Patrimonio en Cádiz: Una muralla multiusos y sin ideas
El Ayuntamiento ha ignorado durante ocho años el frente de Puerta
Ahora plantea otro pequeño museo que no tiene relación con la potencia histórica de las fortificaciones
La Puerta de Tierra de Cádiz: Dos arcos y una polémica
El siglo XVIII aparece bajo la fuentes de la Puerta de Tierra
EL Ayuntamiento de Cádiz ha anunciado una inversión de 247.00 euros, procedentes de los Next Generation, en el frente de la Puerta de Tierra.
En un primer momento nos podíamos imaginar que, tras ocho años sin gastar ni un euro en este complejo histórico (más allá de las verjas instalaciones en el patio de las bóvedas de Santa Elena), por fin llegaba dinero para el mantenimiento del monumento, referente de la ciudad.
Podía llegar dinero, por ejemplo, para arreglar el tramo de la balaustrada del foso del Pelíkano que estuvo a punto de desplomarse en 2019 (cuatro años ya) y que desde entonces solo encuentra protegida por un armazón de hierro que evita su caída.
Podía llegar dinero para tapar todas las juntas de los lienzos de la muralla que se han ido desgastando con el paso de tiempo, desde que hace cerca de dos décadas el Ayuntamiento, entonces en manos del PP, ejecutó una actuación integral en todo el conjunto.
Podía llegar dinero para la urbanización de los dos fosos. El del Pelíkano, casi abandonado a su suerte, sin equipamientos que animen a su visita, más allá de un inmenso parque canino que se ubica a pie mismo de un monumento nacional; y el del IES Columela, sirviendo como precaria pista deportiva.
Podía llegar dinero para habilitar de nuevo el paseo superior, cerrado desde hace más de un año y sin perspectivas de que presente una cara renovada cuando se vuelva a abrir.
Podía llegar dinero para renovar y modernizar el alumbrado exterior, especialmente el que ilumina las bóvedas de Santa Elena y San Roque.
Podía llegar dinero para concluir la restauración de la fachada superior del baluarte de San Roque, especialmente porque la Demarcación de Costas ya terminó de arreglar su parte (de la cota cero de la acera hasta el nivel del mar) hace ya muchos años. Y, sobre todo porque ya han caído piedras a la vía pública.
Podía llegar dinero para iniciar de una vez por todas la reforma de los antiguos Talleres Velasco, en la parte inferior del baluarte de Santa Elena, con una enorme superficie y un potencial ciudadano aún mayor.
Podía llegar dinero para ultimar la reapertura del torreón de la Puerta de Tierra. Allí está prevista la apertura de un pequeño centra de interpretación de la fortificación... pero llevamos esperando un año su inauguración. Ya puestos, sería un dinero ideal para adecentar toda la planta inferior de este acceso a la muralla.
Podía llegar dinero para restaurar el lienzo de la muralla en la cara del baluarte de Santa Elena que da a la estación de tren y que ofrece una imagen de abandono a quienes llegar a la ciudad en este medio de transporte.
Sin embargo, adelanta el Ayuntamiento, lo que se propone con este dinero es rehabilitar un número indeterminado de bóvedas para instalar allí... un Museo de la Electricidad. Si esta operación al final sale adelante, solo cabe esperar que tenga mejor vida que el pequeño Museo de la Electricidad que se montó cerca del Palacio de Congreso y que tuvo un uso muy bien escaso.
Trastero municipal
El Ayuntamiento aún no ha determinado dónde se ubicará este nuevo centro, ni el contenido que va a ofrecer a los visitantes. Junto al Museo del Títere quedan libres las bóvedas del antiguo laboratorio de la Junta; y junto al Museo Litográfico hay más dependencias vacías, algunas usadas como ‘trastero’ municipal, otras cedidas hace tiempo a la concejalía de Juventud y a entidades carnavalescas. También quedan las dependencias de la antigua Casa del Niño Jesús.
Sea cual sea la ubicación de este Museo de la Electricidad, la decisión de instalarlo en el frente de la muralla afianza este complejo histórico como un contenedor de usos lo más variopinto posible y la gran mayoría con una escasa, o nula, relación con la historia de la propia muralla.
Hay que tener en cuenta que además del amplio listado de usos que tienen las bóvedas, los baluartes también cuentan con un extenso número de inquilinos. Desde la sede de Procasa a una peña carnavalesca y las dependencia de los legionarios, a varios talleres de construcción y reparaciones, un coqueto bar e incluso una sala municipal de exposiciones.
De esta forma, todo se llena dependencias públicas y privadas con un contenido ajeno a la historia de la muralla, exceptuando el torreón... que sigue cerrado a punto de iniciar la temporada estival.
¿Es lo que pretendía el Plan Director de las murallas que anunció en su día el Ayuntamiento? ¿No debería de apostarse por un uso plenamente integrado en la historia de Cádiz y sus fortificaciones? ¿Es lógico ceder bóvedas a la iniciativa privada o dedicarlas a unas oficinas públicas?¿Acaso no hay naves o edificios más apropiados para estos contenidos? ¿Qué relación pueden tener tres museos, pequeños en tamaño y sin posibilidades de crecimiento, con temáticas tan dispares como la de los títeres, la electricidad y la litografía?
Y ya puestos. ¿Por qué un Museo de la Electricidad? Si la ciudad necesita de centros expositivos antes tienen prioridad dos: Uno relacionado con la historia del comercio y la relación con las antiguas colonias, y otro centrado en la Constitución de 1812 y el papel político relevante que jugó Cádiz durante buena parte del siglo XIX.
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