El escritor de Cádiz Luis García Gil: “Serrat es una forma de vida”
literatura
Con ‘Serrat. Se hace camino al cantar’ (Alianza Editorial), el autor da por concluida su extensa bibliografía sobre el célebre artista, que comenzó hace dos décadas
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Cádiz/–La gira de despedida de Serrat se tituló El vicio de cantar: 1965-2022. ¿De dónde le viene a usted el vicio por su música?
–Como tantas cosas importantes, de la adolescencia. Música, cine y poesía son formas de ver la vida que están dentro de mí desde la más temprana edad y en ese ámbito descubro a Joan Manuel Serrat, con 13 o 14 años. Mi conexión con la poesía, que venía de mi padre, también me ayudó a acercarme a músicos y cantantes que la tenían como un principio importante de su obra. Eso va unido a que Serrat sea un referente primordial, primero como oyente y luego como estudioso de su obra.
–Serrat. Se hace camino al cantar funciona como biografía y epílogo a su producción sobre el artista, que se inició hace dos décadas. ¿Se siente satisfecho?
–Sí, porque son libros que me autorretratan en todos los sentidos. Quienes hemos incorporado a Serrat a nuestra poética cotidiana, a nuestro día a día, sabemos que es una forma de vida. Son muchas lecciones las que tiene a nivel ético, emocional, lírico. Como pasa con Antonio Machado, uno entra en Serrat y si quiere salir, lo hace con mucho ganado a todos los niveles.
Vengo, además, de una generación que no es la suya, porque el primer libro sobre Serrat lo publiqué con 30 años. Toda persona que escribe sobre Serrat, incluso hoy, pertenece a esa generación que lo escuchaba en los años 70. Yo lo hacía con conocimiento de causa a partir sobre todo de los 90, una etapa que se suele desconsiderar. Creo que la visión que yo he dejado es más global, no está tan marcada por el sustrato generacional. Los artistas no pueden estar ubicados en el compartimento estanco de una generación porque eso los invalida para que gente nueva los escuche, los reivindique. Los artistas se hacen inmortales porque no pertenecen a ninguna generación, no son hijos de la moda o de la reivindicación política del momento.
–Aún así, ¿hay aspectos de la vida de Serrat en los que habría indagado algo más y no ha querido o podido?
–Este último libro es más biográfico y hay aspectos de su vida que había que tratar. A mí lo que no me interesa de los personajes que he retratado en mis libros es la crónica rosa o más tendente a la especulación o la polémica gratuita. En Serrat hay una parte importante que son las mujeres que ha podido amar, el amor vinculado a sus canciones. Pero es una falta de respeto entrar en el terreno íntimo del artista que, evidentemente, tendría una biografía más escandalosa, entre comillas, pero que ni mi rigor, ni mi manera de entender la escritura, ni la forma de ver los libros que hago me permiten hacer. Hay respeto, documentación, fuentes y querer reivindicar al artista por encima de otras cuestiones.
–¿Cuál diría que son los momentos clave en la trayectoria de Serrat reflejados en este libro?
–El primero es quién lo descubre, Salvador Escamilla. Sin él no vendría todo lo que vino después.
El segundo es cuando decide cantar en castellano, una decisión muy inteligente, nada comercial, que respondía a sus propias raíces, algo que siempre se ha explicado mal desde la vertiente catalanista. El bilingüismo está en su casa, en su familia, madre aragonesa y padre catalán. Serrat es el único que viene de una extracción obrera en la Nova Cançó, todos los demás son burgueses. Su manera de entender la cultura era transversal. Él era tan español en cuanto a referentes, la copla, el tango, la canción latinoamericana, como catalán, porque viene del Poble-sec y ha sentido Cataluña como propia. El bilingüismo lo hace universal.
Y otros momentos fundamentales son, en el 69, su encuentro con Antonio Machado, un disco clave para entender su ascensión artística y, por supuesto, en el 71 Mediterráneo, ahí se conforma el punto álgido de su obra, a partir del cual va a ser reverenciado y referenciado como artista.
–¿Qué piensa que puede aportar esta última obra suya tanto al lego como al versado?
–Primero que es una visión de conjunto, que cierra el círculo. Son 80 años de vida resumidos en canciones e hitos biográficos. El seguidor y el que no tiene conocimiento previo de la obra de Serrat van a encontrar un libro en el que puedan ver sintetizado su mundo, que es complejo. Y despertar también la curiosidad. A mí no me interesa convencer al convencido, sino que se aprecie a Serrat en su totalidad. A veces me encuentro a músicos que tienen a Serrat como referencia y que me dicen que dejaron de escucharlo en los 90. Queda la sensación de que hay trabajo por hacer para reivindicar al Serrat más desconocido, el que tiene menos likes pero es igualmente importante.
