Cádiz pierde la vocación religiosa: estas son las órdenes que han dejado la ciudad y las que quedan

Una de las zonas del convento de Santa María, contiguo a la iglesia que lleva el mismo nombre.
Imagen del interior del convento de Santa María, recientemente rehabilitado. / Miguel Gómez

Seguramente no fueron los capuchinos los primeros frailes en marcharse de Cádiz, sino que otras muchas órdenes religiosas habrían hecho las maletas antes. Pero lo que es seguro es que no fueron los últimos. A la recordada pérdida de esta rama de la familia franciscana, que dejó en Cádiz un enorme patrimonio inmueble que quedó reducido a la actual iglesia de Santa Catalina junto al Campo del Sur y un no menos valioso patrimonio mueble repartido por varios templos o en el Museo de Cádiz, se le ha unido en los siglos posteriores un buen número de salidas de la ciudad, especialmente en estos últimos años, donde Cádiz va perdiendo fuerza religiosa con el progresivo cierre de casas y la consiguiente pérdida de frailes y monjas.

Los últimos en marcharse han sido los miembros de una congregación de reciente creación, los mercedarios de la Caridad, que llegaron a la Merced en agosto de 2021. Como en tantas otras ocasiones anteriores, la falta de vocaciones motivó que no pudieran atender el templo gaditano, que ahora ha sido puesto en manos del párroco de Santa Cruz, Rafael Fernández, que por un período indeterminado tendrá que hacer doblete en estas céntricas parroquias y sus respectivas comunidades.

Antes que estos mercedarios de la Caridad se han ido de la ciudad en los últimos años los franciscanos, en el año 2022; los carmelitas, que siguen atendiendo el culto en la iglesia de la Alameda desde su convento de San Fernando; o los jesuitas, que legaron la iglesia de Santiago al Obispado. Y antes que ellos, los mercedarios, que hicieron lo mismo con la parroquia de la Merced y con los que no tienen nada que ver esos mercedarios de la Caridad que también se marcharon este mes de abril.

A estas órdenes masculinas se unen también comunidades como la de las monjas filipenses que habitaron la casa anexa a San Pablo; y ya mucho más atrás en el tiempo, religiosas como las agustinas que tenían en propiedad el convento de la Alameda que luego pasó a los carmelitas, y que antes poseyeron el convento de Candelaria que mandara desalojar y luego derribar Fermín Salvochea hace ahora siglo y medio.

¿Qué presencia religiosa queda en Cádiz?

Pese a todas estas despedidas, la ciudad mantiene aún el vínculo con ciertas órdenes que siguen atendiendo iglesias, colegios, comedores y otros servicios. De las más tradicionales, hay que citar a los dominicos, cuya familia sigue unida a la ciudad por medio de Pascual Saturio, que desde hace años atiende en solitario la iglesia de Santo Domingo; y los agustinos, que llevan ya un tiempo residiendo en el convento de San Francisco y que hace unas semanas despedía a uno de sus frailes, reduciendo la comunidad.

Del mismo modo, siguen en Cádiz las dos comunidades de monjas concepcionistas (la de Feduchy con iglesia en la calle Montañés, y la de Santa María, que recientemente volvía a su casa), que junto a las carmelitas descalzas en Argüelles completan la realidad de la clausura en la ciudad.

Hay que citar también la presencia contundente de marianistas y salesianos, manteniendo los colegios de San Felipe Neri y de San Ignacio así como el culto de las iglesias del Pilar y de María Auxiliadora, todo ello en extramuros. Y también en extramuros mantiene su presencia la orden de los padres paúles, que gestionan la parroquia de San Vicente de Paúl en la Barriada.

En relación a los colegios, hay que mencionar a las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, que mantienen el colegio de la Avenida aunque las religiosas han dejado de vivir en Cádiz a raíz de la caída de la iglesia; a las carmelitas de Vedruna, con el colegio situado junto a la Plaza de España; a las franciscanas del Rebaño de María, con el colegio de la calle Trille; y a las Hijas de la Caridad, que siguen al frente de San Vicente de Paúl y que también atienden el comedor de María Arteaga o la residencia de mayores de la Casa Oviedo en Candelaria.

En las ramas femeninas hay que destacar la presencia también en la ciudad de las hermanas de la Cruz, con la residencia de mayores de la calle Benjumeda y el culto de la capilla de la calle Zaragoza; y a sus vecinas, las Reparadoras, también con iglesia en Zaragoza.

A todas estas realidades hay que unir el reciente aterrizaje en la ciudad de los misioneros identes, un instituto de vida consagrada de derecho pontificio fundado por Fernando Rielo Pardal en junio de 1959 en Tenerife que ya estaba presente en la diócesis atendiendo templos y comunidades en Puerto Real y que se han hecho cargo de la iglesia de San Francisco. Así como el de las religiosas franciscanas de la Inmaculada Concepción, que el obispo Zornoza trajo hace unos años a Cádiz para que se hicieran cargo de la atención del Seminario Diocesano.

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