La maqueta de Cádiz: un secreto de Estado
Rafael Garófano publica el primer estudio que se hace sobre la historia de una pieza única en España y en Europa
Durante más de un siglo estuvo expuesta en Madrid, tras el encargo realizado por Carlos III
La maqueta de Cádiz, que refleja de una forma extraordinariamente minuciosa cómo era la ciudad en 1779, es uno de esos lujos que tiene la ciudad que hasta no hace mucho ha estado infravalorada, ignorada e incluso maltratada.
Ahora, en pleno proceso de recuperación del Museo de las Cortes, donde se encuentra desde 1912, Rafael Garófano culmina una de sus obras más relevantes, que saca a la luz todo el proceso de encargo y construcción de la maqueta, los problemas posteriores y el complicado retorno a la ciudad, tras estar durante 110 años expuesta en Madrid.
El libro, editado por Q-Book, está ya disponible en todas las librerías y en unos días se presentará públicamente en un acto que se quiere celebrar en el propio Museo de las Cortes.
Autor de infinidad de libros sobre la historia de la fotografía y la imagen en Cádiz, Rafael Garófano apuesta y triunfa con un trabajo de investigación que permite a la ciudad conocer la historia de su maqueta, aportando datos desconocidos y otros sorprendentes.
Curiosamente el origen de este libro, que en su propia confección ha ido evolucionando hasta convertirse en una "guía didáctica e histórica", retrocede doce años en el tiempo.
"Yo estaba con la mosca detrás de la oreja, porque pasaban los siglos y no existía ningún escrito sobre la maqueta, apenas un folleto de Ricardo Moreno Criado, que no pasaba de ser un relato de las cartelas del propio edificio. Hace doce años estaba en Madrid viendo una exposición sobre el arquitecto italiano Francesco Sabatini. Leyendo el catálogo, en las notas se hacía referencia a que una de sus tareas (en la Corte española) era la de supervisar la plaza fuerte de la maqueta de Cádiz, mencionando que la documentación estaba en los archivos del Palacio Real".
Garófano no tardó en marchar a la búsqueda de estos documentos que, entonces, aún no estaban digitalizados.
Allí localizó amplia documentación sobre el conde de Ricla, ministro de la Guerra con Carlos III, y que junto al monarca fue quien controló todo el proyecto de elaboración de esta maqueta. La búsqueda se extendió también al Archivo de Simancas.
"Viendo lo que me encontraba, se me aclaró todo y el por qué de la falta de documentos en Cádiz: la construcción de la maqueta fue un secreto de Estado. Quien localizará estos documentos tendría información sobre la plaza fuerte más importante de España, por lo que había que protegerlo y no tenerlo disperso", lo que supuso concentrarlo en estos dos archivos, directamente relacionados con el Rey.
Destaca Rafael Garófano que en otros libros suyos, tras su publicación siempre ha encontrado nuevas informaciones y opiniones divergentes. Con este último trabajo sobre la maqueta "no va a ocurrir lo mismo, porque no va a salir nada nuevo, por eso es un libro muy especial".
La maqueta de Cádiz era la primera que se iba a construir dentro del plan de Carlos III de contar con una colección de modelos en relieve de las plazas fuertes de España, al modo de los que se contaba en Francia.
Controlado todo el proceso directamente por el monarca y por su ministro de la Guerra, la ejecución del proyecto recayó en Alfonso Ximénez, capitán de Infantería que pronto fue mal visto por sus compañeros de armas y por los ingenieros por su rápido ascenso gracias a una decisión directa del Rey.
Ximénez tuvo desde el principio vía libre para realizar la maqueta. En los documentos de su contrato nada viene sobre límites en su diseño, en lo que debía de mostrar o no, en los materiales a utilizar. Por eso, cuando en 1779 la maqueta se montó en Madrid y se vieron lo costes de la misma se decidió no seguir con el plan. Un golpe de suerte para Cádiz que se convirtió por el ello en la única ciudad fortificada con una maqueta de estas características.
El trabajo se ejecutó en el Baluarte de la Candelaria. De allí partieron las piezas llevabas por cuatro carretas y cinco coches de caballa, camino de Madrid. Se montó en el Salón de los Reinos, en el Palacio del Buen Retiro, donde Carlos III quería emular la sala de las maquetas ya existente en el Palacio de Versalles.
El objetivo de la maqueta era contar con un plano en tres dimensiones de las ciudades fortificadas españolas. Bastaba, según la lógica, con levantar los cuarteles, baterias, baluartes y castillos. Pero cuando se vio lo que había costado la maqueta de Cádiz, se paralizó todo el proyecto, a pesar de la insistencia de Alfonso Ximénez por darle continuidad. La vengaza contra él, por parte de sus compañeros, no se hizo esperar, dejándolo en el olvido. Y eso que el Rey quedó maravillado por el trabajo realizado.
A finales del siglo XIX desde Madrid se traslada al Ayuntamiento de Cádiz la posibilidad de devolver la maqueta a la ciudad. Un compromiso extraño que el Consistorio asumió casi a regañadientes.
Hasta que Cayetano del Toro no decidió la apertura del Museo Iconográfico, en 1912,Cayetano del Toro no decidió la apertura del Museo Iconográfico, en 1912 no tuvo un lugar propio, hasta el punto que la maqueta estuvo desmantelada por piezas y repartidas por diversas dependencias, lo que implicó un mal mantenimiento.
No será hasta inicios de la década de los 60 del siglo XX cuando Manuel Penalos 60 del siglo XXManuel Pena afronte, durante cuatro años, un laborioso proceso de recuperación de toda la maqueta (el Museo llevaba cerrado desde la Explosión de 1947). Relata Rafael Garófano que más que una operación de limpieza y restauración, Pena llegó a rehacer edificio que estaban destrozados.
Hoy, el primer libro sobre esta joya escrito por Rafael Garófano debe jugar un papel relevante en el proceso de recuperación del Museo. Y lectura obligada para todo gaditano amante de su ciudad.
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