Crucero de instrucción
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El origen del Juan Sebastián de Elcano

Propuesta de Horacio Echevarrieta para la construcción de un nuevo buque escuela

El Minerva fue destinado a pontón carbonero

La quilla fue colocada en noviembre de 1925

Las imágenes del embarque de los guardiamarinas en Elcano

Construcción del buque escuela en los astilleros gaditanos de Echevarrieta y Larrinaga. / Archivo

El 10 de enero de 1912 abrió sus puertas la Escuela Naval Militar en la población militar de San Carlos, en San Fernando. Atrás quedaban muchos años en los que la formación de aspirantes y guardiamarinas se llevaba a cabo en escuelas navales flotantes, como fueron las fragatas a vela denominadas Blanca, Almansa, Asturias y Nautilus, buques cuyos nombres denominan precisamente los cuatro palos del Juan Sebastián de Elcano.

En San Fernando, en el edificio donde hoy está la Escuela de Suboficiales, los guardiamarinas recibían una esmerada educación, con aulas modernas y material de vanguardia. La instrucción marinera la llevaban a cabo en varios torpederos asignados a la Escuela Naval que navegaban a diario por aguas de la bahía de Cádiz y en diferentes buques de la escuadra, donde llevaban a cabo algunos cruceros de instrucción. En cierta ocasión y con motivo de una visita del Rey Alfonso XIII, la Escuela quiso demostrar la preparación de sus alumnos y ofreció al monarca la posibilidad de navegar de la Carraca a Cádiz en un torpedero tripulado únicamente por alumnos. Todos los puestos del buque, desde el comandante hasta el último fogonero, fueros ocupados por guardiamarinas y con el Rey como único pasajero el torpedero navegó por la bahía de Cádiz y finalmente atracó a la perfección bajo las órdenes del guardiamarina Fernando de Abárzuza. El Rey felicitó efusivamente a todos los alumnos y a los profesores de la Escuela.

Pero la Marina consideraba que la formación de los futuros oficiales debía ser completada con un crucero de instrucción a bordo de un buque escuela a vela, para que conocieran a fondo la dureza de la mar y aumentara el compañerismo y otros valores militares.

Por ello, en 1922 el Gobierno decidió la compra a Italia de dos motoveleros para ser destinados a buques escuela, el Clarastella y el Augustella. El primero de ellos era de origen escocés y estaba en buenas condiciones marineras. Fue llevado al astillero gaditano de Echevarrieta y Larrinaga, en 1923, y sometido a grandes reparaciones para ponerlo a punto. Recibió el nombre de Galatea y prestó grandes servicios a la Armada como buque escuela de guardiamarinas y también de marinería y estuvo en activo hasta 1982. En sus últimos años sirvió de base de la Escuela de Maniobra en La Graña, Ferrol.

El Augustella, por el contrario, estaba en pésimas condiciones cuando llegó a Cádiz, ya con el nuevo nombre de Minerva. Los ingenieros del astillero gaditano, tras un detallado estudio, informaron que no sería posible su transformación en buque escuela y que sería mucho más rentable la construcción de un nuevo barco. Echevarrieta marchó a Madrid con los informes de sus ingenieros y convenció al Gobierno para que el Minerva fuera destinado a buque pontón y que, al mismo tiempo, autorizara el estudio preliminar para la construcción de un nuevo buque escuela, aún sin nombre.

En efecto, el Gobierno aprobó un Real Decreto el 24 de enero de 1925 para que el Minerva fuera transformado en los astilleros de Cádiz como buque pontón. Horacio Echevarrieta regresó entusiasmado a Cádiz, ya que esta transformación tenía un presupuesto aprobado de 500.000 pesetas y suponía la contratación de numeroso personal gaditano. El alcalde de Cádiz, Agustín Blázquez, también mostró su alegría por estas obras aprobadas para Cádiz. Las obras comenzaron de inmediato y el Minerva sirvió varios años como pontón carbonero, luego como buque de prácticas para maquinistas y, por último, buque prisión en Marín. Fue desguazado en 1939.

Al mismo tiempo que se procedía a la transformación del Minerva, Horacio Echevarrieta anunció a la prensa que estaba elaborando el proyecto de construcción en su astillero de Cádiz de un magnífico buque escuela con un importe superior a los siete millones de pesetas. Según el empresario vasco, el nuevo buque sería modélico ya que los planos eran obra del famoso ingeniero inglés Nicolson. Añadía que el nuevo buque daría numeroso trabajo para el obrero gaditano, que ya había demostrado en varias ocasiones su pericia en la construcción naval.

