Otro lunes santo
Vera-Cruz inaugura el Año Jubilar por su 450 aniversario en una intensa jornada con procesión incluida
Hacía 24 lunes que había salido a la calle, y por delante restan aún otros 27 lunes para volver a hacerlo. Pero la cofradía de Vera-Cruz vivió ayer otro intenso lunes. En esta ocasión no hubo ruán negro y cirios al cuadril, no había pasos, tampoco sillas y palcos por las calles. Pero el de ayer fue otro lunes santo. La hermandad franciscana inauguró el Año Jubilar que la Santa Sede le ha concedido con motivo del 450 aniversario de su fundación. El primer Año Jubilar que se concede en la diócesis de Cádiz y Ceuta en toda su historia.
La ciudad, por tanto, asistía a algo novedoso: la inauguración del Año Jubilar, por medio de la apertura de la denominada Puerta Santa en el convento franciscano. Antes de eso, la cofradía asistía a la función de la Exaltación de la Cruz que se celebró en la Catedral y que presidió el obispo (que luego no participaría del acto de San Francisco). Y tras la ceremonia, una ejemplar procesión con la reliquia del Lignum Crucis (que estrenaba relicario) se dirigió hacia la plaza del Cristo de la Vera-Cruz. Alrededor de un centenar de hermanos formaban el amplio cortejo. Trajes oscuros en lugar de túnicas de ruán, codales en vez de cirios verdes y la sola música de un trío de capilla, un tambor y el tenor Álvaro Bernal llenaron las calles de recogimiento.
El final de ese recorrido, una puerta. La de San Antonio del templo franciscano. La puerta santa del Año Jubilar de Vera-Cruz. Allí llegó el cortejo en torno a las diez menos cuarto de la noche, entre cohetes que tiraban desde una azotea cercana. Y tras realizar la ceremonia pertinente para esta conmemoración, a cargo del sacerdote Rubén Virués, y rociar con agua bendita a los asistentes, se abría finalmente esa puerta que volverá a cerrarse (simbólicamente) el 4 de octubre de 2016. Músicos de Polillas interpretaban Triunfal desde la azotea del templo mientras iba entrando la comitiva. La noche santa, también lunes (cosas del calendario), terminó con todos los hermanos en el interior del templo, presidido por un espectacular altar con los titulares y con la imagen de San Francisco de Asís, recibiendo la bendición con el Lignum Crucis
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