La nueva edad de oro de las plazas de Cádiz
La vitalidad del casco antiguo permite recuperar el uso ciudadano de muchos de estos recintos
En algunos casos aún se pueden organizar más eventos
Cien años de historia de la plaza de España de Cádiz

Las plazas del casco antiguo de Cádiz se han convertido en la punta de lanza de la última fase de la peatonalización de intramuros.
Mientras que se sigue esperando la puesta en marcha de la Zona de Bajas Emisiones, que limitará aún más la entrada al casco histórico de vehículos contaminantes, los últimos años están siendo fundamentales para la recuperación de las tradicionales plazas gaditanas. Espacios que, cada vez más, se convierten en equipamientos para el ocio, el descanso o las fiestas al aire libre.
Ya nada tiene que ver, o casi, con la imagen de las antiguas plazas de la ciudad. Hace apenas unas décadas el vehículo privado mandaba en todas ellas, usándolas como aparcamientos en superficie. La plaza de la Catedral era el gran ejemplo, mientras que otras se veían agobiadas por los coches estacionados en todo su perímetro.
Aunque aún no se ha logrado la total erradicación del vehículo en estas áreas urbanas (que juegan a ser las islas-verdes que se promueven en las grandes ciudades colapsadas por inmensos edificios), el avance ha sido evidente.
Fue la propia plaza de la Catedral la que dio el primer paso, en la etapa de Carlos Díaz como alcalde. Se convirtió en un recinto peatonal. Lo mismo pasó con San Juan de Dios, epicentro de la vida urbana de la capital, ya con la alcaldía de Teófila Martínez, y en último término, la plaza de España, en la pasada etapa de José María González. El actual alcalde, Bruno García, tiene ahora en sus manos dinamizar estos recintos y eliminar los últimos coches que aún acceden a los mismos.
Por lo pronto, ya hay algo avanzado. El dinamismo recuperado en plazas como Candelaria y, sobre todo, Mina, es evidente. El mejor ejemplo es verlas convertidas en recintos donde los niños juegan. También le pasa a San Antonio, aunque aquí parece terreno limitado a los futbolistas.
Esta transformación ha llevado a una cierta especialización de estas plazas.
Catedral ha realizado una importante apuesta hostelera, al igual que pasa con San Francisco y está pasando en Mentidero. La primera de ellas, además, se mantiene como un referente de eventos callejeros al instalarse en la misma actividades en Navidad o en determinadas fechas del año. Y es, también, el gran centro de paso para el turismo. El templo que le da nombre es el equipamiento que más atrae a los visitantes en Cádiz, con más de 300.000 personas en un año.
Como kilómetro cero, la plaza de San Juan de Dios, tiene la presión, también, de los turistas. Mantiene una actividad hostelera que se ha modernizado, con nuevas apuestas, en los últimos años. Es, a la vez, nexo de unión de calles como Nueva y Plocia con una oferta de bares y cafeterías cada vez más potente.
San Antonio, más bien sus vecinos, soporta con resignación la herencia de haber sido la plaza de armas de la ciudad: con un espacio inmenso abierto, sin arbolado o monumento que lo ocupe, propicio para instalar carpas, zonas de juegos infantiles en las fiestas navideñas o el escenario de pregones y conciertos durante el Carnaval.
El potencial que sigue teniendo la renovada plaza de España
El gran descubrimiento ha sido en este tiempo, para quienes no están al tanto de las tendencias del nuevo urbanismo, la plaza de España.
Su reforma, aún incompleta en las zonas ajardinadas, se llevó por delante decenas de aparcamientos de coches y motos que suponían una barrera para mejorar su accesibilidad peatonal.
Hoy, la renovada plaza de España se encuentra en una fase de “acoplamiento” de cara a tener, esperemos que en un plazo no muy largo, un papel referente como lugar para eventos ciudadanos de todo tipo.