–¿Hay un desconocimiento de los cantautores y su impronta en los más jóvenes?
–Siempre se ha consumido una música del momento. Los 40 Principales en mi época eran la música de moda y ahí no entraba Serrat. La radiofórmula siempre ha sido desatenta con los cantautores, con lo que se salía de la norma del consumo masivo, del potencial single. Los jóvenes escuchan lo que ven en el escaparate y el negocio de la música tampoco incentiva que una persona inquieta vaya a buscar aquello que no se le vende directamente. El otro día me decía una persona que él no escuchaba música actual, solo antigua, y yo me preguntaba: ¿qué es la música actual para ti? Si Raphael saca un disco nuevo, eso también es actual. Ese tipo de comentarios deja a las claras que no hay una visión de la música enriquecedora y atemporal. Hay gente que ahora hace cosas muy interesantes y que no está dentro del mercado del que estamos hablando. Me preocupa la falta de variedad. En los años 60 y 70, paradójicamente, un joven de 16 años podía acceder a un abanico musical más amplio que el de hoy. La dictadura musical de ahora es mayor que la de un oyente en los finales de la dictadura franquista, lo cual es tremendo. Convivían Los Bravos con The Beatles, Andrés do Barro con Serrat, Raphael con Barrabás. Mundo Joven era la revista musical que yo tengo de referencia en esos años y veo el abanico de tendencias que había. En nuestros días, la decadencia en ese sentido es absoluta. Es paradójico, hoy en día se puede acceder a toda la música del mundo y en cambio todo se fundamenta en los likes o que un artista haga una pamplina en TikTok.
–¿Debería entrar entonces la música popular en los planes de estudio?
–Sí. Me hace mucha gracia cuando el presidente de la Junta de Andalucía dice que quiere introducir en las aulas la música cofrade. Con todo el respeto pero, ¿habrá cosas musicalmente hablando más interesantes? El flamenco, por ejemplo, sigue siendo una asignatura pendiente. ¿Saben los niños quién es Paco de Lucía? La misma crítica hago con el Carnaval en las aulas, vamos a empezar a construir la casa por la base. Vamos a hacer que los niños conozcan a Paco de Lucía, Manuel de Falla, Camarón... Y a partir de ahí, nos introducimos en lo localista. Esto nos hace ver que estamos un poco perdidos a la hora de difundir y divulgar la música como proyecto en las escuelas.
–¿Qué impresiones le han llegado de Serrat sobre su obra?
–Él siente que mi trabajo es muy noble y está sustentado en la admiración hacia su figura y en esa necesidad de aportar visiones sobre su obra, que creo que deberían ser más frecuentes y venir de ámbitos más diversos. Hay mucho que analizar, que indagar.
–Con 80 años ya cumplidos, ¿queda Serrat para rato?
–Tiene derecho a descansar, después de toda una vida entregada a la canción y tan magníficamente vivida y con tanta exigencia. Hablamos de un profesional intachable, que se tomaba igual de serio actuar en Olvera que en Nueva York. Creo que él ha dado por terminada ya su obra con su retirada de los escenarios. Tengo la confianza de que ahora, que se queda sin presión de giras mayúsculas, pueda regalarnos algún que otro disco. Por parte del seguidor hay una sensación de querer que vuelva a un estudio de grabación porque seguro que tiene muchas cosas que contar. La mirada de Serrat siempre ha sido muy lúcida, crítica, oportuna y lírica.
–Dentro de esa mirada crítica, ¿hay alusiones en el libro a la situación política catalana?
–Otra estadística que no falla es que casi todos los que han escrito sobre Serrat son catalanes o del ámbito catalanoparlante. La visión de un andaluz como yo es más periférica y objetiva dentro de que en Cataluña, y más ahora, todo es muy convulso. El libro analiza cómo es posible que Serrat, simplemente por no secundar el procés, ya ha sido tachado de traidor por la misma Cataluña intransigente que no ha entendido a Serrat nada. Ya en Cada loco con su tema cantaba: “Prefiero los caminos a las fronteras”. Nunca ha sido Serrat alguien que haya hecho de la patria algo reduccionista y excluyente. En Serrat encontramos a un ciudadano del mundo, alguien que, sin dejar de ser catalán, ha sido español; que sin dejar de ser español, ha sido argentino; que sin dejar de ser argentino, ha sido mexicano... Ha sido de todos los países que lo han acogido de manera maravillosa y de los que forma parte emocionalmente. Un Serrat integrador en un mundo disgregrador es un contrasentido; vivimos en redes sociales, donde el vituperio y el sectarismo son constantes. Él va contra todo eso y todavía hoy, con 80 años, es una figura molesta, le insultan y le critican porque siempre ha dicho lo que ha pensado. Él siempre ha estado en el mismo sitio, que es algo difícil.
