El Obispado de Cádiz reconoce la trayectoria de cuatro laicos
Entregará las medallas Pro Ecclesia Gadicense et Septense a los gaditanos Miguel Ángel García Mercado y María del Rosario Alcedo, al vejeriego afincado en Puerto Real Salvador Tejonero y al isleño Andrés Márquez
La Iglesia de Cádiz ha anunciado una nueva entrega de sus medallas Pro Ecclesia Gadicense et Septense que hace unos años puso en marcha para reconocer la labor de laicos comprometidos con la diócesis en algunas de sus muchas facetas. En esta ocasión, las personas que recibirán la distinción son los gaditanos Miguel Ángel García Mercado y María del Rosario Alcedo, el vejeriego afincado en Puerto Real Salvador Tejonero, y el isleño Andrés Márquez.
Miguel Ángel García Mercado, gaditano nacido en 1964, ha ejercido profesionalmente como profesor. Y en el plano religioso o diocesano, sigue ejerciendo en la actualidad como profesor del Seminario San Bartolomé y del Instituto de Teología a Distancia, dependiente de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid. También ejerce como director de Estudios del Seminario, y , desde hace 9 años, coordina las actividades docentes del Instituto de Formación para laicos, siendo profesor en sus diversas secciones. Hermano de la cofradía de Descendimiento, a cuya junta de gobierno pertenece, le reconoce también el Obispado su "contribución decisiva a que varios centenares de cofrades de nuestra Iglesia de Cádiz y Ceuta hayan alcanzado un nivel básico de formación doctrinal".
"Miguel Ángel destaca por su brillantez intelectual y pedagógica, que sabe compaginar con una gran humildad y caballerosidad. Es un hombre trabajador infatigable, de recia vida de piedad, y adornado con un gran amor a la Iglesia. Su aportación a la formación intelectual y teológica de seminaristas y seglares ha sido y sigue siendo sencillamente incomparable", destaca el Obispado, que reconoce así la aportación a la Iglesia local de este gaditano padre de 7 hijos.
La otra gaditana que recibirá la medalla diocesana, María del Rosario Alcedo, es la hermana de los tres sacerdotes Alcedo que ha tenido Cádiz. En su caso, la labor que destaca ha sido la de la atención a las personas enfermas a través de sus estudios (en la escuela de Salus Infirmorum), de su profesión (funcionaria de la Diputación) y de su vocación (ya a los 19 años de edad empezó a colaborar en la residencia de ancianos que tenían en Cádiz las Hermanitas de los Pobres). Toda esta labor de atención a los enfermos quedó interrumpida a partir del año 2000, cuando las sucesivas enfermedades invalidantes de sus tres hermanos sacerdote -José María, Jesús y Antonio- le obligaron a dedicarse por entero a su cuidado, "de modo que su hogar quedó transformado en una verdadera enfermería", según destaca el Obispado, que reconoce la dedicación generosa y voluntaria de esta gaditana nacida en 1941. "Charo ha vivido el último cuarto de siglo íntegramente consagrada al cuidado de sus hermanos, dándonos a todos un admirable ejemplo de caridad, fortaleza, constancia y abnegación cristiana", destaca la diócesis.
El tercero de los galardonados será el cofrade puertorrealeño, aunque vejeriego de nacimiento, Salvador Tejonero. Nacido en 1937, lleva desde 1953 viviendo en Puerto Real. Dedicado a la enseñanza como profesor de La Salle durante 29 años, la música ha sido la otra gran pasión de Tejonero, que no en vano se casó con María Álvarez Hidalgo (hermana del fundador de la conocida banda de música de la localidad).
"Su compromiso con el mundo cofrade de Puerto Real ha sido notable", destaca el Obispado, que recuerda su presidencia en la gestora de la cofradía de la Soledad entre 1998 y 2000, período durante el cual "trabajó incansablemente para fortalecer los lazos entre la comunidad cofrade y la Iglesia, mostrando siempre una actitud servicial y generosa hacia las hermandades y cofradías".
Por último, recibirá este 2024 la medalla Ecclesia Gadicense et Septente el isleño Andrés Márquez Fernández, muy vinculado a la Iglesia Mayor e instituido en los ministerios de Lector y Acólito. Nacido en 1936, ha trabajado en Bazán, formando parte desde 1978 de la primera comunidad neocatecumenal de San Fernando, primero en la parroquia del Santo Cristo (desde 1978 a 1991) y luego en la iglesia de San Pedro y San Pablo (hasta la actualidad). "Andrés ha sido un padre de familia ejemplar y un generoso servidor de la comunidad cristiana", destaca el Obispado.
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