"Si hubiera tenido más maldad en la vida, ahora sería un hombre rico"

Ciudadanos de Cádiz. Pepe Mejías

¿Cuánto valdría hoy Pepe Mejías? El que para muchos es el mejor pelotero que ha dado Cádiz recuerda tiempos que el cadismo añora en esta época de mediocridad futbolística

"Si hubiera tenido más maldad en la vida, ahora sería un hombre rico"
"Si hubiera tenido más maldad en la vida, ahora sería un hombre rico"
José Manuel Sánchez Reyes /Cádiz

17 de marzo 2013 - 08:25

SE señala con el dedo en la foto de Kiki en la que aparece junto a una generación irrepetible de jugadores de la cantera gaditana. Posan con el primer Trofeo Carranza que ganó el Cádiz, en 1981, en aquella final contra el Sevilla en la que él sacó el córner que Dieguito remató desde el borde del área para ganar 1-0 y conseguir la monumental copa. Pepe Mejías (Cádiz, 1959), para muchos el mejor futbolista que ha dado esta ciudad, es un símbolo del cadismo e icono de unos tiempos pasados a los que la afición se aferra en estos años de penuria futbolera en Carranza.

-¿Qué hace ahora Pepe Mejías?

-Estoy entrenando al Conil en Tercera División. He cogido al equipo en el mes de enero. Hice el curso de entrenador en Madrid, en 2006, con Guardiola, Luis Enrique, Julio Salinas, Sergi, Paco Jémez...

-En el Cádiz, 20 años después, todavía esperan un medio centro como usted.

-Eso me dicen. Desde que yo me fui intentaron traer jugadores como yo, pero eran diferentes.

-¿Cuánto valdría Pepe Mejías hoy?

-No sé ahora, pero Irigoyen no me traspasaba porque sabía que un futbolista como yo era difícil de encontrar. Y más difícil era que mi sustituto aceptara cobrar lo que cobraba yo. Se aprovechaban de los de casa. Volví al Cádiz rebajando mi contrato a la cuarta parte y me enteré que Dertycia ganaba 40 millones de pesetas desde diciembre a junio. Con los de aquí, hacían chantaje sentimental. Mira que esto es el Cádiz, que es el equipo de tu ciudad...+. Vilches y Padilla vinieron del Español a mediados de los 80. Yo cobraba entonces 600.000 pesetas de ficha. Les preguntaron cuánto querían cobrar y dijeron que como Mejías. Y les dijo el director deportivo: "Os váis a morir de hambre". Firmaron por 14 millones. Yo era la imagen de estrella del Cádiz, pero no cobraba como tal.

-¿Cómo un futbolista de su categoría no ha tenido un futuro económicamente estable?

-En mis comienzos no se ganaba tanto. Irigoyen heredó una deuda de Manuel de Diego que le obligó a tener en la plantilla a 19 jugadores de aquí, que éramos baratos. Creo recordar que el que más cobraba era Chico Linares. Yo cobraba 75.000 pesetas. Me fui del Cádiz ganando 600.000 pesetas. Lo que se ganaba era para pagar trampas. Me al fui Zaragoza traspasado y tuve que renunciar a seis millones, si no no me dejaban irme. Empecé a ganar dinero en Zaragoza, pero tenía un retraso horroroso. Me arriesgué con un amigo a montar una tienda de deportes en la calle Pelota, pero la cosa no funcionó. Luego puse una tienda de ortopedia deportiva, que tampoco resultó. Lo que iba ganando con el fútbol se lo comía la tienda. Después invertí en vasos de tubo de plástico, que era una novedad. El encargado me salió rana.

-Vamos, que no había manera de emprender...

--Estaba predestinado a seguir luchando. Siempre fui persona sencilla, rodeado de mi gente. Nunca malgasté, simplemente no tuve suerte en mis negocios. No pasa nada.

-¿Se arrepiente de no haber sido más previsor?

-Hay veces que sí, aunque nunca le di importancia al dinero. Por desgracia no puedo darle a mi gente, a mi mujer, una vida más desahogada. Ella se merece más. Así le pasó a muchos futbolistas de Cádiz.

