Jaime rocha, el hombre multiusos

Gaditanos de perfil

Ha sido marino, agente del CESID y empresario

Rocha saluda a la reina Sofía en un acto de la Embajada de España en Praga, a la que fue destinado en 1989.
Rocha saluda a la reina Sofía en un acto de la Embajada de España en Praga, a la que fue destinado en 1989. / D.C.
José Joaquín León

03 de junio 2017 - 02:03

Es un hombre multiusos. Por la discreción de su antigua profesión, tal vez tienda a camuflarse algunas veces. Pero siempre emerge, con la vocación decidida de ayudar a los demás, con sus creencias firmes y su generosidad.

Jaime Rocha Rodríguez (Larache, Marruecos, 1942) tuvo un padre, militar de Artillería, al que admiraba. Se llamaba Jaime Rocha Carrete, y había llegado a Cádiz a los ocho años. El abuelo, Guillermo Rocha, era gallego, tenía barcos de pesca, una fábrica de somieres en la calle Rosario y una agencia de seguros, llamada La Viguesa, que estaba en la plaza de Topete, donde vivía.

El padre de Jaime Rocha conoció a la madre, María Luisa Rodríguez, en la guerra civil de 1936, en la que combatió como militar. Se conocieron en Algeciras, donde ella le atendió como enfermera, tras resultar herido. Al terminar la guerra, fue destinado al norte de África. Tuvieron tres hijos: Jaime, Loli y Maribel. En 1945 fue destinado a Valencia. Allí empezó a estudiar Jaime, en el colegio de los Maristas.

Sólo vivió junto a sus padres hasta los 11 años. A esa edad, Jaime Rocha se vino a Cádiz, con sus abuelos paternos, para estudiar en el colegio de San Felipe Neri. El padre tuvo varios destinos, y aunque uno de ellos fue Cádiz, tampoco coincidieron. Porque en 1960 Jaime Rocha Rodríguez había ingresado en la Escuela Naval de Marín (Pontevedra). Una decisión que tomó por las influencias de algunos amigos de San Felipe, que querían ser marinos, y que le disuadieron de su primera intención: ser artillero, como su padre.

En julio de 1965 fue promovido a oficial de la Armada. Poco después, en febrero de 1966, se casó en la iglesia del Carmen de Cádiz con la gaditana Carmen Bensusan Abreu. El banquete se celebró en el Hotel Atlántico. Han tenido cinco hijos, todos ellos nacidos en Cádiz, en la clínica de Romero Abreu, aunque el matrimonio residiera en otros destinos. Ahora los cinco hijos viven esparcidos: Mamen está en Singapur con su marido Rafael Estrada; Jaime vive en Jerez; Javier, en El Puerto de Santa María; Almudena en Castellón; y Daniel trabaja en Inglaterra. Tienen 14 nietos.

Tras ingresar en la Armada, navegó en varios buques durante 12 años. En ese periodo estuvo seis veces en EEUU. Se especializó en los aviones Harrier de la Armada española. Fue jefe de mantenimiento de la VIII escuadrilla. Allí se encontraba a gusto, hasta que le ofrecieron integrarse en el servicio de inteligencia del CESID.

Jaime Rocha está orgulloso de haber sido miembro del servicio de inteligencia, durante 25 años inolvidables. Recuerda una frase de Pastor Petit: "A los espías hay que buscarlos entre los idealistas". Empezó en Cádiz, en 1978, en unos momentos difíciles de la Transición, cuando la democracia estaba amenazada por la extrema derecha y por la extrema izquierda radical, cuando estaba en plena efervescencia el terrorismo de ETA y también del GRAPO.

En 1983 pasó a Madrid, al gabinete del director del CESID. Desde allí llevaba las relaciones exteriores. Mantenía contactos con los servicios de inteligencia de los países europeos, con la CIA, el Mosad de Israel, e incluso con el KGB soviético. Después estuvo tres años en diversos destinos extranjeros, sin cobertura diplomática, hasta que en 1989 viviría su experiencia más apasionante: cinco años en Praga, que coincidieron con el derrumbe del Muro de Berlín, el fin del Telón de Acero.

