenes. "Digamos -explica el fotógrafo gaditano- que necesitaba una opinión independiente, un criterio distinto al mío. Yo podía haber seleccionado una foto por el hecho que mostraba, por el momento histórico o su significado, pero necesitaba que alguien me dijera si esa foto valía para el libro o no, y que descubriera en otras imágenes cosas que a mí se me podían escapar". Ahí surgió la figura del fotógrafo gaditano Gonzalo Höhr Zamora, quien acabó por convertirse en ese ojo independiente e indispensable que ayudó a Kiki a realizar la criba definitiva.
¿El resultado? Un impagable paseo por el Cádiz más contemporáneo, por su historia, sus protagonistas y, también, por algunos de los personajes ilustres que han visitado la ciudad en los últimos 50 años. Se trata, además, del primer libro que publica Kiki que no tiene un carácter temático. En otros, como los del Cádiz o los Carnavales, la selección fotográfica se ha estrechado por los propios límites de la publicación. Aquí no. En 'Memoria de un fotógrafo', Kiki muestra la realidad, muchas veces descarnada, de Cádiz y la provincia. Localidades como Alcalá de los Gazules, Algodonales, Vejer, Zahara de la Sierra, Jerez o Algeciras tienen su hueco en un libro que, con algunas excepciones, muestra sus fotografías con un deliberado orden cronológico. Aunque este reparto por años no evita que las imágenes se agrupen en algún momento de manera temática. Su identificación es sencilla, gracias a los breves textos que, a modo de pies de foto, acompañan las imágenes.
En las fotos de Kiki es posible descubrir, o recordar, la etapa de la infravivienda en Cádiz, incluso la existencia de chabolas en su propio barrio en los años 70; la playa Victoria con sus exclusivas casetas; las imágenes de los niños jugando entre coches en las calles o en sus casapuertas; las manifestaciones por las crisis industriales y navales de la Bahía; la transformación de los Carnavales desde los primeros años de la democracia hasta la actualidad; los éxitos del Cádiz y sus mejores jugadores, con Mágico González como principal protagonista; las construcciones derribadas en Cádiz; las antiguas plazas colmatadas de coches aparcados o circulando; o estampas tan actualmente imposibles como unas voluntarias de la Cruz Roja ofreciendo vasos de cerveza a los conductores que entraban con sus coches a la ciudad. Además, un elenco destacado de retratos y personajes históricos que también tienen su hueco en las casi 340 páginas del libro.
Fotos con historia, sin duda, pero que en ocasiones encierran mucho más de lo que aparentemente muestra, un hecho que confirma Kiki: "Una foto es mucho más que el primer plano. El fondo o el trasfondo es tan importante como el primer plano. Las fotos reflejan el momento histórico, el contexto". Y como ejemplo, una fotografía del derribo del anterior Hotel Playa. El ojo de quien mira la imagen se va sin duda al hecho, a la pérdida de aquel edificio en 1987, pero una mirada más calmada nos lleva a la tapia que rodeaba el edificio, con una pintada cuya denuncia no parece tener casi 40 años: "No más violaciones, castigo a los violadores".
Y además de proponer un gaditano viaje en el tiempo, el libro desvela de alguna forma gracias a su orden cronológico cómo se ha ido transformando la técnica fotográfica. Así, arranca con ese blanco y negro que resulta periodísticamente tan potente en algunas imágenes para ir pasando al color, que fue encontrando hueco en la prensa de una forma muy lenta. Un viaje, sin embargo, que no para en este punto porque Kiki ha querido incluir en el volumen dos guiños de un futuro fotográfico que ya comienza a hacerse presente: incluye una fotografía del Yuyu que originalmente hizo en blanco y negro pero que, advierte, ha coloreado con Inteligencia Artificial, y despide la publicación con una impresionante vista aérea de Cádiz bañada por el Atlántico, una imagen tomada por un pequeño dron que Kiki, siempre atento a los nuevos tiempos, maneja desde su teléfono móvil.
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