Visto y Oído
Broncano
Espacio cultural
Cádiz/Junto a la playa de La Caleta, testigo de amores y temporales, el Baluarte del Orejón se levanta, que se sepa, desde 1676. Defensa de la ciudad, primero; club de suboficiales, cuando a los vivos ya nos alcanza la memoria; breve sala de exposiciones, en 2016; y Espacio Quiñones, desde 2018 a nuestros días, el Antiguo Club Marte (nombre que remite a su primer uso contemporáneo), mira al horizonte divisando su nueva vida, otra, que está a punto de empezar. Una vida donde cabe una terraza acristalada con vistas a la musa de los poetas.
Así lo revela el proyecto municipal para la segunda fase de la rehabilitación como equipamiento cultural de la fortificación –ya saben, la primera, en 2015, sólo se ocupó de la actual nave que hoy ocupa el Espacio Quiñones–. Un proyecto con el que el Ayuntamiento de Cádiz se ha ganado la financiación del Gobierno central dentro del 1,5% cultural, es decir, 311.460,41 euros del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, que soportarán el 75% del presupuesto total de la obra (415.280,55 euros).
Con este montante se plantean varias actuaciones porque, recordemos, el Baluarte del Orejón –que cuenta con la máxima protección patrimonial ya que se encuentra en el entorno BIC de la Muralla– consta de una nave en paralelo al Paseo Fernando Quiñones (la parte ya rehabilitada), un edificio de dos alturas, el patio (también en dos alturas) y los cuerpos abovedados situados en ambos extremos del edificio. En todos, de alguna forma o de otra, se intervendrá en esta rehabilitación que tiene una duración aproximada de unos 8 meses.
Comencemos por la, podríamos decir, actuación central, el derribo del edificio de dos plantas, que está cerrado a cal y canto –excepto para unas demoliciones que se realizaron en su interior en 2012– desde los tiempos en los que allí se comía y se copeaba alegremente.
Blanca Flores, presidenta de la Asociación de Amigos Fernando Quiñones, actuales inquilinos del complejo que han defendido y mantenido vivo en los últimos años, nos abre la puerta a esta zona cerrada desde hace ya décadas. El óxido y la humedad, las goteras y la podredumbre, se han hecho dueñas de un espacio de 161,55 m², adosado al muro original del conjunto, y de escaso valor estético. Un lugar en estado de abandono total donde, curiosamente, los elementos mejor conservados son las cubiertas realizadas en 1750.
Pues bien, este espacio será demolido hasta los cimientos –y no es una frase hecha– para levantar un edificio de una única planta –puntualizar que en el proyecto de 2015 se planteó un edificio en dos alturas pero la Comisión Provincial de Patrimonio lo echó para atrás– que, eso sí, mantendrá el muro de separación con el colegio Santa Teresa, lo único que se salvará de la demolición.
Esta nueva construcción contará con diez puertas de cristal, que conectarán el interior de la nave con el patio bajo, y estará coronada con la terraza situada en la cubierta cuyo perímetro estará abrazado por una barandilla también de vidrio. A este mirador, en el que también se podrán realizar actos culturales, se accederá por una escalera exterior desde el patio alto.
Tanto este nuevo edificio como el que ocupa hoy el Espacio Quiñones (111,02 m²) están rematados por dos espacios abovedados, ambos ciegos en la actualidad. Estos dos habitáculos más pequeños (31,38 m² y 22,64 m², respectivamente) también serán recuperados. Así, se picarán y sanearán hasta encontrar el soporte sano, se consolidarán y se embellecerán con sus soleras y pavimento en continuidad con el suelo del resto del edificio, además de, por supuesto, impermeabilizar las cubiertas.
Alejémonos ahora del detalle y veamos el proyecto completo. Y es que estamos ante una actuación integral donde se van a realizar las obras necesarias para la recuperación de los espacios abovedados de interés histórico-artístico, de los patios y con la intención de armonizar el complejo completo de forma que ninguno de sus elementos superará la planta baja.
Toda vez que las obras hayan concluido, el visitante entrará por la actual puerta de entrada y accederá a un vestíbulo que es el que dará paso a dos naves diáfanas, una situada a la izquierda (el actual Espacio Quiñones) y otra al frente (la que sustituirá a la actuación construcción de dos alturas).