Cuando llegó a Praga todavía era la capital de Checoslovaquia. Empezaba la transición desde el comunismo a la democracia. Praga era un hervidero, un nido de periodistas y de espías. Allí pudo conocer a periodistas españoles como Alfonso Rojo o Francisco Eguiagaray, que acudían a informar de los cambios. Jaime Rocha ejercía como consejero de cultura, prensa y educación, con cobertura diplomática. Allí permaneció hasta 1994. Vivió una actividad social muy intensa.

Tras regresar a Madrid en 1994, permaneció dos años más en la sede central del CESID, hasta que en 1996 dio un nuevo giro a su vida. Pasó a ser gerente de la fábrica de azulejos Inalco, que la familia Michavila tenía en Alcora (Castellón). Cuando llegó estaba con pérdidas, pero en cinco años empezó a dar beneficios. Fue el primer artífice de la llegada de trabajadores gaditanos al sector de la cerámica en Castellón. Lo habló con Pepe Cuadrado, de la Fundación Dora Reyes. A esa y otras fábricas, en tofal, fueron hasta 2.000 gaditanos. Una parte se ha quedado allí y otros volvieron.

En Castellón estuvo desde 1996 hasta 2002. Tenía la ilusión de volver a Cádiz, pero esa alegría se le quedó a medias. Aquí se dedicó a actividades empresariales de construcción. Fue socio de Jenaro Jiménez Hernández, actualmente en prisión, tras fingir su desaparición y protagonizar dos fugas. Era amigo del padre desde hacía 40 años, por lo que le parecía una persona de confianza. Sin embargo, resultó presuntamente perjudicado por su socio en operaciones inmobiliarias que aún están pendientes de juicio.

Se jubiló en 2007. Era capitán de navío desde 1993, y estaba en la reserva del renovado CNI. Su ilusión era dedicarse a escribir. Ha publicado artículos en Diario de Cádiz, La Razón y El Debate de hoy. También escribe los blogs La Quinta Columna y No es país para cuerdos. Fue director de la revista de los Caballeros Hospitalarios.

Jaime Rocha es muy conocido por su actividad solidaria, su implicación para la ayuda social a los necesitados, y sus creencias cristianas. Actualmente, es presidente en funciones de la oenegé Madre Coraje, tras haber sido cinco años delegado en Cádiz y San Fernando. Colaboran sobre todo en Perú, y también en Mozambique, además de prestar ayuda social en Cádiz, que se ha incrementado con la crisis. Cuentan con una tienda de ropa de segunda mano, a precios módicos, en Loreto.

Ejerce como secretario del centro de Cádiz de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). Ingresó en esta asociación cuando la dirigía Manuel Bustos. Centran sus actividades en cursos y conferencias formativas, especialmente relacionadas con el papel de los católicos en la vida pública.

También pertenece a los Caballeros Hospitalarios y la Hermandad de la Santa Caridad. Ha recibido diversas condecoraciones. Es miembro del Ateneo de Cádiz. Y, entre otras actividades, fue nombrado delegado de la Unión Latina en Cádiz, que se creó en 1956 para aglutinar acciones culturales de países de origen latino, de Europa y América. La preside José Luis Dicenta, al que conoció como embajador en Praga. Organizaron diversas actividades en 2012 para el Bicentenario.

Dios, la familia y los amigos. Esa es la trilogía en la que se ampara Jaime Rocha para vivir según sus convicciones y su compromiso. La fe le ha ayudado a salir de los apuros. Sus hijos le ayudaron cuando más lo necesitaba. Sus amigos le reconocen ese talante solidario y leal que le caracteriza.

Tuvo vocación de artillero, de marino, de espía y de empresario. Ha publicado un libro con sus artículos. Prepara una novela con trasfondo de yihadismo. Ha pasado por casi todo lo que se puede pasar, incluso hasta el límite. Pero de todo eso no le ha quedado la vanidad de nada, sino ganas de ayudar. Con la firmeza de saber que la vida merece la pena vivirse, aunque sea difícil, porque la fe mueve montañas y remueve el barro, y acerca a la Luz.

JOSÉ JOAQUÍN LEÓN

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