"Cada seis mesas de terraza son un empleo"
nueva normativa a debate
Ante el borrador de la ordenanza sobre veladores, los hosteleros recuerdan los puestos de trabajo que generan en favor del turismo y llaman a conciliar con los peatones
Cádiz/Preocupados, sí, pero no asustados. Indignados con ciertas trabas y demoras municipales, con la presión con la que trabajan casi siempre-sobre todo a la hora del cierre- y con los excesos de algunos, también. Pero con ánimo de participar, de proponer, de alcanzar un acuerdo, un equilibrio. Para trabajar en paz. Así respondieron los hosteleros con los que contactamos para saber qué opinan del borrador de la nueva ordenanza que regulará la ocupación de la vía pública para la instalación de terrazas de hostelería.
Porque lo que presentó ayer Martín Vila, el concejal responsable de este asunto, a los colectivos implicados de momento es eso: un borrador que debe enriquecerse con las aportaciones de todos. Con el fin de llegar a un punto de equilibrio y de conciliación entre el derecho de quien vive de dar de comer y beber a visitantes y residentes y el del vecino a descansar plácidamente y a entrar y a salir de su casa sin obstáculos. Y con el derecho del peatón a circular libremente. Pero por encima de todo, los hosteleros consultados recordaron que las principales fuentes de ingresos y de empleo de la ciudad siguen siendo -guste o no guste- el turismo y la hostelería, que las terrazas son la primera cara de bienvenida para el visitante y que generan un trabajo extra más de ocho meses al año.
De equilibrio, de conciliación de intereses y de empleo hablan Rafael Montero, al frente de La Bodeguita de Plocia, y Raquel García, propietaria de Muelle 1, dos negocios que basan buena parte de su éxito en sus terrazas.
"Cada seis mesas de terraza son un puesto de trabajo", calcula Rafael Montero. "Cádiz es una ciudad de servicios en la que hay que conciliar el negocio hostelero con los derechos de los vecinos y de los peatones. Pero no hay que olvidar que las terrazas generan mucho empleo". Rafael admite que en algunas zonas del casco antiguo de Cádiz ese equilibrio resulta bastante complicado. "Si en una calle peatonal se exigen tres metros de paso y la calle no llega a cinco y hay dos bares... no hay manera". Pero recalca que lo imprescindible es "alcanzar un equilibrio".
En esto coincide plenamente Raquel García. "Lo importante es conciliar con el vecino y con el peatón. Y cualquier ordenanza relacionada con la hostelería, en una ciudad como esta, en la que vivimos del turismo, soportando la cifra de paro más alta de España y de Europa, cuanto menos se agobie al empresario, mejor. Porque, con tantas exigencias, trabajamos siempre bajo presión. Las terrazas son puestos de trabajo. Y sin ellas, Cádiz no tendría el turismo que tiene. Porque el turista, tanto nacional como internacional, lo que va buscando es una terraza. Es lo que le da vida a un bar".
Raquel no ve necesario que la nueva ordenanza modifique la normativa vigente. "Creo que tal y como está, está bien. Ya cumplimos con las normas que propone el borrador. Pagamos por las terrazas, las mantenemos limpias, ponemos ceniceros...". El precio del canon de ocupación no suele ser motivo de queja en una ciudad en la que el metro cuadrado de local se cotiza a precio de oro. Pero no hay que olvidar que hace tres años subió nada menos que un 40%.
En cualquier caso, Raquel no acaba de ver la acotación física que se propone. "No creo yo que la ciudad vaya a estar más bonita así. Cuando viajas por Europa ves que cada terraza tiene su encanto. No sé si al turista le va a gustar todo tan uniforme, tan igual. Va a pensar que no está en España...". Por último, insiste en una vieja reivindicación: la ampliación del horario de cierre en verano y los fines de semana de invierno.
Quienes sí que se muestran muy molestos con una posible mayor exigencia municipal, pese a que cumplen con todas, son Lucía Castro y Joaquín Sánchez, propietarios de El Tascón, en Amílcar Barca. Su caso -y el de sus colegas de acera- es especial porque las terrazas les han salido bien caras. Entre todos pagaron los 30.000 euros que costaba la eliminación del aparcamiento y la ampliación del acerado. "Lo primero que debe hacer el Ayuntamiento es garantizar el libre y seguro tránsito por lugares como esa acera de enfrente, estrecha y peligrosa por la altura de la muralla, y convertir este tramo de Paseo Marítimo -porque esto también lo es- en una calle de un sólo sentido con la velocidad limitada a 40 km/h", dice Joaquín. Él fue quien abanderó la ampliación del acerado. Lucía, además, lamenta que lo que tarda el Ayuntamiento en resolver las solicitudes y en expedir la licencia de ocupación, incluso teniéndola pagada. La demora le ha causado algún que otro inconvenientete.
A pocos metros, Pablo Ramos, de El Unicornio, entiende perfectamente que haya que conciliar los derechos de los hosteleros con los del peatón. "Que hayan quitado los coches de aquí es un bien para toda la ciudad, no solo para nosotros. Es lo que están haciendo en grandes ciudades como Madrid o Bilbao". Sin embargo, Pablo lamenta cierta arbitrariedad en la vigilancia de las terrazas y de los horarios de cierre, según la zona.
En la plaza de Mina, Emilio Sancho también se queja de los horarios de cierre nocturnos. Dice que le consta que Antonio de María, desde Horeca, está luchando a nivel andaluz para que se amplíen. También de que ya no se pueda solicitar la ocupación durante un trimestre. "Tengo veinte mesas que sólo saco tres meses al año. No sé por qué tengo que pagar todo un semestre".
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