Lecciones para el tráfico tras el uso del puente de la Constitución como único acceso a Cádiz

Tráfico

El cierre del Carranza durante tres meses han sacado a la luz diversos problemas en la circulación interna de la ciudad

La conexión con la Avenida se ha demostrado muy complicada

La espectacular estampa de Cádiz sin conectar con el puente Carranza

Un Policía Local controla el tráfico desde el puente de la Constitución.
Un Policía Local controla el tráfico desde el puente de la Constitución. / Julio González

Cádiz/La construcción del puente de la Constitución de 1812 en Cádiz, más allá de su elevado coste al rondar los 500 millones de euros, provocó la crítica de algunos colectivos. Se afirmaba que se iba a potenciar la salida de la ciudad de quienes en ella seguían viviendo, como pasó con el puente Carranza y la marcha de familias a Puerto Real o El Puerto. Otros alertaban del colapso circulatorio que iba a tener que soportar la ciudad.

Con cerca de una década de funcionamiento, ni los gaditanos han huido en masa por el tercer acceso, ni su tráfico ha colapsado.

La segunda cuestión era la que más riesgo había de que se cumpliese. Cuando abrió el puente de la Constitución, no se había completado la avenida transversal, que debía conectar la rotonda de acceso con la avenida de Andalucía, la primera arteria de la capital. Y, junto a ello, tampoco se había duplicado la avenida de Astilleros, como conexión directa entre el puente y el casco histórico.

Aún con este déficit en las infraestructuras internas, la ciudad no colapsó. Sin duda, un reparto equitativo del tráfico entre los puentes evitó una entrada masiva por la nueva infraestructura.

El cierre por obras del viejo Carranza, hace ahora tres meses, se convirtió en la auténtica prueba de fuego para la infraestructura y para toda la ciudad.

Dejando a un lado a los vehículos procedentes de la autovía con San Fernando, todo el tráfico de entrada y salida de la ciudad tuvo como referente el puente de la Constitución de 1812.

Tres meses más tarde, estas son algunas de las lecciones aprendidas:

1- El tercer acceso a Cádiz era necesario, dejando a un lado su coste que se disparó por la construcción de una plataforma destinada al tranvía, nunca utilizada.

2- Esta misma plataforma no se ha sabido utilizar con lógica, como fomento del transporte público, durante este tiempo. Es una alternativa aún pendiente de aprovechar. Y más cuando lo más previsible es que la segunda línea del tranvía metropolitano no salga adelante.

3- La rotonda de entrada a la ciudad sigue siendo complicada, como lo era ya antes del cierre del Carranza, así como su conexión con el resto de las vías, especialmente la avenida de la Bahía.

4-Aunque en la etapa de José María González se terminó la construcción de la avenida transversal, sigue pendiente reordenar el tráfico para que los coches de entrada a la ciudad conecten sin problemas con la avenida de Andalucía.

Esta es una operación complicada, ya que se adolece de una rotonda que reordene la circulación en esta conexión.

De esta forma se pierde efectividad ya que los coches y autobuses tienen que hacer complicadas maniobras para entrar en la Avenida por otras calles con menor capacidad. Esta es sin duda la operación más importante que queda por hacer. Si se ejecuta será necesario instalar un complicado sistema semafórico.

5-La obra pendiente de ampliación de la avenida de Astilleros sigue restando efectividad a esta vía, hasta el punto que para evitar su colapso (un solo carril por sentido frente a los dos de la avenida de las Cortes hasta el puente) ha sido necesario durante estos meses la presencia de la Policía Local para controlar la circulación.

Este proyecto, muy costoso, debería de ser una prioridad, y más con la necesaria reordenación de la plaza de Sevilla.

6- El acceso a la avenida de la Bahía es igualmente complicada. Puede ser objeto de debate de cara al futuro una hipotética peatonalización de esta vía.

Con todo, la ciudad ha soportado perfectamente los tres meses de obligado cierre del puente Carranza.

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