Un nuevo edificio ‘aprisiona’ a dos árboles singulares y protegidos en Cádiz

El ejemplar de drago protegido, encajonado por la obra de la nueva residencia de estudiantes.
El ejemplar de drago protegido, encajonado por la obra de la nueva residencia de estudiantes. / Jesús Marín

Cádiz no es, sin duda, una buena ciudad para los árboles. Ni para las plantas, en general. Una ciudad donde se sigue podando drásticamente en pleno mes de julio es que le importa poco o nada el cuidado de su escasísima masa vegetal y, por tanto, los beneficios que aportan los árboles a la calidad de vida de las personas. Como sumideros de CO2, como sombrillas naturales en pleno cambio climático y como refugio de avifauna diversa. Por mucho que presuma de ficus y dragos centenarios y de imponentes araucarias en las postales digitales y en las campañas de promoción turística. Dragos emblemáticos que mueren por falta de las mínimas labores de mantenimiento para conservarlos con salud. Como el de la antigua Escuela de Arte, en el Callejón del Tinte; el del patio de la Facultad de Medicina o el de las Puertas de Tierra, que sucumbió pudriéndose bajo una mala manta de riegos municipales durante décadas.

Precisamente un valiosísimo ejemplar de drago (Dracaena draco) y otro de araucaria de Nueva Caledonia (Araucaria columnaris), protegidos como árboles singulares en el mismísimo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) vuelven a estar en peligro, según denuncian desde Agaden-Ecologistas en Acción. Se trata de dos ejemplares que han quedado literalmente encajonados, aprisionados, habría que decir, por las obras de construcción de una nueva residencia de estudiantes en la plaza de Simón Bolívar, en el antiguo solar de Salus Infirmorum.

Miembros del grupo ecologista han informado in situ a quienes ejecutan estos trabajos de que es necesario extremar las medidas de protección de estos ejemplares singulares, “pero nos dicen que ya hay una empresa de jardinería preocupándose por ellos”, relatan a este periódico. Sin embargo, “las raíces más nuevas están secas y no han instalado bolsas de agua que garanticen su supervivencia”. Estas bolsas de agua se consiguen mediante el uso de un material que se vierte en los alcorques para conseguir que se mantenga la humedad necesaria para las raíces. 

Antecedentes

Pero llueve sobre mojado. Ya en febrero de 2023, los conservacionistas alertaron del estado de absoluto abandono en que se encontraban ambos ejemplares, especialmente el drago, literalmente asfixiado por una hiedra. Eso, pese a que desde 2016 el Ayuntamiento requirió varias veces a la propiedad que lo mantuviese como procede.

“Ambos ejemplares están catalogados en el Plan General de Ordenación Urbana vigente, dentro del Catálogo de Protección, Subcatálogo de Elementos Vegetales en Grado de Protección 1, siendo, por tanto, parte importante del Patrimonio Vegetal de Cádiz”, informaron entonces a este periódico desde la Delegación de Medio Ambiente, de la que depende Parques y Jardines.

Plan de protección

En 2016 ya se cursó un requerimiento a la empresa para que tomase medidas de protección, pero no fue cumplido. Y en 2019 se vuelve a hacer otro al detectarse que la parcela estaba siendo utilizada como zona de acopio de materiales de obras. Pero no es hasta 2022 cuando se les exige un Plan de Protección de arbolado frente a obras específico junto al proyecto de ejecución. Este plan obliga a que todas las actuaciones sobre estos árboles “deberán ser realizadas y supervisadas durante la ejecución de las obras por personal técnico arborista competente, que tutelará el control de dicho plan de protección previa supervisión por parte del servicio técnico municipal”.

Las ecologistas intentaron contactar con la edil de Parques y Jardín des, Loli Pavón, pero les remitieron al de Medio Ambiente, José Carlos Teruel, con quien tienen previsto verse la próxima semana.

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