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La lingüística se hace grande en la UCA

Universidad de Cádiz | Investigación

Los nuevos equipamientos científicos del Instituto de Investigación en Lingüística Aplicada sitúan a la Universidad de Cádiz a la vanguardia en una disciplina académica y socialmente transversal

Algunos de sus experimentos ayudan en la investigación sobre el déficit de lenguaje

Otro de los proyectos actuales se centra en cómo reducir el ruido dentro de una incubadora

La cámara semianecoica, con una incubadora para los experimentos, se cierra con un panel móvil que encaja en la zona la puerta de acceso. / Lourdes De Vicente

La lingüística es en su acepción más general la ciencia que estudia el lenguaje humano, una disciplina que indaga en el origen y la evolución del lenguaje, esa herramienta comunicativa vital para las relaciones sociales y que la humanidad, en sus distintas lenguas, tiene tan asumida que no se para a pensar en su inmenso valor hasta que cualquier deficiencia impide su normal desarrollo y, por tanto, dificulta esa relación natural y cotidiana. En la Universidad de Cádiz (UCA) la lingüística es mucho más, es una disciplina que ha ensanchado su campo de acción, su utilidad académica, científica y social, que se ha hecho grande saltando de los muros de su germinal Facultad de Filosofía y Letras para fusionarse con otras especialidades y materias hasta convertirse en una disciplina transversal que tiene su punto de unión en el Instituto de Investigación en Lingüística Aplicada, un valioso rincón universitario que recién ha estrenado equipamientos científicos y que se ocupa de asuntos como el déficit del habla en niños y adultos o en investigar el nivel de ruido que los neonatos llegan a soportar en el interior de una incubadora.

Miguel Casas es el director del Instituto y quien guía a este periódico en su recorrido por la Casa del Estudiante, frente al edificio del Olivillo, junto a Ricardo Hernández, coordinador del Laboratorio de Fonética e Ingeniería Acústica, y Carmen Varo, secretaria de un instituto que, como explica Casas, nació en el año 2014 y que tuvo su origen en el grupo de investigación Semaínein (en griego, significar), surgido allá por 1995 en la Facultad de Filosofía y Letras. “Un grupo de investigación –apunta Miguel Casas– muy bien valorado en la Universidad de Cádiz”.

Esa semilla regada desde la facultad de humanidades del campus de Cádiz ha acabado por brotar y crecer para convertir la lingüística en una materia absolutamente transversal, cuya investigación científica a través del instituto la acerca a disciplinas como ingeniería, medicina, matemáticas o informática y que, a partir del lenguaje y el sonido, se aplica de manera práctica en ámbitos tan diversos como la industria de la lengua (con un trabajo por ejemplo sobre la terminología del sector de la piel de Ubrique), la lingüística clínica (en contacto con neurólogos, logopedas, asociación de autismo, niños con alteraciones genéticas o enfermos de Parkinson), la lingüística computacional (el lenguaje interpretado por las máquinas) o el peritaje forense (ámbito en el que Miguel Casas explica que puede servir para la identificación de criminales por la voz, como ocurrió tras el 11M con grabaciones en cintas de casetes). Cada uno de estos ámbitos cuenta con un gabinete especializado dentro del instituto gaditano. De hecho, en sus aulas informatizadas se dan por ejemplo clases de lingüística clínica y computacional.

Una imagen de la cámara reverberante con el altavoz capaz de emitir en todas las frecuencias. / Lourdes de Vicente

El instituto tiene también dos laboratorios: el de lingüística computacional y digital, que está lógicamente a la orden del día, y el antiguo laboratorio de fonética ampliado ahora con la entrada de los ingenieros y convertido, nominativamente, en el nuevo Laboratorio de Fonética e Ingeniería Acústica: “De ahí van a salir cosas espectaculares”, vaticina Miguel Casas.

Cuatro son, además, las líneas de actuación de este instituto, el primero con que cuenta la UCA y uno de los pioneros en España para esta materia: la formación, con los cursos que ofrece para manejar los equipos; la investigación, a través de múltiples proyectos; la transferencia del conocimiento a la sociedad y al ámbito tecnológico y empresarial, y la prestación de servicios a la comunidad universitaria y a la sociedad.

En la segunda planta de la Casa del Estudiante se encuentran las dependencias más antiguas del instituto, que comenzó a funcionar en 2014. En ellas están las salas de estudio, de reuniones, otra sala para evaluar el lenguaje en los niños y otras dos más tecnológicas con un aparato que denominado eye-tracker y otra sala de EEG (electroencefalógrafo), en el Laboratorio de Lingüística Experimental.

Un experimento que combina las técnicas de EEG y eye-tracking. / UCA

En estas salas, y en coordinación con los hospitales de Algeciras y Cádiz, se trabaja con niños de crosomopatías de baja prevalencia, pequeños que presentan déficit en el campo sonoro por sus alteraciones genéticas.

En este momento, el instituto, con la coordinación de Carmen Varo, está inmerso en un proyecto en el que mezclan ambas técnicas, tanto el eye-tracking como el EGG. La ventaja, explican, es que se le presentan los estímulos al sujeto y no hace falta repetirlo con la otra técnica: “De una vez se recoge toda la información”. Desde la sala de observación, vía ordenador, se lanzan los estímulos al niño al que se le coloca en la cabeza una especie de gorro en forma de red y con terminales semejantes a los de un electro para recoger la información de su comportamiento. Esos estímulos visuales y sonoros (textos) permiten recoger datos a partir de su reacción, acerca de la mirada del pequeño, hacia dónde se dirige y también los saltos que puede dar con sus ojos al recibir los distintos estímulos. En resumen, se recogen a la vez los movimientos oculares del sujeto y su respuesta cerebral en las zonas más periféricas del cerebro. En este proyecto se establece desde la UCA y desde el instituto una estrecha colaboración con la Asociación de Autismo de Cádiz, cuyos niños acuden a estas salas, a estos laboratorios, con sus propias familias.

