Sin noticias de los represaliados
trabajos en el cementerio de san josé
No se han encontrado indicios de violencia en el centenar de cuerpos, hasta ahora, exhumados
La fosa está muy dañada por una obra realizada en el año 79
Cádiz/Pica el sol y punzan los resultados que "aunque no sean del todo negativos, son un poco peor de lo que nos esperábamos". Las familias tuercen el gesto, sólo un segundo, pero pronto el interés y el reconocimiento por el trabajo realizado hasta ahora por el equipo de arqueólogos se superponen a la decepción. Como una postilla, que tapona pero no oculta la herida. Aun así, esta decena de familias sabe de cicatrices y de otras marcas invisibles que deja el tiempo. Porque se cuentan también por decenas los años de espera, de tierra y más tierra sobre su derecho de justicia y reparación. No, hoy no tienen noticias sobre sus abuelos, tíos, padres asesinados en la masacre fundacional del franquismo en Cádiz pero, al menos, en el cementerio de San José encuentran la tierra removida, la fosa agujereada. Una ventana. Una esperanza.
"¿Posibilidades de encontrarlos en esta campaña? Complicado. ¿Probabilidades? Sí, claro, existen", José María Gener, arqueólogo municipal al frente de las labores de localización e investigación de las fosas comunes (norte y sur) del patio 1 del cementerio de San José, se pregunta y se contesta intentando mantener el equilibrio entre los resultados de cinco meses de trabajo y las expectativas proyectadas en una campaña que culmina el 31 de julio promovida por la Delegación de Memoria del Ayuntamiento de Cádiz y bajo el impulso de la Plataforma por la Memoria Histórica de Cádiz.
Un proyecto que, como Gener recuerda a los familiares de las víctimas que esta semana visitaron el cementerio para hacer un seguimiento de los trabajos, tiene como objeto "no la excavación entera de la fosa norte sino su localización exacta y, sobre todo, averiguar qué había pasado con ella y con la fosa sur ya que tuvieron vida hasta los años 70".
Los resultados, hasta ahora, han sido "peores de lo esperado". La fosa norte ha sido parcialmente localizada, ya que está "muy dañada por una obra que se realizó en el año 79", pero no se han encontrado indicios de violencia en ninguno de los más de 100 cadáveres exhumados por ahora en los dos sondeos (de unos 3x3x2,10 metros de dimensión) realizados en el área de estudio (de unos 400 metros cuadrados).
De hecho, a pie de los sondeos, los arqueólogos del equipo de Gener, María Isabel Gómez, Francisco José Moncayo y Fátima Barreiro, y los operarios, Carlos Jesús Navarro y Patricia González, dieron buena cuenta a los familiares de "las dificultades" con las que se han encontrado en su labor y su "total implicación" en esta inédita intervención, "de las primeras en España que se realizan en este sentido, ya que no hablamos de intervenir en una fosa común exclusiva para represaliados, sino de una fosa que ha tenido actividad antes y después". Concretamente, una fosa común de 17x10 metros (no se sabe si a lo largo o a lo ancho) con miles de restos humanos, entre ellos, los de algo más de 200 personas represaliadas en los primeros años del levantamiento.
Así, con paciencia y sin miedo al sol (ni a la sombra alargada del cara al sol), los familiares fueron informados sobre el terreno del principal obstáculo con el que se han topado los profesionales. Una desmedida y desproporcionada obra de cimentación que en el año 1979 se realizó, presumiblemente, sobre buena parte de la fosa común y que se llevó por delante muchos de los restos. Las estructuras de hierro y hormigón verticales y horizontales están ahora a plena vista. Tristemente, desafiantes.
"Ya sabíamos, como os dijimos en la presentación del proyecto de intervención, que en la zona se habían hecho una serie de obras para cimentación de cuarteladas y de nichos que podrían haber afectado la fosa. Desafortunadamente, la afección de esa obra del año 79, donde se hacen seis cuarteladas de nichos en el patio 1 sobre la zona donde están las fosas norte y sur, es más profunda de lo esperado. El proyecto de la obra indicaba unas cimentaciones de hormigón con unos arriostramientos (una estructura de sujeción y equilibrio en la construcción de edificaciones mediante contrafuertes o tirantes metálicos ) que confiábamos que llegaran a nivel -1, -1,5 (es decir, a niveles relativamente superficiales) y tuviéramos la suerte de que las fosas estuvieran conservadas, pero, desafortunadamente las personas que realizaron esa obra no confiaron en el subsuelo y decidieron cimentar hasta los fondos mismos de la fosa, destrozándola".
