Un nuevo aire para mantener la esencia de El Merodio
Hostelería | Cádiz
El conocido bar ha reabierto sus puertas tras una importante transformación
Sigue apostando por la cocina de toda la vida aumentando la oferta y la calidad
Hablar de El Merodio es hablar de la hostelería de Cádiz de toda la vida. De esos bares que siempre han estado ahí, en el imaginario colectivo de varias generaciones. La cerveza o la tapa tras salir de comprar de la plaza era un ritual para muchos gaditanos, que se ha mantenido gracias a su inmejorable ubicación. Ahora El Merodio ha querido conservar su esencia pero renovando su oferta y mostrando un aire más actual.
De ello se han encargado los hermanos Gema y David Aragón Loaiza y su socio, Carlos Medina, que decidieron hacerse cargo del negocio y llevar a cabo una importante transformación. "Le hemos dado un cambio de cara al local: pintura, iluminación, mobiliario, los electrodomésticos de la cocina, la vajilla, la cubertería, los vasos... Sólo hemos dejado los azulejos andaluces originales de los años 70", explica David. Para ellos lo fundamental era "mantener el estilo que ya tenía pero reformándolo y modernizándolo".
La obra ha durado unos dos meses y medio y la reapertura tuvo lugar el pasado 17 de febrero. El personal es otra de las novedades de esta etapa, seis trabajadores que aúnan juventud y experiencia. "Tenemos a dos personas mayores de 45 años porque también queríamos dar una oportunidad a esas personas que se ven fuera del mercado laboral debido a su edad", apunta Gema.
Lo que sigue prácticamente igual es la carta, en la que la apuesta es la cocina de mercado y de proximidad. "Tenemos fritura de pescado, guisos gaditanos, marisco de todas clases... La especialidad de la casa siguen siendo la pavía de merluza, las tortillas de camarones y las papas aliñás", señala David. Además, han reforzado la oferta con chacinas de la Sierra de Cádiz y vinos de la tierra. "Hemos dejado los precios igual pero elevando la calidad", añade Gema.
Uno de los objetivos de esta reapertura es conseguir que los clientes que dejaron de entrar en el local vuelvan, así como convertirse en la casa de aquellos niños que en los años 80 y 90 entraban con sus padres tras comprar en el mercado. "Hay gente que ha pensado al entrar que esto no era El Merodio, nos han dicho que parece El Faro", bromea David. En general, el cambio ha entusiasmado. "Los clientes nos dicen que les han gustado muchas cosas: que mantengamos las vigas, la nueva iluminación, la claridad, el mobiliario, el suelo...", comenta Gema.
Para ella, que es la gerente del negocio, es una gran responsabilidad llevar adelante un bar con tanta historia, de la que además ha formado parte durante años. "Yo empecé a trabajar aquí cuando lo llevaba mi tío Pepe para echar una mano como refuerzo y luego con mi tío Ángel trabajé a jornada completa".
De momento el balance es positivo, aunque el Carnaval "está siendo una locura, pero todo va bien". De cara al verano ya piensan en aumentar la plantilla, sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad de mesas que tienen que atender: 19 dentro del salón, siete en la terraza que da al Mercado y cuatro en la posterior.
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