-Usted no salió bien del Cádiz, ni deportiva ni laboralmente, acabando en los juzgados tras su última etapa en El Rosal.

-No, deportivamente mal. No me renovaron tras dos temporadas muy buenas, 90-91 y 91-92. Y en mi etapa en El Rosal, tampoco. Siempre confié mucho en la gente y soy bromista. Eso me pasó factura. No me ha ido bien en la vida por esto. Quiero olvidar todo lo que pasó. No he tenido maldad en mi vida. De lo contrario, sería rico.

-¿Tiene algo que reprochar al Cádiz?

-A los gestores actuales, nada. Desde el principio nos han abierto las puertas a los veteranos del Cádiz. Durante muchos años Antonio Muñoz nos tuvo relegados. Fue nefasto para nosotros. Y conmigo, ni le cuento. Me sentí menospreciado por él. Tiró a la basura en tres años una amistad de 25. Yo le estuve agradecido porque me dio trabajo en un momento en el que lo estaba pasando mal, pero le pagué con creces trabajando más tiempo del que debía. Se negó a que yo entrenara un equipo de la cantera del Cádiz.

-¿Qué opinión le merece la actual situación del Cádiz?

-No puede estar de otra manera. Con esos millones de deuda no se puede construir un equipo para ascender. No entiendo cómo en las vacas flacas no hay jugadores de Cádiz en la primera plantilla. Eso lo tenía bueno Irigoyen. Invertía en la cantera y traspasaba todos los años a un gaditano. Eso se ha perdido, a pesar de las instalaciones de El Rosal, que son la envidia de muchos equipos de categoría mundial. En el Cádiz B la gran mayoría son de fuera. La cantera debe ser toda la provincia. Y desde que el Cádiz es sociedad anónima deportiva no se ha cuidado esto. El Ayuntamiento y la Diputación han dado y siguen dando mucho dinero al club que no se ha aprovechado para las bases, para la cantera.

-¿Y el fútbol en general?

-El fútbol profesional se ha salido de madre. Pienso que deberíamos volver a otra época, la de los 80. En cada equipo había seis sub-23 obligatoriamente y sólo tres extranjeros. Los equipos tienen más gente de fuera que nacionales. No damos valor a lo que tenemos aquí. Algún día esto volverá a ser como fue, con la gente de casa.

-Usted dejó huella en la afición del Zaragoza, pero no llegó a cumplir los tres años de contrato, ¿por qué?

-Hice buenas campañas, pero me tuve que ir. Fue un varapalo. La gente me recuerda con cariño. Había jugadores con mucho peso. La idea era darle descanso a Juan Señor y ser yo enlace con la delantera. Señor tenía celos, no me la pasaba. Nos llevábamos muy bien fuera del campo, pero a la hora de la verdad salí perjudicado. Yo salía, hacía lo que tenía que hacer, marcaba goles, los ponía... me decían que hacía diez años que no se vitoreaba el nombre de un jugador en La Romareda. Eso fue emocionante. Volví con el Murcia y tuve que saludar desde el centro del campo. Me regalaron una pilarica.

-¿Qué recuerdos guarda de Manuel Irigoyen?

-Buenos, la verdad. Fue el mejor presidente que tuvo el Cádiz. Para los canteranos no fue tan bueno. Nos daba regalos si consegíamos buenas victorias. Fue un gran presidente. Hay otros más recientes que lo hicieron peor.

-¿El mejor Cádiz en el que usted jugó?

-Como equipo-equipo, el de 90-91 y 91-92, eran muy buenas plantillas. Como ambiente, amigos, compañerismo, amor propio, la plantilla del 80-81. La mayoría éramos muy jóvenes, estábamos jugando en Primera y no se notaba que éramos chavales de Cádiz. Le dábamos la importancia justa al fútbol. Ahora se dramatiza demasiado.

-¿Y el partido de su vida?

