36.500 noches de luz
El faro de San Sebastián cumple hoy 100 años de servicio Es el único metálico que queda en toda España
No le falta razón a Francisco García, presidente de la Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía, cuando dice que estas torres "son historia, patrimonio cultural, no una simple luz". El faro de San Sebastián, el de Cádiz, cumple hoy, ahí es nada, 100 años desde que comenzara a alumbrar un 30 de septiembre de 1913. 36.500 noches, día arriba, día abajo, contemplan a este faro, el único metálico que queda en funcionamiento en España.
Diario de Cádiz, en su edición vespertina de aquel día, explicaba que los constructores del faro habían sido Guillermo Brokman y Enrique Martínez, sobre proyecto de Rafael de la Cerda. Sucedió a otro faro, que mandó derribar el Duque de Nájera para evitar que Cádiz fuera blanco fácil en la guerra con los Estados Unidos a finales del siglo XIX. Cinco años después de su demolición, en la Real Orden de 28 de diciembre de 1903, el Ministerio de la Guerra imponía las condiciones bajo las que debía construirse la nueva torre: "Esta se compondrá de dos partes, una fija de mampostería que no sobrepase en altura las casamatas de la batería del fuerte para que no sea visible desde el exterior y otra construida en hierro de tal manera que pueda ser desmontada con facilidad". Se trataba, según cuentan en su blog los Amigos de los Faros de Andalucía, de construir una torre ligera y de poco volumen que, en caso de una nueva guerra, pudiese ser desmontada rápidamente. "La empresa no era fácil: la linterna que llevaría sería de gran tamaño y, al estar la base de la torre casi a nivel del mar su altura debía ser considerable. Se recurre al material más ligero y resistente de la época: el acero laminado, y se encarga el proyecto a un auténtico especialista en el diseño de faros: el ingeniero Rafael de la Cerda que lo realiza durante el año 1907", puede leerse en el citado blog.
El nuevo faro se hizo con la intención de poderse desmontar y no ser derribado como el anterior. Este proyecto se quedó aparcado. Un siglo después, sigue en pie esta guía de navegantes que pudo haber caído hace unos años si la idea del Consorcio del Bicentenario de levantar en su lugar el Faro de las Libertades hubiera prosperado.
Indica Francisco García que el faro iba a tener en principio un sistema por gas, pero al final se convirtió en el segundo faro con sistema eléctrico de España. "Con electricidad no como la entendemos hoy, sino con un arco voltaico -especie de electrodos- en el que saltaba una chispa y emitía un rayo de luz continuo que no se cortaba". Hoy utiliza lámparas alógenas, pero la óptica sigue siendo la original, bivalva y formada por cuatro lentes. Sin farero, que lo tuvo, el servicio técnico, que depende de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, realiza revisiones periódicas a esta torre de 38 metros de altura y dos metros de diámetro.
El faro sigue teniendo la misma misión aunque los barcos estén dotados de la mejor tecnología para orientarse, como el GPS. "Sigue siendo imprescindible. Da la tranquilidad de estar ahí, de ser constante. En la tecnología tienes que creer y puede fallar, pero la referencia del faro está ahí siempre. Porque si se va la luz, tiene generadores. Y si fallan estos, hay baterías", explica García. Este experto en faros añade que "tendrían que pasar tres días sin electricidad para que no funcionara, por eso es imposible que falle".
En cuanto a sus 25 millas de alcance, unos 45 kilómetros, García aclara que "significa que es visible desde esa distancia, pero no que alumbre hasta los 45 kilómetros. Es como una vela que no alumbra el final de una habitación, pero desde este lugar sí se puede ver la vela encendida".
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