Y en la planta baja del Edificio de Servicios Múltiples, con entrada por la calle Pérez Galdós pero contiguo y comunicado con la Casa del Estudiante de la plaza del Olivillo, se encuentran las dos infraestructuras más modernas, las que fueron oficialmente inauguradas hace unos días y cuyos equipamientos abren al instituto unas enormes posibilidades en el campo de la investigación científica relacionada, en este caso, con la ingeniería acústica.

Ricardo Hernández, Miguel Casas y Carmen Varo, tres de los responsables del Instituto de Lingüística. / Lourdes de Vicente

Las dos cámaras de este nuevo Laboratorio de Ingeniería Acústica que coordina Ricardo Hernández son espectaculares al tiempo que muy interesantes los proyectos científicos que están desarrollando ahora mismo y aquellos que tienen previstos para el futuro. Una es la cámara reverberante y la otra, la cámara semianecoica. En la primera se puede estudiar el grado de absorción del ruido de diferentes materiales, para determinar cuáles pueden ser más aislantes, y en la segunda, quizás la ‘joya de la corona’ del instituto, se miden de manera minuciosa los diferentes niveles de ruido.

La cámara reverberante es un laboratorio acústico en el que se reparten paneles en diferentes alturas y ángulos, todos desiguales, que sirven para medir las fuentes sonoras que se emiten a través de un altavoz que genera ruido rosa (en todas las frecuencias) y comprobar su impacto y absorción en distintos materiales que se sitúan en cuatro puntos señalizados en el interior de la cámara. Los sonidos y sus efectos llegan a un sistema informático mediante un micrófono que está conectado a través del suelo. Ninguna persona puede estar dentro de la cámara en el momento de la prueba, de manera que el ensayo se vigila a través de una cámara situada en altura. De esa manera se puede medir el grado de absorción de ruidos que ofrece cada material estudiado.

La cámara semianeicoica, por su parte, ocupa una gran superficie cubierta en sus paredes por unos salientes de foam en forma de cuñas. Se trata de una sala completamente aislada por todos sus puntos, desde las paredes hasta el techo y el suelo, que cuenta con hasta tres niveles de aislamiento, y que se ubica en la planta baja del edificio para evitar cualquier tipo de vibración. Es en esta cámara donde se está realizando actualmente el estudio del nivel de ruido en el interior de las incubadoras hospitalarias.

El servicio de neonatología del hospital Puerta del Mar envía al instituto varios modelos de incubadoras para estudiar los niveles de ruido que se generan dentro de ellas y aportar datos suficientes para rebajar ese nivel de ruido que en estos aparatos, en ocasiones, casi doblan el índice permitido: “Los neonatos llegan a escuchar un nivel de sonido por encima de los 80 decibelios, una barbaridad. Es un problema de diseño, y nuestro trabajo se centra en reducir esa cifra. De momento, incluso las incubadoras más modernas no logran bajar de los 60 decibelios, cuando el máximo recomendado por las organizaciones internacionales es de 40 decibelios. Estudiamos hasta qué punto esos niveles de ruido pueden afectar el neonato, en qué banda de frecuencia percibe los ruidos...”, apunta Hernández. El objetivo sería dar con un diseño de incubadora y unos materiales para la cubierta que disminuyeran ese nivel de ruido y que, al mismo tiempo, cumplan con los estándares homologados por la normativa para este tipo de aparato, cuyo primer objetivo es lógicamente salvaguardar la salud, y con ello la vida, de un recién nacido prematuro.

En el horizonte del instituto aparecen otras investigaciones relacionadas con los parques naturales de la provincia o con los sonidos de los fondos marinos.

El rector Francisco Piniella celebra una financiación a la altura del proyecto

El rector de la Universidad de Cádiz, Francisco Piniella, intervino hace unos días en la inauguración de los nuevos equipos del Instituto de Lingüística Aplicada y felicitó a todas las personas, unidades, áreas y vicerrectorados implicados en este proyecto, así como a todas las instituciones y administraciones que han hecho posible su existencia (Unión Europea, Gobierno de España, Junta de Andalucía y Ayuntamiento). Estos espacios, así como su equipamiento, se han conseguido, recordó el rector, “gracias a la obtención por parte de los investigadores de la UCA, que son los verdaderos responsables, de dos proyectos de infraestructuras científicas correspondientes al Programa Estatal de Generación de Conocimiento y Fortalecimiento Científico y Tecnológico del Sistema de I+D+i en el marco del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2017-2020. Un cauce competitivo para la obtención de recursos que posibilitó a nuestra Universidad contar con una financiación superior a los 453.000 euros”, según se informó desde la UCA a través de una nota de prensa.

Una importante cantidad, continuó el rector, a la que se añaden los más de 99.000 euros obtenidos a través de la Secretaría General de Universidades, Investigación y Tecnología de la Junta de Andalucía, por la que se convocan ayudas a infraestructuras y equipamientos de I+D+i, en régimen de concurrencia competitiva y en el ámbito del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación, así como, por esta misma vía, los 101.000 euros para la financiar instrumentación de acústica submarina.

En total, estas nuevas infraestructuras científicas del instituto son el resultado de una inversión superior a los 650.000 euros, que permitirán que siga siendo “un referente”.

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