El lugar de moda para comer en el centro
Hostelería
La plaza de San Juan de Dios y la calle Plocia se han convertido en la auténtica zona de referencia gastronómica del casco histórico de la ciudad.
Hubo un tiempo en el que la plaza de San Juan de Dios y la calle Plocia ofrecían una escasa oferta gastronómica y amplia en cuanto a bares frecuentados por trabajadores, si nos referimos a la plaza, y en cuanto a prostíbulos, en el caso de la calle. Tanto ha cambiado el mapa de esta zona que se ha convertido en el lugar de referencia hostelera del casco histórico. Al olor del Palacio de Congresos se empezó a transformar la calle Plocia, donde apenas existen comercios no relacionados con la hostelería, solamente una barbería, un taller artesanal y un estanco. El Plan Urbana hizo su trabajo remodelando una calle que no era precisamente el orgullo del barrio. Lo mismo le ha ocurrido a San Juan de Dios con el cambio estético, para mejor, efectuado por el Ayuntamiento. El buen gusto de los hosteleros que han ido ocupando los locales y el 'boom' de los cruceros ha terminado por consagrar a un enclave donde existe una amplia variedad de formas de entender el buen yantar.
En la plaza presidida por la Casa Consistorial, en un extremo, y la estatua de Moret, en el otro, los turistas de cruceros, más en esta época del año, han ayudado a mantener los negocios. El Sardinero lucía el pasado jueves, en plena recopilación de datos para este reportaje, casi todas sus mesas llenas de 'guiris'. A pesar de que San Juan de Dios ha sufrido recientemente la baja de La Galería del Arana, el Nuevo Novelty, de reciente implantación, parece haberse estabilizado en una estratégica esquina. Todavía queda algún que otro bar de los de toda la vida, mas el contrapunto a negocios estéticamente más cuidados no desentona en el paisaje de la plaza. Uno de ellos, el bar Los Pabellones, cerró por obras y ya no abrirá como tal. Será, en breves fechas, un ultramarinos especializado en productos de la provincia que contará con una jamonería y un bar adjunto, y que abrirán los hermanos Manrique, Jorge y Guadalupe. Precisamente el marido de esta última, el popular hostelero Mikel Elorza, proyecta, en la misma plaza casi subiendo la calle San Juan de Dios, reabrir el que fuera recordado Bar Pedrín. La plaza, pues, ganaría aún más con esta complementaria oferta.
A caballo entre los dos lugares trabaja Ángel Reguera, socio junto a Manuel Bernal del bar La Nueva Ola, en San Juan de Dios (antiguos Casa Samuel y Casa Emilio), y del burger La Huella, en Plocia. Nadie mejor para conocer la zona, pues lleva 20 años como propietario y desde los 14 trabajando en la calle Plocia en negocios hosteleros. "Esta parte de la ciudad tuvo siempre sus altibajos, y ahora toca estar de moda. Es una buena época", destaca. El hostelero considera clave la reforma de la plaza de San Juan de Dios. "Ha sido muy acertada. El cambio es fantástico", apunta. Considera además que los cruceros "han ayudado mucho" para dar "ambiente al entorno", puesto que el "picoteo" de los turistas "se nota en la caja". Reguera advierte, no obstante, que aunque el enclave de su bar sea privilegiado "hay que hacerlo bien en la cocina y en el servicio, de lo contrario no vale para nada". Asimismo, tener un burger en Plocia le hace defender la "variedad" en la oferta de esta calle. "Los padres vienen a comer, por ejemplo, pescado, y los niños quieren una hamburguesa. Cuantos más negocios, mejor para todos", asegura.
En la trasera de la antigua Fábrica de Tabacos conviven pizzerías con históricos y selectos establecimientos como el Atxuri y La Cepa Gallega. Taperías, bodeguitas, restaurantes, una freiduría y una heladería se unen al amplio abanico. La última incorporación es una franquicia nacida en Cádiz, 100 croquetas, en el local que dejó libre el bar La Cueva.
La zona hostelera se ramifica hasta bien entrado el barrio de Santa María. En Sopranis, otra calle de históricos baches, el restaurante del mismo nombre, diferente a lo que el barrio estaba acostumbrado a ver, se ha hecho un hueco. Paralela a Plocia, en Lázaro Dou desaparecieron los bares de cafés tempranos y clientela básicamente portuaria. Allí están abiertos establecimientos tan dispares como El Fogón de Mariana, el Top Coffee Shop y el Mercado Provenzal. Éste último, una franquicia, ha sido uno de los descubrimientos para bolsillos afectados por la crisis. "Hemos cuajado bien por los precios", dice la encargada, Gloria Jiménez. Y que lo diga. Cervezas a 40 céntimos y cafés a 50. "Esta zona ha crecido mucho, se nota. Nos echan un cable los cruceros y viene mucho turismo extranjero y nacional aparte de los barcos", explica la hostelera.
En el perímetro del barrio se han producido dos nuevos fichajes y ambos traen buen gusto en cuanto a decoración y carta. En la Cuesta de las Calesas, el humorista Pepito el Caja abrió Calesa 15/01 en lo que fue el Mesón Los Apóstoles. Y hace unos días, el histórico Bar Lucero, frente al puerto, dio paso a El Lucero del Muelle, con una oferta diametralmente distinta a la que tuvo desde 1958, confiando la carta al cocinero Mauro Barreiro. Muy cerca, en El Pópulo, el viejo barrio complementa las sobremesas con sus bares de copas, aunque bien es cierto que ofrece bujíos donde se come bastante bien.
En escasos metros se concentra buena parte de la oferta gastronómica de la ciudad en una zona de moda que debe seguir creciendo con la reordenación de la plaza de Sevilla.
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