El nombre que debería de sustituir al Puente Carranza, y así pagar una deuda con los gaditanos
Se abre un debate sobre la denominación del paso elevado
Los vecinos de la ciudad fueron los que pagaron esta infraestructura
Este podría ser el nuevo nombre del puente Carranza de Cádiz
El puente José León de Carranza de Cádiz, en uso desde 1969, se ha metido de lleno en el agrio debate de los cambios de denominación de vías y equipamientos impuestos por la Ley de Memoria Democrática.
A los cambios de nombres de calles, avenidas y plazas que acompañaron al retorno de la democracia en los ayuntamientos, en 1979, eliminando las referencias de los principales jerarcas de la dictadura franquista, se le ha unido en los últimos años la eliminación de referencias al régimen que aún quedaban por quitar.
En Cádiz, el gobierno de José María González elaboró un amplio documento analizando diversos nombres por si se estaban afectados por la Ley de Memoria Democrática. Así cayeron del nomenclátor todas las referencias al alcalde Ramón de Carranza, incluyendo el busto de Juan Luis Vassallo en el Ayuntamiento o el título del estadio de Fútbol. Su hijo, alcalde de la ciudad durante 21 años, También vio perder su avenida y la placa situada en la finca donde nació.
Durante todos estos años la denominación del puente José León de Carranza ha permanecido intocable, incluyendo un busto del alcalde que promovió esta infraestructura situado en la pata gaditana del puente. Ahora, sin embargo, el gobierno Central ha iniciado el proceso de cambio de nombre para el que fue el primer puente sobre la Bahía de Cádiz.
Como ya adelantó este diario, un grupo de historiadores está elaborando un análisis de la participación de José León de Carranza en la política activa durante la dictadura, a fin de justificar, o no, la retirada de esta denominación.
Curiosamente, en un principio el puente sobre la Bahía iba a llevar el nombre de Francisco Franco. Sin embargo, el dictador prefirió que se denominase José León de Carranza, que había fallecido apenas unos meses antes de la inauguración. Tal vez Franco reconoció en el último momento que su Gobierno ignoró las necesidades de Cádiz y las reclamaciones de Carranza para la financiación estatal de esta inmensa obra. Finalmente, fue la propia capital gaditana la que puso los más de 600 millones de pesetas que, hace cerca de 60 años, costó su puente. Un dinero que ahogo al Ayuntamiento de Cádiz y casi le llevó a la quiebra. Al final, Jerónimo Almagro, sucesor de Carranza aún en la dictadura, tuvo que traspasar la gestión del puente a una empresa privada, que impuso desde entonces y hasta la llegada de la democracia, un peaje que debía de pagarse para entrar o salir de la localidad.
Con el documento de los historiadores aún en fase de redacción, y pendiente de la decisión del Ministerio de Memoria Democrática, lo cierto es que desde la Subdelegación del Gobierno de Cádiz ya se barajaba la oportunidad del cambio de nombre aprovechando las obras de mejora en el puente. Así, la intención era, dejando a un lado cualquier debate histórico y político, cambiar el nombre cuando se instalase un carril bici en el espacio hoy ocupado por el carril reversible, y se mejorase los laterales utilizados por el personal de mantenimiento del puente.
En todo caso, fuera por la Memoria Democrática como por la excusa de las obras de mejora, el puente tenía ya su tiempo contado con su primitiva denominación. Ahora bien ¿qué nombre le ponemos?
Poco a poco comienzan a ponerse sobre la mesa algunas alternativas, ninguna oficial y todas a título personal. Hay quienes proponen el nombre del poeta Rafael Alberti, como un referente internacional de nuestra cultura y por su conexión con la Bahía; la propia subdelegada del Gobierno plantea el nombre del Puente del astillero, como recuerdo a una industria esencial para Cádiz.
Pero, ¿no sería más lógico poner el nombre de quiénes de verdad hicieron posible el primer puente sobre la Bahía de Cádiz?
Comentaba antes que el gobierno de Franco siempre ignoró las peticiones de ayuda para construir el puente realizadas desde el Ayuntamiento de Cádiz. El propio Carranza se lamentaba que sí se habían financiado otras actuaciones, como un puente en Huelva, mientras no se le daba ni un duro a Cádiz. Así, Carranza tuvo que acudir a los bancos para financiar las obras.
El proyecto original contaba con carriles para los peatones y para ciclistas, que se eliminaron para reducir costes. Sin embargo, construir los pasos elevados, con una estructura diseñada en Alemania, fue muy costoso. Como decía, el Ayuntamiento rozó la quiebra y afectó a sus inversiones en años siguientes, como bien pudo comprobar la primera corporación democrática en 1979.
Para salvar esta situación, el puente pasó a ser gestionado por una empresa privada. Y los gaditanos, para utilizar esta vía como puerta de entrada o salida de su ciudad, tuvieron que pagar durante años un peaje.
Así que, nada mejor que dedicar el puente construido con el dinero de los gaditanos a los propios vecinos. Y denominarlo, cuando se decida el cambio de nombre: Puente de la Ciudad de Cádiz.
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