Por fin el 26 de junio de ese año de 1925 llegaba a Cádiz la grata noticia. Desde el Gobierno se envió al alcalde de Cádiz, Agustín Blázquez, el siguiente telegrama “Es muy grato participar a V.S que ha sido firmado el contrato para la construcción en el Astillero de Cádiz del buque escuela de guardiamarinas. Reitero satisfacción porque ello atenuará la crisis de trabajo que se dejaba sentir en esa factoría”. Echevarrieta también envió otro telegrama aún más escueto: “Acaba de firmarse escritura. Enhorabuena”. La noticia fue acogida en nuestra ciudad con el natural júbilo, ya que ello suponía la contratación de numeroso personal para unas obras que comenzarían rápidamente. Todas las organizaciones ciudadanas enviaron telegramas de enhorabuena y gratitud al Gobierno y a la Marina.

Hay que resaltar que ni el Gobierno ni la Marina hacían mención alguna al nombre del buque escuela. Sin embargo, la prensa local y las autoridades de nuestra ciudad insistían en llamarlo Minerva, como era el nombre del motovelero primitivo. Pero lo cierto es que Minerva ya era el nombre de un pontón carbonero y no era posible que diese nombre a otro buque.

Los trabajos de construcción del buque comenzaron de inmediato. El jefe del Gobierno, Miguel Primo de Rivera, estaba en esas fechas en África dirigiendo personalmente las operaciones militares del desembarco en Alhucemas, que concluirían con una aplastante victoria de las tropas españolas que ponía fin a muchos años de guerra y sufrimiento. El victorioso general anunció su regreso a la península a bordo del cañonero Cánovas del Castillo, que atracaría en Cádiz el 24 de noviembre y Echevarrieta pidió a Primo de Rivera que presidiera la colocación de la quilla del nuevo buque escuela.

Primo de Rivera fue aclamado a su llegada a Cádiz como el héroe de Alhucemas. En el colegio de San Felipe, calle San José, le fue ofrecido un multitudinario almuerzo de homenaje en el que pronunció un discurso el joven José María Pemán. Mientras tanto, en el Astillero, Echevarrieta preparaba la colocación de la quilla y conversaba con los profesores y alumnos de la Escuela Naval que habían acudido a la ceremonia. En el transcurso de esa conversación y comentando que el nuevo buque no tenía nombre, los guardiamarinas propusieron a Echevarrieta el de Juan Sebastián de Elcano.

En la grada número 2 del astillero de Cádiz tuvo lugar la ceremonia de colocación de la quilla. Primo de Rivera golpeó simbólicamente el primer remache. A continuación Echevarrieta pronunció unas palabras en las que recordó que su primera intención fue que el buque escuela llevara el nombre de Miguel Primo de Rivera, pero que éste había rechazado de plano la idea. Pidió que el nombre fuera el de Juan Sebastián de Elcano para que sirva de estímulo a los jóvenes guardiamarinas que habrán de embarcar en él. El jefe del Gobierno tomó la palabra para decir que el nombre de Elcano le parece muy acertado y que así lo propondría al Rey. El acto terminó con unos aperitivos servidos por el Bar España y en el que recitó unos versos dedicados a la Marina el poeta local Cerón.

La botadura del Juan Sebastián de Elcano tendría lugar año y medio más tarde, el 5 de marzo de 1927. Madrina de la ceremonia sería una de las hijas del jefe del Gobierno, Carmen Primo de Rivera y Saenz de Heredia. El ministro de Marina, la madrina, las autoridades locales y numerosos invitados celebraron un almuerzo en el interior del astillero servido por el Bar España. El menú fue el siguiente; Entremeses Sebastián Elcano; consomé de ave en taza; crema de huevos a la trufa; langostinos con salsa al estragón; pechuga de ave; ternera de Madrid con champiñón; pavipollo a la americana; Postres; capuchinas al Chantilly; pirámides a la vainilla; macedonia de frutas Bella Vista. Vinos; Jerez Macharnudo Domecq; Rioja Vinícola del Norte; Champán Veuve Clicquot. Café. Licores. Habanos. El guardiamarina Ramón Dolarea y Pinillos ofreció, en nombre de todos los alumnos de la Escuela Naval, un ramo de flores a la madrina, que pidió al ministro de Marina, Cornejo, que levantara los arrestos de los alumnos de la Escuela Naval, lo que fue concedido de inmediato.

Tras el almuerzo, los asistentes acudieron a los diques para la botadura. El obispo de la diócesis, Marcial López Criado, bendijo al nuevo buque y la madrina estrelló contra su casco una botella de champán. Echevarrieta obsequió a la madrina con una magnífica pulsera de brillantes engarzados con platino.

Por la noche, eran fechas de Carnaval, la madrina y las autoridades acudieron al baile de gala organizado por el Círculo Mercantil e Industrial.

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