Gener no engaña. Echamos un vistazo a los agujeros y la realidad se abre, incluso, a nuestros ojos inexpertos. Los cimientos tocan la arcilla, el terreno natural, y cada tres metros se localiza un pilar, con su correspondiente zapata, y arriostrada por debajo. El perfil que pertenece al interior de la cuartelada nos devuelve la imagen de una amalgama de astillas de caja y hueso y hormigón, "es un vaciado, se construye y luego se rellena con lo que han vaciado, y por eso están estas zonas tan afectadas", aclara.
Aun así, no está todo perdido. "Donde estaban las cuarteladas, la fosa fue vaciada pero, afortunadamente, entre cuartelada y cuartelada había dos calles, y en esos espacios no había arriostra, por lo que los enterramientos están sin alterar y es donde hemos centrado los esfuerzos", señalan los expertos las dos vías que, efectivamente, se nos muestran excavadas en unos puntos muy concretos (los dos sondeos) de donde se han estado exhumando los cuerpos (de adultos e infantiles) encontrados "en cajas de pino tintada", tal y como se indicaba en los libros del cementerio. Eso sí, sin ninguna evidencia de violencia en ellos que indique que pueden pertenecer a personas represaliadas por el franquismo. "Por ahora, por ahora, quién sabe si en la hilera siguiente de sepulturas damos con alguno...", dicen esperanzados.
En la zona sur del patio 1 también se usó el mismo sistema de obra aunque ha habido alguna "sorpresa". Han buscado la fosa, indicios de enterramientos con el georradar, y "no hay nada". "Pero eso no es necesariamente malo, sino que parece que la fosa es más pequeña de lo que creíamos así que hay que intentar localizarla y las expectativas son más positivas porque al ser posterior que la norte (la fosa sur se abrió toda vez colmada la anterior en 1938) los enterramientos están al fondo, con lo que hay más probabilidades de conservación", indican.
Pero el tiempo vuelve a poner la zancadilla a la voluntad. La campaña culmina el 31 de julio. La localización de la fosa sur, decididamente, habría que dejarla "para una fase posterior de la intervención", advierten, y en la fosa norte, todo depende de cómo avancen los trabajos de exhumación (en el sondeo 1 norte han terminado y están trabajando en el segundo) que llevan aparejados el estudio minucioso y la documentación de los restos encontrados, "sean de represaliados o no". "Cuando terminemos, entregaremos un informe donde vamos a proponer diferentes fases de intervención, entre ellas, la excavación en extensión de las dos calles en las que hemos realizado los sondeos y exhumar todos los cadáveres que haya en esa zona y también hacer un control del vaciado arqueológico, es decir, estar con una máquina viendo que no existe ningún resto conservado. Ya después ese informe pasará por la vía administrativa y ya la Administración y los familiares decidiréis qué pasos se pueden dar", adelantaba el arqueólogo jefe.
Los familiares se miran y hacen preguntas. El sol pica, se caen las postillas, quizás esperaban más, pero hay voluntad. "Yo soy partidario de que hasta que la fosa no se vacíe siempre existe una posibilidad. Quizás no demos con los 200 pero a lo mejor damos con 5, y 5 que al menos son. Seguimos excavando", abre la ventana, Gener.
La posibilidad de convertirse en asociación
El 57% de las personas enterradas entre julio de 1936 y marzo de 1937 en el cementerio de San José fueron víctimas de la represión inicial del franquismo. Personas de distintos puntos de la provincia, sobre todo de la sierra, de donde vinieron a morir 53 personas. Por ello, no es de extrañar que durante la visita para familiares a los trabajos de localización e investigación de la fosa común del clausurado camposanto se dieran cita personas de diferentes localidades. Personas a las que el historiador José Luis Gutiérrez Molina, que ha participado en el estudio previo a la intervención en el patio 1, les lanzó la posibilidad de constituirse como asociación pues les facilitaría el camino a seguir tras la conclusión el 31 de julio de estos trabajos en el cementerio. Una entidad que vendría a sumar fuerza con la Plataforma por la Memoria que hasta ahora ha sido la que ha exigido dignidad para familiares y para los restos de las víctimas.
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