"Un niño nunca es un migrante, un niño es un niño"
Las I Jornadas de Buenas Prácticas sobre Inclusión y Menores Migrantes, celebradas este lunes en Cádiz, contaron con la presencia del Defensor de la Infancia y Adolescencia en Andalucía, Jesús Maeztu
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Cádiz/Quizás, este reportaje, hubiera tenido más pegada comenzando con los testimonios (necesarios y cruciales, por supuesto) de tres jóvenes migrantes que este lunes quisieron compartir su experiencia vital en las I Jornadas de Buenas Prácticas. Construyendo para la Inclusión. Interculturalidad y Menores Migrantes que la Fundación Tierra de Todos, la asociación Cardijn y Save The Children organizaron en Cádiz. Sin embargo, las palabras de la periodista Patricia Simón, que a través de un vídeo recordaba que la migración “es un derecho” y “no está más justificada” por “tragedia más grande” sufrida, y, sobre todo, la reflexión del Defensor de la Infancia y la Adolescencia de Andalucía, Jesús Maeztu, que incidía en que “un niño nunca es un migrante, un niño es un niño”, provocan que me urja variar el tono de este artículo y dar el sitio merecido al corazón de este fenómeno “del que nos han querido convencer que es un problema”, coincidirían.
Maeztu, siempre con su amor a Cádiz, “históricamente ciudad de acogida”, y su historia personal con esta localidad que arranca hace medio siglo, formó parte de la mesa inaugural de las jornadas en la que también se sentó el alcalde de la ciudad, Bruno García, el obispo de la diócesis de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, y la responsable de Save the Children de Andalucía, Irene Santos. Desde ahí, y desde su doble condición (ya saben, también es el Defensor del Pueblo Andaluz), exigía a las autoridades “no eludir la responsabilidad que tienen con estos menores”.
“La tutela de estos chicos y chicas la tienen los poderes públicos, el Estado, y nunca se les tiene que pedir sus apellidos (migrante, migrante no acompañado, el estigmatizado término de MENA...). Los niños son niños y su estatuto jurídico es el de menor de edad por encima del de persona extranjera”, recordaba Maeztu que sabe de “la complejidad” del fenómeno migratorio y de dar “una buena respuesta” debido “al entramado de administraciones que intervienen y las repercusiones sociales” pero que ve la solución en un Plan Migratorio Nacional que atienda a estos menores de manera integral y especializada y donde se implique “a todas las comunidades del Estado español” y de una manera “ordenada”. “Qué mejor que hacer un plan para repartir a estos niños cuando hay ciudades que necesitan 3.000 o 5.000 niños ahora mismo. Y no es cuestión de dinero es cuestión de visión, porque lo que se gaste en un migrante en políticas sociales no es una carga es una inversión”, defendía.
Esta mirada se vio aún más ampliada por la experiencia de más de 20 años informando sobre migraciones de la periodista Patricia Simón que compareció a través de un vídeo en la mesa Aterrizando en la realidad, donde también estuvo de manera virtual su reputado colega Nicolás Castellano, y de forma presencial el periodista del área de Infancia de Save the Children, Ibrahim Rifi, y la profesora de la Facultad de Educación de la UCA, Cristina Goenechea.
“A veces parece que estamos lanzando el mensaje que para migrar hay que estar huyendo de grandes desgracias, y eso es profundamente racista ya que migrar es un derecho recogido, y es algo que está bien explicarlo, al igual que recordar que si ocurre un flujo migratorio grande no es un fenómeno natural sino que hay una causa detrás. La gente no aparece como setas en el Mediterráneo sin un contexto previo. Tenemos que contar cuáles son los actores que provocan que mucha gente se vean forzadas a migrar, quiénes hacen que esas personas, en lugar de coger avión tengan que jugarse la vida, sufrir muchas violencias y pagar ingentes cantidades de dinero para llegar a su destino. Eso es importante recordarlo todo el tiempo e identificar a esos actores con nombres y apellidos”, indicaba la lúcida periodista antes de señalar al Consejo Europeo que “ya en los años 80 decidieron presentar las migraciones como atentado contra la seguridad europea, cuando es una cuestión humanística que podría estar perfectamente gestionada por las relaciones internacionales”.
La profesional se revolvía contra esta construcción de la migración como amenaza y desmontaba la idea “ilógica” de “culpar a niños que tienen que migrar solos de que ahora se cobre menos que hace 20 años”. “Por eso son tan importantes estas jornadas, porque es en los centros educativos (especialmente estaban dirigidas a profesorado, voluntariado y tercer sector) donde es más fácil destruir los discursos de odio porque en ellos es donde hoy se está dando la multiculturalidad y la convivencia”, reconoció.
Y, de hecho, hubo lugar en las jornadas para contar algunas experiencias de buenas prácticas en colegios e institutos de la provincia y sí, también se contaron experiencias personales de jóvenes que un día fueron menores migrantes que llegaron a nuestra tierra con una gran historia detrás. Pero si no la hubieran tenido, igualmente estaban en su derecho a migrar, igualmente, eran menores, niños, sin más apelativos.
La necesidad de docentes que "no sean ciegos al color"
“No hay nada más injusto que tratar a todos los niños igual. A los niños hay que tratarlos según sus necesidades”. Es la profesora titular del departamento de Didáctica de la Facultad de Ciencias de la Educación de Cádiz, Cristina Goenechea, la que hace esta reflexión asegurando que “se necesitan docentes que no sean ciegos al color”.
Goenechea, que forma a los profesores del futuro, habló este lunes de la realidad de los menores extranjeros en los colegios, el 83% de ellos en colegios públicos y la mayoría se concentran en barrios y zonas muy determinadas, con lo que se hace muy difícil “una verdadera inclusión”. Goenechea ha hablado de “la huída blanca”, sí hay padres que sacan a sus hijos de colegios si hay muchos menores migrantes o de origen migrante, de los estigmas que caen sobre ellos, de la poca eficacia de hacer eventos festivos “como el día o la semana de la diversidad” en vez de hablar “de desigualdad y de racismo”, y de la urgencia de profesores formados e informados sobre inclusión “aunque no haya ya ni una asignatura en el grado”.
La importancia de las palabras
Periodista y miembro del área de Infancia en Movimiento de Save the Children, donde trabaja desde el Campo de Gibraltar, Ibrahim Rifi se ocupó de mostrar los patrones de odio que más se repiten en los medios de comunicación y la importancia de construir un nuevo discurso.
No sólo habló de la palabra MENA, un término jurídico “en principio inocuo” pero sobre el que se ha vertido todo un discurso de odio “homogeneizando a un colectivo para criminalizarlo”, sino también de la “gran cantidad de bulos que circulan en medios y redes sociales” y noticias “que no son falsas pero donde “se visualiza el origen, la etnia o la religión” del protagonista de un hecho delictivo “cuando ese origen no aporta nada a la noticia” o la transgresión de la intimidad de estos menores ofreciendo datos o imágenes que no se publicarían si fueran menores autóctonos.
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