Muere Nadia Consolani, la dama veneciana a la que Fernando Quiñones regaló Cádiz

La artista Nadia Consolani ha fallecido esta madrugada en Madrid a los 85 años de edad. Viuda de Fernando Quiñones, ceramista y poeta muchas veces a la sombra de la figura del escritor chiclanero, fue una mujer muy vinculada a Cádiz gracias a su matrimonio con Fernando y a que, a la muerte del autor, mantuvo esa unión con la ciudad participando activamente en todos y cada uno de los actos en los que se recordaba a Quiñones. “Fernando me regaló Cádiz”, aseguraba Nadia en el año 2014 en una entrevista concedida a Diario de Cádiz.

Habitual en las Rutas organizadas por la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones, sobre todo en las primeras ediciones, Nadia Consolani se preocupó también personalmente de entrega el premio de novela que la Fundación Unicaja convoca cada año con el nombre del escritor. Lo hizo hasta que las fuerzas la acompañaron. Estuvo igualmente presente en la inauguración del Espacio Quiñones, en el Baluarte del Orejón, y se implicó en el desarrollo de la Fundación Quiñones, con sede en la Chiclana natal de Fernando. La asociación que lleva el nombre del escritor abrió recientemente en el espacio cultural Ancha 16, su sede provisional, una biblioteca con el nombre de la artista italiana.

Nadia Consolani nació en agosto de 1939 en la localidad veneciana de Mestre. Ya con 13 años, y tras cursar los estudios básicos en su localidad natal, Nadie completó su formación en otras instituciones venecianas, hasta obtener el título de Técnico Comercial. En el año 1954 se trasladó a Milán con su familia, en una época en la que ya había aprendido a tocar el piano y había demostrado su interés por la música y el mundo de los libros.

Un año después, en 1955, conoce a Fernando Quiñones, que se encontraba de viaje por varios países europeos, y ambos inician un noviazgo. En los datos biográficos recogidos por Jesús Antonio Serrano y Ramón Cao en el catálogo de una exposición con su obra organizada por la Fundación Fernando Quiñones, la joven Nadia y su madre, la siciliana Enmanuela Mauro, viajaron a Madrid en 1956 con el objetivo de “conocer la realidad social del pretendiente”.

Y el 10 de enero de 1959, Fernando y Nadia se casaron en la parroquia milanesa del Corpus Domini. Ejercieron de padrinos el poeta sevillano Aquilino Duque, por parte del novio, y el bien posicionado empresario Arturo Romanin, por parte de la novia, pues Nadia había nacido y se había criado en una familia acomodada.

La pareja se instaló en Madrid, donde Nadia comenzó a entrar en contacto con literatos e intelectuales como Caballero Bonald, Antonio Gala, Gloria Fuertes o Felipe Sordo. Pronto nació su primera hija, Mariela, y cuatro años más tarde lo hizo Mauro.

En 1969, Nadia Consolani comenzó sus estudios en la antigua Escuela Municipal de Cerámica de Madrid y un año después pasó a la entonces denominada Escuela Fábrica de Cerámica. En 1973 acabó sus estudios y comenzó su etapa profesional como ceramista.

Su interés por el mundo de la cerámica había surgido años antes, allá por 1962, cuando fue aprendiz en el taller de los artistas Arcadio Blasco y Carmen Perujo, y también por sus viajes a Latinoamérica con Fernando. Nadia descubrió de primera mano el arte precolombino y se sintió atraída por la producción cerámica.

En el campo literario, Nadia Consolani publicó en en 1989 su obra titulada ‘Once poemas. También entró en contacto con la Galleria di Arte di San Lorenzo de Mestre, con la que en el año 2002 impulsó un hermanamiento con la Fundación Quiñones. En 2006 publicó una antología de poemas, ‘Venezianamente, y en el año 2019 se montó en Chiclana una exposición antológica sobre su vida y su obra, organizada por la Fundación Quiñones, con motivo de su 80 cumpleaños.