-El del ascenso en Elche. Sin duda. Doblemente. Marqué el segundo gol, el de la victoria, y al llegar a Cádiz me encontré con mi padre en Santo Domingo. Es el mejor recuerdo que tengo como futbolista.

-¿El mejor entrenador que tuvo?

-Milosevic tenía muy buen carácter, pero como entrenador el mejor fue Paquito. Nos dio la alegría. Sencillo y práctico. Te trataba como a un futbolista.

-¿El mejor futbolista con el que ha jugado?

-Mágico, está claro. El mejor que ha venido a España. Más completo que Maradona, que sólo usaba una pierna. El cambio de horario, como él decía, el trasnoche... le pasó factura. Llega a Cádiz y lo endiosan. Se le arriman gente que le sacaban el dinero y muchos más que le invitaban porque lo admiraban. Muchas veces salía a la calle sin dinero y le dejaban fiao en los sitios. En muchos no pagaba porque no se acordaba. Todo eso le quitó ser profesional..

-Pero, de haberse cuidado no lo hubiésemos disfrutado en Cádiz, ¿no?

-Por supuesto. A eso voy. Tuvo la desgracia, entre comillas, que para nosotros fue una suerte, de caer en Cádiz. Si profesionalmente llega desde El Salvador, y no después de estar en Cádiz, a otro equipo grande, hubiera sido un escándalo, historia del fútbol mundial.

-Entonces el problema para algunos futbolistas ha sido... ¿venir a Cádiz?

-Nosotros somos muy especiales. Aquí poca gente se toma en serio la vida. Esto es un paraíso si tienes poca disciplina. Aquí todo el que viene se queda.

-¿Era tan 'golfo' aquel vestuario?

-No, era alegre. Éramos amigos desde juveniles. Para nosotros el fútbol era una alegría. Hacíamos lo que nos gustaba. Nuestra ilusión era vestir los colores del Cádiz. Veíamos de forma natural perder un partido... y también ganarlo. No dábamos importancia a jugar contra el Madrid o el Barcelona. Llegaba Milosevic antes del partido y ponía las flechitas en la pizarra. Y decíamos "ojú, hoy película de indios". Nos tomábamos a broma casi todo, con una filosofía particular. Y encima, nos acompañaban los resultados.

-Un tal Pepe Mejías incluso fumaba.

-Sí, nunca me escondí. Y ahora también se fuma, aunque se disimula más. Yo nunca he dejado de fumar. Antes de los partidos, en los descansos y después de los partidos. Era algo natural que toleraba mi cuerpo. Y jugué hasta los 40 años. Era habitual entonces. Cruyff y Luis Pereira fumaban.

-Dirán que por eso usted no llegó a más.

-Para nada. Eso sí, algunos utilizaban esto para no traspasarme. El secretario técnico de entonces, Camilo Liz, dejaba caer a quienes querían ficharme que yo fumaba. El Sevilla, el Madrid, el Betis, el Madrid vinieron por mí. Y del Barcelona, también, pero Liz les dijo que yo fumaba.

-¿Aun a riesgo de perder el dinero del traspaso?

-A la larga era más caro encontrar un futbolista como yo y que además aceptara cobrar lo que yo cobraba.

-El Cádiz de Pepe Mejías llegó a formar una chirigota, ¿cómo fue aquella experiencia?

-Había un festival benéfico en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Dieguito de la Margara, nuestro Dieguito, fue como bailaor con gente de Jerez. Gordillo con un conjunto de sevillanas. Y los del Cádiz con una chirigota. Ensayábamos en el vestuario tras los partidos. El mismo día de la actuación me llama Irigoyen para decirme que si cantábamos nos multaba y posiblemente apartados del equipo. Yo le dije que entonces se iba a quedar sin equipo, porque éramos todos. Le aseguré que no nos íbamos a dejar de ir en el campo. Y que hiciera lo que quisiera, pero íbamos a cantar. Fue una noche sólo. Y lo pasamos bomba. Al final no hubo multa.

-¿Qué espera de su futuro como entrenador?

-Me gustaría entrenar al Cádiz.

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