A continuación del vestíbulo, antes de tomar el camino hacia una u otra nave, se colocarán los aseos (dos, en lugar del único que existe actualmente), uno de ellos adaptado al RD 293/2009. Además, en este punto de conexión de paso entre ambos edificios, también se reserva un lugar para construir un trastero con pileta.
Que se tome la dirección de una nave o de de otra no afectará para alcanzar los patios pues ambas edificaciones contarán con accesos a esta explanada privilegiada con la que cuenta el Baluarte del Orejón con vistas a la playa de La Caleta.
Así, de la nave ya rehabilitada se respetará su estructura y su puerta de acceso al patio –la otra gran intervención que sufrirá es, como ya hemos dicho, abrir el acceso a esa zona abovedada con la que se remata el edificio–; mientras que la nave de nueva construcción plantea una mayor conexión con ese cerramiento horadado. Un maravillo paño (al menos, sobre papel) con diez huecos de puertas dobles que permitirán hacer uso del espacio exterior en plena interconexión con el interior.
El patio, mejor dicho los patios –ya que se mantendrán los dos niveles aunque con una ligera modificación de la rasante superior hasta llevarla a la cota histórica– serán adecentados, se harán las instalaciones de recogidas de pluviales y entre ellos se creará una rampa para hacer este espacio accesible para todos los ciudadanos.
“La rehabilitación del Baluarte del Orejón es importante no sólo porque recupera la fortificación, y por ende, el patrimonio, sino porque se eliminan en este espacio las barreras arquitectónicas de modo que las personas con movilidad reducida podrán transitar por las plantas bajas y por los dos patios, y además se mejoran las posibilidades de este espacio en plena playa de La Caleta para la cultura participativa y su uso público”, explica el concejal de Urbanismo, Martín Vila, que detalla que una vez que han recibido la resolución definitiva, iniciarán “el proceso de licitación y adjudicación de la obra para que cuanto antes podamos iniciarlas”. “Con esta resolución del 1,5% cultural, se demuestra, una vez más, que somos capaces de obtener financiación de otras administraciones presentando buenos proyectos y compitiendo con otras ciudades”, se congratula el edil.
Con respecto al uso del espacio, toda vez que esté completamente rehabilitado, en el proyecto se subraya que “su uso será será cultural de pública concurrencia, tanto para los espacios interiores como para los exteriores”. Y es que como ya adelantó la concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, en este mismo espacio durante la presentación del cartel de la próximo Ruta Quiñones, “el Baluarte del Orejón tendrá un uso compartido”.
En este sentido, Martín Vila valora que con la primera fase de esta rehabilitación “que terminamos en 2016” –unas obras incluidas en el Proyecto Urbana Cádiz, cofinanciado en un 80 % por la Unión Europea a través de los fondos Feder– se ha demostrado que “su uso por parte de la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones ha sido un acierto, ya que la actividad que han promocionado ha sido incesante, de modo que con estas mejoras, van a aumentar sin duda las posibilidades que tiene este enclave”, espera.
La Asociación de Amigos de Fernando Quiñones cuida, impulsa y dota de contenido cultural al patio y a la nave rehabilitada del Baluarte del Orejón desde 2018 pero ahora, con el comienzo de la segunda fase de las obras al caer, deberán desalojar el edificio.
Su presidenta, Blanca Flores, que ha recibido la noticia de la consecución de la financiación para el proyecto “con mucha alegría”, avisa de que los actos “más importantes” que organiza la entidad como la Ruta Quiñones o la entrega de las Mojarritas “no se verán afectados”. “De la calle venimos”, ríe la representante los Amigos de Quiñones que, eso sí, espera que en la nueva vida del antiguo Club Marte, la asociación tenga “un hueco” teniendo en cuenta “todo el trabajo realizado hasta ahora”.
“Desde que llegamos en 2018 hemos realizado proyecciones de cine, presentaciones de libros, conciertos, hemos colaborado con otras asociaciones de la ciudad compartiendo el espacio, además de celebrar programas estables como los Martes Culturales en verano”, recuerda Flores que cree que “en cuatro o cinco meses” podrían comenzar las obras.
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