La matemática Miss Boquerón
Rossana Villaba optó a la corona de Miss Paraguay en el año 2005 representando a un departamento del noroeste · Licenciada en la Universidad Nacional de Asunción, confió en el supuesto Álvaro Domecq
En sus ratos libres dice que le gusta leer libros, sobre todo novelas, revistas y la Biblia. Eso aparecía en la carta de presentación de Rossana Villalba Cáceres cuando optaba al concurso de Miss Paraguay. Jenaro Jiménez, o como ella lo conocía, Álvaro Domecq, también coqueteó en su día con elementos religiosos, ya que formó parte en su día de un club juvenil relacionado con el Opus Dei, que entonces tenía su sede en la calle Cánovas del Castillo de la capital gaditana.
Rossana Villalba, lejos de los estereotipos de las mujeres que se presentan a los concursos de belleza, era licenciada en matemáticas y estudiaba estadística en la Universidad Nacional de Asunción cuando competía por la corona del país. Sin embargo, con Jenaro Jiménez o Álvaro Domecq no le salieron las cuentas.
Villalba, que mide 1,69 metros, decía que si salía elegida Miss Paraguay 2005 tendría entre sus objetivos apoyar a los jóvenes que luchan por un país mejor.
Rossana Villalba representaba al departamento de Boquerón, situado al noroeste del país, aunque residía en San Lorenzo, una ciudad de unos 300.000 habitantes situada en el cinturón del gran Asunción, la capital paraguaya.
Desde San Lorenzo acudía todos los días a trabajar al centro comercial Shopping Mariscal López, situado en la capital Asunción, y allí encontró al que entonces creía Álvaro Domecq.
Rossana Villalba es una chica muy alegre y extrovertida, algo en lo que coincide plenamente Jenaro Jiménez. Gente que conoce muy bien al empresario que fingió hasta su propia muerte dicen que tiene una especial habilidad para embaucar a la gente. A ello le ayudaba también su aire "fanfarrón" , como lo calificó una de las personas que declaró para la policía en el atestado del caso, y destacó también sus "aires de grandeza". El nombre que eligió, el de Álvaro Domecq Carbajal, representaba esa descripción. Tampoco es casualidad que elija el mismo nombre de pila que uno de sus hijos gaditanos.
Otra de las casualidades es el nombre escogido para la hija paraguaya, la que concibió con Rossana Villalba: Antonia Isabel. Sin embargo, a la pequeña se le llamaba Anabel, el mismo nombre que tiene la que es todavía su esposa en la capital gaditana.
La percha de Álvaro Domecq es la de un hombre de negocios procedente de Madrid que tiene ganas de invertir en Paraguay. En su perfil de Jenaro Jiménez había sido siempre una persona que se había metido en numerosos negocios de los más variopintos. Desde petróleo, a inmobiliarias y hostelería. Allí decide también abrir un negocio. Es una especie de bodega de bebidas alcohólicas que en principio tiene una función de distribución y después se convierte de venta al público. Como le ocurre casi siempre en la vida, de un inicio esperanzador se pasa a una situación complicada en el negocio, a pesar de que éste permanece abierto. El dinero que se llevó es una incógnita. Hay quienes dicen que fue a lo justo; por otro lado, uno de los declarantes en el atestado dijo que podría haber sido un millón de euros. Desde la Policía se cree que eran unos 100.000 euros.
Mientras tanto, la relación continúa, primero en casa de los padres de Rossana Villalba y después junto al local que alquilan para el negocio. Villalba queda embarazada al poco tiempo de iniciar la relación y no sabe ni por asomo de que detrás de Álvaro Domecq se encuentra una persona que ha huido de España con numerosas deudas y que ha dejado también una mujer, un hijo y otra que nació ya cuando estaba en Paraguay.
A la mujer a la que le gustaba bailar e ir al cine y que practicaba voley se le esfumó Álvaro. Y allí quedó con una hija que pronto cumplirá tres meses.
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