¿Por qué se caen las murallas de Cádiz?: Ejemplos históricos de derrumbe
Patrimonio
La falta de un plan director en todo el conjunto de las murallas, fortalezas y baluarte han llevado históricamente a actuaciones de emergencia
Costas aprueba la realización de obras de emergencias en el Castillo de San Sebastián
Patrimonio de la Humanidad para las murallas de Cádiz: una propuesta imposible
Hace unos días la Demarcación de Costas aprobó la realización de obras de emergencia en tramos de la muralla del castillo de San Sebastián afectados por la acción del mar.
Medio Ambiente ha declarado a mediados de este septiembre el procedimiento excepcional de emergencia para la reparación de los daños en tramos de la muralla del Castillo de San Sebastián y en alguna estructura del interior de la histórica fortaleza. El presupuesto asciende a 865.000 euros y el plazo de ejecución se fija en seis meses. Pero, ¿por qué se cae a pedazos este importante legado centenario, que es uno de los emblemas históricos de la ciudad?
Pues justo por eso, por actuar a trompicones, por emergencia, sin una plan director que marque una verdadera hoja de ruta a seguir no solo en la recuperación en los tramos más afectados, sino en el mantenimiento de un conjunto -baluartes, castillos y murallas- que se rodean del más hermoso pero destructivo agente natural como es el mar. Y así se ha demostrado a lo largo de la historia, salpicada de prolongados episodios de dejadez tan solo abordados cuando casi ya no tenían remedio.
Y es que el Castillo de San Sebastián, que podía ser una de las grandes joyas de la corona patrimonial gaditana, uno de esos monumentos perseguidos del patrimonio nacional, ha sido uno de los grandes ejemplos del abandono sistemático. En esta ocasión de un puedo pero no quiero. Porque era obligado tanto querer como poder por parte de sus propietarios, que es el Gobierno de España, aunque cedido en los prolegómenos del Bicentenario de Cádiz al Ayuntamiento y recuperado en 2015, para un proyecto que no alcanzó, ni de lejos, la luz.
En los últimos años -desde 2009 hasta 2018- se ha dotado de unos 15,6 millones de euros -en gran parte aportados por el Gobierno- y repartidos entre la rehabilitación de las casamatas de cara al Bicentenario en 2012 para convertirse en espacio expositivo en un proyecto que apenas duró uno meses, hasta la más reciente para la reparación estructural del paseo.
En estos meses anteriores Costas también se ha actuado puntualmente en la rehabilitación de la muralla de Cádiz en su parte más cercana a la playa Santa María del Mar, en el primer tramo del Campo del Sur y en la zona comprendida entre el Baluarte de los Mártires y Santa Catalina, además de en una pequeña parte del lienzo de la muralla, junto a la citada playa, en la que la piedra no estará la vista y quedará resanada y enlucida. Una iniciativa acertada, pero que requiere de un plan prologando en el tiempo para que no se repita la historia.
Ejemplos históricos de abandono
- Aunque el del Castillo de San Sebastián ha sido el ejemplo más evidente de actuaciones a destiempo por falta de mantenimiento, no ha sido el único que se recuerdan en la historia reciente de la ciudad. Es el caso del Baluarte de San Nicolás, totalmente derrumbado desde principios del siglo pasado, justo detrás de la Casa de Iberoamérica, que fue hundiéndose por una más que evidente falta de mantenimiento como consecuencia de los embates del mar, y cuyos restos pueden verse cuando baja la marea.
- En estas fechas también se produjo un socavón durante las obras de la Catedral de Cádiz. En 1915 un temporal provocó un inmenso boquete de más de 30 metros a espaldas del Palacio del Obispo, tras la Catedral. El destrozo fue tal que quedó a la vista la muralla interior que protegía los cimientos de la propia seo gaditana.
- También se produjeron destrozos en la muralla a la altura de la Alameda y también en el propio paseo superior, en Santa María del Mar y varios tramos del Campo del Sur, junto al Baluarte de los Mártires. Ante tanto temporal y tanto socavón, el Ministerio de Obras Públicas optó por la instalación de grandes bloques de hormigón como forma de proteger la Muralla del Vendaval a mediados de los 40, iniciándose el cambio en la fisionomía del perímetro amurallado desde la Alameda, hasta Santa María del Mar.
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