BIBLIOGRAFÍA SOBRE SERRAT DE LUIS GARCÍA GIL
2004. Serrat, canción a canción (Ed. Ronsel)
2011. Algo personal. Cancionero de Joan Manuel Serrat (Ed. Temas de Hoy)
2011. Serrat, cantares y huellas (Ed. Milenio)
2012. Serrat y Sabina: A vista de pájaro (Ed. T&B)
2015. Mediterráneo: Serrat en la encrucijada (Ed. Efe Eme)
2021: Serrat y los poetas (Ed. Efe Eme)
2022: Joan Manuel Serrat, entre el cielo y el mar (Ed. Efe Eme)
2023: Las palabras de Serrat (Ed. Efe Eme)
2024: Serrat. Se hace camino al cantar (Ed. Alianza)
–Serrat es único pero, ¿hay legatario actual de su lírica?
–Desde mi primer libro no he cambiado mi pensamiento sobre su obra, pero sí sobre el concepto de cantautor. Creo que Serrat es lo contrario a los cantautores, precisamente porque no es dogmático, no es excluyente, porque tiene una poética que va hermanada con la ética, porque no es solo guitarra y voz, porque cree más en las personas que en las ideologías. Ha integrado muchas culturas, su mundo es musicalmente plural. Sus discos más importantes rompen con la visión del cantautor al uso, tipo Paco Ibáñez, que yo respeto mucho, pero no va en la línea de Serrat, que es muy melódico. El propio Serrat, siendo cantautor, refuta el espíritu de algunos cantautores. Decir cantautor, lamentablemente, es referirse a un canon del que yo creo que Serrat no forma parte en muchas cosas. Los mejores cantautores no responden al prototipo de la canción de autor de este país, a la que le sobra dogmatismo y le falta calidad.
¿Quién recoge el legado de Serrat? Hay cantautores haciendo cosas muy buenas, pero ahora no se me ocurre nadie. Hay que entender que para que Serrat sea referente de Alejandro Sanz, Antonio Vega, Rosario Flores, Ismael Serrano, Marwán, Andrés Suárez o Pablo Alborán, es que es mucho más pop de lo que se ha vendido, de lo que se reconocería. En Serrat, la pluralidad de influencias ha sido tan grande que excede a la música de cantautor.
–¿A quién le gustaría visitar en próximas creaciones literarias?
–Seguramente vuelva a Aute. Es necesario volver sobre esos cantautores y dar una visión más amplia que la que ya has dado. Tengo la impresión de que los artistas más importantes del ámbito hispano ya los he tocado. Me gustaría seguir también profundizando en el cine, en la poesía y en lo que vaya surgiendo. Quiero reivindicar que, además de Serrat, hay mucho en mi obra. Son más de veinte libros dedicados a otras cuestiones que me inquietan e interesan.
“En Cádiz no se ha hecho justicia al legado de mi padre”
Poeta descendiente de poeta, Luis García Gil ha dedicado gran parte de su vida a reivindicar la figura y el legado de su padre, José Manuel García Gómez, escritor y prohombre gaditano, fundador y director durante muchos años del Colegio Argantonio, al que su hijo considera que “no se le ha hecho justicia en su ciudad”.
Las razones que arguye el autor es que “es un personaje que no pertenece al ámbito del Carnaval y creo también que sigue siendo una figura bastante desconocida, perteneciente a una época muy complicada culturalmente hablando, de posguerra, en la que mi padre ejerce un papel fundamental en dinamizar la cultura de la ciudad, salvando incluso su patrimonio, como pasó con el Arco de la Rosa”.
García Gil explica, además, que su progenitor “sigue mereciendo una reivindicación en el callejero”; de hecho, la propuesta de cambio de nombre de la actual calle Veinticuatro de julio –donde se ubica desde hace más de medio siglo el Colegio Argantonio– a José Manuel García Gómez “ya está sobre la mesa de la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, Maite González Gacía-Negrotto”. En el año en el que se cumple el 30 aniversario del fallecimiento de José Manuel García Gómez, su hijo espera que el Consistorio "sea sensible a su figura como poeta y educador”.
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