Una necesaria vuelta de tuerca al plan de turistificación de Cádiz

El Paseante

La ordenanza aprobada en 2022 permite el uso hotelero a más de cien fincas en el casco antiguo, cuando el sector puede estar ya saturado en la zona

Habría que facilitar el uso residencial en edificios con grados de protección 0 y 1 en la ciudad

Los apartamentos turísticos sólo podrán ir en edificio protegidos

Escaparate de la pastelería de El Pópulo.
Escaparate de la pastelería de El Pópulo. / Julio González

El Plan de Turistificación que aprobó el Ayuntamiento de Cádiz a finales de 2022, puso coto a la apertura de nuevos pisos turísticos en el casco antiguo, pero mantuvo la posibilidad de apertura de nuevos apartamentos turísticos y hoteles en edificios protegidos en intramuros. Son estos los que en el Plan de Ordenación Urbana, PGOU, tienen un grado de protección 0 y 1, la máxima en la ciudad y que limita en extremo sus reformas internas.

En aquel momento el Ayuntamiento, entonces gobernado por una coalición de izquierda, cifró en unos 140 los edificios que con esta categoría existían en la ciudad, y que por lo tanto podrían tener un uso turístico.

Desde entonces, y en especial desde hace ya unos meses, el control del Ayuntamiento, ahora gestionado por el PP, se ha incrementado el control sobre las viviendas turísticas ya que siguen registrándose nuevas ofertas en intramuros, a pesar de ir en contra de la normativa municipal.

La apertura de nuevos apartamentos turísticos o de pequeños y medianos hoteleres en los últimos meses, sí cumplen de forma estricta con la ordenanza municipal. Pero su desarrollo ha terminado por chocar con la realidad, y los usos, de edificios que según la norma pueden tener uso turístico a pesar del problema habitacional que tiene la ciudad y del mantenimiento de su comercio tradicional.

Es lo que ha pasado con la trasera de la Casa de los Pazos de Miranda, popularmente conocido como edificio Amaya. Con la máxima protección urbanística, se ha vendido la parte que seguía en manos privada (el resto funciona como oficinas municipales desde los tiempos del alcalde Carlos Díaz), a un promotor ajeno a la ciudad con el objetivo, según los afectados, de transformar la finca en apartamentos turtísticos. Un proyecto que supone la salida de la histórica pastelería El Pópulo, uno de los comercios más antiguos de la ciudad, con orden de cierre a sus actuales empresarios para finales de año, a fin de dejar libre la planta baja donde está el local público y la planta primera, donde se ubica el obrador.

El adelanto de este anuncio por parte de Diario de Cádiz, ha provocado una oleada de solidaridad con este negocio (a saber si también de compras en el mismo) y ha vuelto a poner en el centro del debate los usos turísticos de una parte del parque inmobiliario de la ciudad.

La operación prevista en la Casa de los Pazos de Miranda es legal, pues cumple lo previsto por la ordenanza contra la turístificación. La propiedad puede mantener o no abierto este local sin entrar en conflicto con la legislación, y una vez que ha concluido el contrato firmado con los inquilinos. Sin embargo, el posible cierre de este establecimiento hace ver si es necesario darle una vuelta de tuerca al plan municipal vigente desde hace cerca de dos años.

Sería necesario revisar el centenar largo de edificios que pueden tener uso hotelero, y analizar uno a uno si es factible su uso residencial, evitando con ello la saturación del casco antiguo con nuevos apartamentos turísticos que, en su gran mayoría, van acompañados con la eliminación del comercio en sus plantas bajas.

Hay que tener en cuenta que el casco antiguo apenas tiene un kilómetro cuadrado de superficie residencial. Y que a pesar de la pérdida de población que sufre desde hace más de tres décadas, en ellas residen algo más de 30.000 personas, lo que supone una elevada densidad de habitantes, propia de ciudades súperpobladas. A esta carga vecinal se le une la presión diaria como epicentro administrativo de la ciudad y de media provincia, y como ubicación de los principales equipamientos culturales de la ciudad, que es de esperar vayan en aumento a medida que se recuperen las antiguas fortificaciones militares.

Por ello, hay que ser cautos en su desarrollo turístico, como pretende el Ayuntamiento que ha encargado a la UCA un estudio sobre la presión que sufre el casco en cuanto a alojamientos para viajeros.

Aumento de las camas hoteleras

En apenas unos años Cádiz ha incrementado de forma más que notable las camas hoteleras (a las que hay que añadir los pisos y apartamentos turísticos, donde somos líderes provinciales). Hace una década Jerez, uno de los referentes del turismo en la provincia, nos superaba con creces en la oferta de hoteles, mientras que hoy ya hemos igualado su oferta de habitaciones. Y la capital aún tiene pendiente, en su casco antiguo, la construcción de cinco hoteles de nueva planta: en la estación (en manos de Barceló y con una categoría de cinco estrellas), en el desarrollo de la zona portuaria y en el Campo de las Balas. Junto a ello, las obras ya iniciadas en la Casa del Almirante y en una de las casas palacios de la Alameda (con otro centro de cinco estrellas).

Sin entrar en lo que se pueda ir construyendo en Puerta de Tierra, puede que se den ya los número suficientes para cerrar el cupo de desarrollo hotelero en el casco antiguo. Aquellos edificios con grado de protección 0 y 1, con perspectivas de tener un uso turístico, bien pueden replantearse para uso residencial en el caso de los que estén hoy cerrados. Es cierto, como afirma el sector de la construcción, que reformar una finca en intramuros para vivienda es sustancialmente más cara que reutilizarla para apartamentos, por todas las exigencias que se piden desde el área de Urbanismo. Tal vez sea el momento se replantearse cambios en esta norma.

El actual equipo de gobierno de Bruno García ha puesto la promoción de la vivienda como una prioridad en la ciudad. Facilitar el uso residencial en estos edificios mediante una nueva normativa, por lo menos en lo que sea más sencillo, algo puede ayudar a este objetivo.

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