La medalla y lo que hay detrás
Cuatro concejales, un dominico y un historiador declaran en el juicio por la concesión de la medalla de oro de la ciudad a la Virgen del Rosario, que queda pendiente de resolver
Cádiz/No cabe duda. Nunca antes la concesión de una distinción en la ciudad de Cádiz dio tanto que hablar. La última medalla de oro concedida por el Ayuntamiento sigue, más de un año después, envuelta en polémicas y pendiente de ratificación. La entrega de tal distinción a la Virgen del Rosario en mayo del pasado año, coincidiendo con el 150 aniversario de su Patronazgo, no solo pasó la criba de la comisión de Honores y Distinciones del Ayuntamiento y, posteriormente, del Pleno municipal; sino que también superó la contrariedad de los socios de gobierno -al mostrar Ganar Cádiz su disconformidad con apoyar tal concesión que sí respaldó Podemos-, o del partido del alcalde a nivel nacional -con el rechazo de Pablo Iglesias, que posteriormente volvió a referirse a este episodio en el último enfrentamiento que tuvo con Izquierda Anticapitalista-. Ahora, son los juzgados los que dirimen la conveniencia o no de esta insignia a la Patrona.
Cuatro concejales del Ayuntamiento (los populares José Blas Fernández, Mercedes Colombo y Juan José Ortiz y el portavoz de Ciudadanos Juan Manuel Pérez Dorao), un fraile dominico (Vicente Díaz) y un historiador (Francisco Glicerio Conde) declararon ayer en el juicio abierto contra esta medalla de oro. Los cinco primeros como testigos de lo ocurrido y el último en calidad de perito para atestiguar la existencia real de la Virgen.
No es que el juicio se centre sobre si la Virgen María existió o no realmente, cuestión ampliamente probada como recordó ayer el perito historiador (que se refirió a los cuatro evangelios, al evangelio apócrifo de Santiago, a las catacumbas de Santa Priscila en Roma o incluso al Corán como muestras de ello); el caso de la medalla a la Virgen del Rosario se centra en lo que hay detrás de esa concesión, de esa pieza dorada que el concejal David Navarro entregara al dominico Pascual Saturio el 21 de junio del pasado año.
Detrás de esa medalla está, por un lado, la asociación Europa Laica, que al igual que ha hecho en otros lugares de España donde se han hecho reconocimientos similares ha impugnado este acto al considerar que va contra el reglamento de Honores y Distinciones del Ayuntamiento (al concederla a un objeto inanimado y no a una persona) y contra el carácter aconfesional del Estado (al entregarse a una imagen religiosa), rechazando además los méritos que se atribuyen a la Patrona como argumentos para recibir esa medalla (entre otros, su mediación en epidemias o en el maremoto de 1755).
Y por otro lado, detrás de la medalla está el convento de Santo Domingo, los padres dominicos y esos más de cinco mil gaditanos que apoyaron en su día la petición de esta distinción. Es en este punto de vista en el que la defensa (liderada ayer por el abogado gaditano Martín José García) ha volcado buena parte de su actuación, argumentando que la medalla de oro "se ha concedido realmente a los dominicos por ser sus custodios". "Al igual que ocurrió en su día con las medallas de oro concedidas a la Joyería Gordillo, el Bar Andalucía o el Juan Sebastián Elcano, que aunque existió realmente en este caso es un objeto de madera y chapa, la medalla a la Patrona se da a lo que está detrás de Ella", defendió García en la vista testifical celebrada ayer.
Detrás de la Patrona y de los méritos que se le atribuyen está también el beneficio de "fortalecer el ánimo de los gaditanos en los momentos de epidemias o de catástrofes naturales", así como "mover el espíritu de caridad y de piedad", cosas que Francisco Glicerio Conde aseguró que "está más que acreditado a lo largo de la historia" en el caso de la Virgen del Rosario y su relación con la ciudad de Cádiz.
Quiso igualmente probar el abogado defensor de los dominicos -en la vista de ayer no compareció letrado alguno de Europa Laica y compareció aunque no intervino el representante del Ayuntamiento- que el proceso de concesión de esta medalla fue "un acto discrecional, en ningún momento sometido a irregularidad, presión, coacción ni nada de eso". Recordando además que todas las medallas antes concedidas a imágenes sagradas (como el Nazareno, Servitas, el Carmen o La Palma, entre otras) no se han recurrido, evidenciando que la medalla de oro que ostenta la Virgen del Rosario es la que más ha resonado dentro y fuera de la ciudad. El juzgado de lo Contencioso-Administrativo tendrá ahora la (pen)última palabra sobre su validez.
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