Lorena Montero, Hija Adoptiva de Cádiz: "Siento un agradecimiento brutal; es un honor y un orgullo"
La fiscal delegada de Violencia de Género reside en Cádiz desde que en 1993 eligió plaza en la Audiencia Provincial
Hijos predilectos, adoptivos y medallas de la ciudad
Lorena Montero Pujante llegó a Cádiz un día de levante de 1993. Un año antes aprobó las oposiciones a fiscal y esta madrileña de nacimiento, tras un breve paso de cuatro meses por un destino en Sevilla, se decantó por Cádiz, una ciudad a la que solo conocía por un reportaje que le encantó y que eligió atraída, en principio, por el sol y la costa. Y hasta ahora. Actual fiscal delegada de la Unidad contra la Violencia sobre la Mujer de la Fiscalía Provincial de Cádiz, Lorena Montero será nombrada Hija Adoptiva de Cádiz en el acto previsto para el próximo 10 de diciembre. "Siento un agradecimiento brutal; es un honor y un orgullo", resume la fiscal cuando habla de esta distinción.
"Llegué a Cádiz en el año 1993, después de aprobar la oposición a fiscal en 1992. Tras de unos meses de formación en Madrid, en el Centro de Estudios Jurídicos, en marzo de 1993 se dieron nuestros primeros destinos. En ese momento, había unas plazas que eran vacantes en la Fiscalía de Sevilla. Me fui allí sabiendo que era una plaza que me iban a quitar. Allí estuve cuatro meses, de forma que tuve que concursar de nuevo. No me quería ir de Madrid para arriba; a mí me gustan los sitios de sol y, a ser posible, de costa. No tenía ninguna raigambre ni contacto en Cádiz, pero me parecía un buen destino", explica Lorena Montero.
El tiempo ha demostrado que aquella decisión personal fue la correcta: "Me encantó Cádiz. Cuando entré por el puente Carranza, me pareció impresionante. Parecía como una última frontera, todo rodeado de agua, esa entrada tan verde por la autopista... Me quedé impresionada. El casco antiguo me encanta, el océano es increíble. A mí me atrapó Cádiz, y eso que llegué en un día de viento de levante". Y aquí se estableció: "Me alquilé mi piso. Y cuando llevaba tres años aquí, conocí a mi marido, que es gaditano".
En sus principios en la Fiscalía empezó llevando protección de personas mayores y, luego, vigilancia penitenciaria, hasta que en 2001 comenzó su trabajo como fiscal de Violencia Familiar, nombre anterior que después cambió por el actual. Desde entonces es la fiscal delegada de Violencia de Género, desde cuyo puesto ha realizado una labor que no ha pasado inadvertida y que le ha hecho acreedora de varios reconocimientos públicos
El último premio es el que la convertirá en Hija Adoptiva de la ciudad en la que echó felizmente raíces: "Ha sido algo muy inesperado, y lo digo de corazón. El día que me llamó el alcalde, un día de intenso trabajo, me quedé impactada. Pensé que era una cámara oculta, que me estaban gastando una broma. Cuando me lo dijo, se me saltaron las lágrimas. Fue mi primera reacción. Siento un agradecimiento brutal, muy emotivo, y luego es un honor y un orgullo, es una mezcla de buenos sentimientos increíble. Me siento muy halagada".
"Ya me gustaría ser a mí carnavalera", contesta entre risas cuando se le pregunta por las tradiciones de Cádiz: "Es un arte que transportan los gaditanos en la sangre. Me encanta, me parece un espectáculo único".
Y abunda en su percepción global de Cádiz: "Lo que me gusta muchísimo es el carácter de la gente de aquí, la forma de vida, cómo se toman las cosas. Me parece que hay una calidad de vida excepcional. En Cádiz no se siente uno un extranjero ni un extraño, es una ciudad muy acogedora, con muchísima alegría y muy cosmopolita, muy libre. El gaditano tiene un carácter y una gracia natural, no fingida".
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