La lonja de pescado de Cádiz le hace un quiebro al coronavirus

Actividad en el puerto de Cádiz

La actividad en sus instalaciones del puerto de Cádiz apenas ha notado una disminución de las ventas al estar centrada, sobre todo, en los mayoristas

Los clientes de la lonja pesquera están obligados al uso de las mascarillas y a mantener la distancia obligatoria
Los clientes de la lonja pesquera están obligados al uso de las mascarillas y a mantener la distancia obligatoria

El abastecimiento a los mercados sigue siendo un servicio esencial protegido por el Decreto del Gobierno. Y la lonja de pescado de Cádiz es uno de estos lugares de los que depende que las estanterías y neveras, de pescado en este caso, no se queden vacías tanto en la plazas y pescaderías del barrio como en los supermercados.

La lonja de puerto de Cádiz capital tiene como principal clientela a los mayoristas que distribuyen, desde Cádiz, sus pescados a buena parte de España. Además, de allí salen también, en buena parte, la mercancía que se vende en las plazas de Cádiz y en los pequeños establecimientos que aún permanecen abiertos y plantándole cara a esta crisis sanitaria.

Imagen de la semana pasada, durante la desinfección de la lonja pesquera.
Imagen de la semana pasada, durante la desinfección de la lonja pesquera. / Jesús Marín

Por este motivo, Juan Vázquez, jefe de la lonja de Cádiz, explica a Diario de Cádiz que esta crisis está afectando muy poco a la actividad de sus instalaciones, al menos en el nivel de ventas. Es cierto, según reconoce, que se echan de menos los bares y restaurantes que venían también a comprar a la lonja de Cádiz pero estos eran una minoría.

Por contra, esta pérdida de ventas que ha provocado el cierre de bares y restaurantes se ha visto compensada por el aumento de las ventas a los mayoristas. El motivo es que el gaditano sigue comiendo pescado a pesar del confinamiento, "lo único es que en vez de irse al restaurante un domingo a comérselo, se lo hace y se lo come en su propia casa hasta que todo vuelva a la normalidad".

A pesar de que parece que la lonja le ha hecho este quiebro al coronavirus, las medidas higiénicas, que si ya son grandes en épocas normales, ahora se han visto extremadas para evitar posibles contagios tanto al producto como entre los propios clientes. De hecho, la Unidad Militar de Emergencias (UME) protagonizó la semana pasada una intensa y cuidadosa operación de desinfección en buena parte de las instalaciones portuarias de Cádiz, entre las que se encontraban la lonja.

Aparte de eso, el responsable de estas instalaciones, Juan Vázquez, cuenta que nada más acceder a la lonja, el cliente se encuentra con un lavamanos para empezar la compra con buen pie. A esto se une que, si en la lonja han sido obligatorias las mascarillas desde el inicio de la crisis, por mucho que hayan existidos esos vaivenes por parte de las autoridades sanitarias sobre si debían ser o no obligatorias. "Aquí trabajamos con productos perecederos y muy delicados y siempre hemos llevado al extremo las medidas higiénicas para evitar cualquier tipo de contagio".

En cuanto a la presencia de público en la lonja de Cádiz, Vázquez habla de mucha inestabilidad. "No todos los clientes vienen todos los días para evitar aglomeraciones y, además, han coincidido varias jornadas como climatología adversa". Eso ha provocado, en su conjunto, que la actividad haya ido basculando. "Al principio de todo bajó por el miedo pero luego se detectó un pico en la segunda y tercera semana porque ya la gente fue tomando confianza".

Hoy, a pesar de ser lunes, la lonja ha funcionado con total normalidad pero la mercancía se ha vendido a precios más bien altos por la coincidencia, según indica Juan Vázquez, de que ha habido poca pesca tanto en la zona norte de España como por la zona gaditana. Y ya se sabe una menor oferta sumada a una mayor demanda da como resultado este aumento de los precios.

El caso de Cádiz es distinto al de la lonja de El Puerto de Santa María. Aquí la venta se hace con corros que forman los compradores y el pescado se expone paletizado cubierto de hielo para que nose rompa la cadena del frío.

En El Puerto, sin embargo, el pescado pasa por unas cintas y los clientes se sientan en unas gradas en las que ocupan un sitio sí y otro no, para así guardar las distancias debidas. La mercancía la tienen a mucha distancia y van viéndola a través de grandes pantallas y va haciendo sus ofertas con un mando a distancia que le entregan a la entrada del recinto.

En la lonja de Cádiz se forman varios corros a la vez, cada uno de ellos con un producto o un nivel de calidad. En uno se vende, por ejemplo la merluza eviscerada, en otro el de menos valor y en un tercero mercancías más variada. El comprador va pasando corro por corro y va adquiriendo lo que va necesitando.

Por todo esto, en Cádiz hay más cercanía entre el producto y el cliente, lo que requiere un endurecimiento de las medidas de seguridad para evitar el contagio del coronavirus. "Los clientes se comportan bien pero siempre tenemos que estar recordándoles las distancias

El Puerto de Santa María sí se ha visto mucho más afectado por la crisis sanitaria ya que su lonja está más bien enfocada a los minoristas de los bares y restaurantes. Allí, una de las medidas más criticadas por los usuarios es que, por cuestiones obvias de seguridad, se ha limitado el aforo del recinto portuense a 40 personas, cuando el aforo habitual era de 200 personas. Para organizar esta medida, se organizan turnos, por orden de llegada, que van rotando cada 15 ó 20 minutos, con lo que el que llega el primero tiene mayor capacidad para elegir tanto en precio como en calidad.

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