Ya, aunque necesita una programación más activa y continuada a lo largo de todo el año, la plaza ha demostrado su potencial durante las fiestas de Navidad y Reyes, con un plan que el Ayuntamiento pretende mantener y reforzar en próximas ediciones. Han funcionado muy bien diversas exposiciones al aire libre, pero la plaza aún debe dar mucho más de si.
Está aún por definir la gran conexión de espacios urbanos abiertos que se logrará una vez el Ayuntamiento haga una apuesta decidida por la transformación del paseo de Canalejas. Cuando se logre, se conectará la plaza de San Juan de Dios con las de España y Argüelles, casi a pie de la Alameda y el parque Genovés, por un extremo, y con los inmensos terrenos del muelle, y su plan de conexión con la ciudad, por el otro.
Esta segunda vida para muchas de las plazas del casco antiguo de Cádiz choca, en todo caso, con la pérdida de población que soporta la ciudad desde hace tres décadas, y que tiene una importante incidencia en intramuros.
Hoy, el casco antiguo cuenta por poco más de 30.000 vecinos, menos de la mitad de lo que llegó a tener hace un siglo.
Es cierto, en todo caso, que la superficie apenas supera el kilómetro cuadrado por lo que su densidad de habitantes en muy alta. Y que la rebaja vecinal ha ido en paralelo a una sustancial mejora habitacional, especialmente gracias al Plan de Rehabilitación del Casco Antiguo.
Y, también, hay que tener en cuenta que al contrario de otras grandes ciudades, el casco antiguo de Cádiz sigue siendo el gran centro administrativo de la capital, donde se concentran la mayor parte de los equipamientos culturales, los referentes históricos y su comercio tradicional. Es, a la vez, la puerta de llegada de centenares de miles de turistas a bordo de los cruceros que atracan en nuestro puerto.
Pero estos condicionantes positivos no han impedido un cambio poblacional en algunas de estas plazas.
Menos residentes
Este periódico relataba hace unas semanas que en la céntrica plaza de San Antonio apenas queda una docena de familias residentes. Mentidero o San Juan de Dios aguantan en cuanto a vecindario, así como en Mina o en la plaza de las Flores. Otras, como Candelaria, han visto ocupar algunos de sus más nobles edificios por apartamentos turísticos, o incluso por hoteles, como está pasando en Argüelles o en la misma plaza de España, donde, en todo caso, también se están rehabilitando edificios para uso residencial.
Hay que tener en cuenta, también, que la presión administrativa y cultural del casco antiguo se nota en estas plazas.
El Museo de Cádiz, oficinas de la Junta y de privados (como en San Agustín), un futuro centro de salud, la sede de la Autoridad Portuaria, el palacio de la Diputación, varias iglesias y hoteles, el Ayuntamiento, la UNED, centros asistenciales para mayores... Todos tienen sus espacios en muchas de estas plazas. Les ayudan a dar vida en las horas de trabajo pero, a la vez, le restan dinamismo ya a partir del atardecer.
La reforma urbanística de todos estos recintos, iniciados los años 80 del pasado siglo, ha sido esencial en todo este proceso de cambio. Pero también obliga, ya, a un necesario mantenimiento, que resulta costoso para las arcas municipales.
Con todo, el “gasto” provocado por su uso diario se nota con fuerza en determinadas plazas.
Es evidente en San Juan de Dios (a pesar de que las operaciones de parcheado que se hacen), más evidente aún en Catedral, mientras que Mina (uno de los espacios urbanos con mayor potencia arquitectónica) necesita también una atención mayor, especialmente por el vandalismo.
La plaza de las Flores reclama desde hace años una nueva reforma integral: incómoda para el paseo y con muchos puestos cerrados. Y La Viña espera con ganas la urbanización de la plaza de Manolo Santander, creciendo en la trasera de Valcárcel, según el plan municipal.
Y junto a ello, los daños provocados por el vandalismo urbano, especialmente notable en Mina, y en menor término, en Candelaria.
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