La pacificación de Cádiz
Rafael Román dice que el Doce no es un Mundial de Fútbol y sí la conmemoración de un documento político, "de ahí la dificultad de organizar algo de esta naturaleza que agarre y atraiga a visitantes"
Viene en son de paz. No esperen tribulaciones alrededor del mundo del politiqueo local, abstenerse morbosos de dimes y diretes. Román habla bajito, trae unos cuantos folios con jugosas notas al margen y atrapa las preguntas al vuelo para articular su discurso doceañista gaditano. Una cuestión de Estado. Junto al Carmen, frente al Baluarte, en la Primera de Comillas, Tino sirve en bandeja un par de cafés sin acritud y abre comillas. "En Cádiz tenemos experiencia en organizar eventos como la Ryder Cup o grandes regatas, sabemos lo que es una Expo, conocemos acontecimientos cercanos como la capitalidad cultural europea o el Rock en Río, por citar algunos ejemplos, pero el Doce no se puede comparar con un Mundial de Fútbol. El Doce será la conmemoración de un documento político, el más importante y trascendente. De ahí la dificultad intrínseca de organizar algo de esta naturaleza, que además agarre y enganche a la opinión pública y atraiga visitantes". Un acontecimiento de dimensión nacional e internacional, una oportunidad que a juicio de Román ha encontrado "la generosidad de la Junta y el Estado, ahí queda la ristra de restauraciones e infraestructuras, por valor de cientos de millones de euros". Román vuelve de una breve sesión de fotos con José Braza, que encaja la figura del portavoz municipal y diputado nacional socialista en el entoldado paisaje que compone el entorno de la Alameda. Relajado, locuaz y midiendo cada palabra, emerge el Román sibilino, Román paladino. Para leer entre líneas. Línea directa Madrid-Cádiz, con primera parada en la Cumbre de Jefes de Estado Iberoamericanos del Doce, el fin de semana mundial.
"Estoy trabajando en una iniciativa que signifique el hermanamiento de las tres grandes constituciones escritas: la estadounidense de 1787, la francesa de 1791 y La Pepa de 1812". Abriendo caminos. Román reflexiona en voz alta: "No será un acontecimiento para los políticos, será para los ciudadanos, nunca mejor dicho, pues La Pepa convierte a los súbditos en ciudadanos". Ahora que los políticos se han transformado en el tercer problema de los españolitos, según el barómetro del CIS, nada mejor que emplear las armas del Doce en "aumentar la conciencia ciudadana". ¿Cómo? "Mediante el voluntariado, así se evidencia de verdad la implicación del ciudadano". Formación del voluntariado, desaparición del vandalismo, "pues no podemos estar construyendo y destruyendo una ciudad", e impregnarse de principios democráticos, "empezando por nosotros mismos". Los políticos. "Con especial atención al primer valor fundamental: el respeto al otro". "Qué bonita es la crítica con humor e ironía, algo muy propio del Doce, nada que ver con los insultos y la falta de consideración hacia las personas". Y los políticos. Román no menciona explícitamente sus últimas cuitas municipales, las grescas plenarias o las polémicas internas a cuenta de sus declaraciones. Recuérdese que el dirigente socialista llegó a criticar la demora de proyectos relacionados con el Bicentenario.
Amor y paz. Román pasa de trifulcas. Apunta que "el mayor logro del Doce, hasta ahora, ha sido la pacificación política" entre bandos enfrentados, las dos españas chicas, ya se sabe. Y atribuye el logro a Luis Pizarro, "aunque participan todos". Elogia los programas culturales que prepara el Consorcio, que "van a sorprender muy favorablemente y que serán conocidos con antelación por el público, dos años antes". Esto es, muy pronto. Sin improvisaciones. Inaudito en Cádiz.
Román lanza al aire una pregunta capaz de estimular debates o levantar ampollas: "¿Por qué La Pepa se convierte en un mito?". Él mismo interpela: "Porque permaneció muy poco tiempo en vigor, de ahí que su mitificación, similar a la de James Dean tras su precipitada muerte". Curioso símil cinematográfico. "La Constitución de 1812 estuvo a la altura de los tiempos, en la era de las revoluciones americanas y europeas, pero no duró más de cinco años, por eso es un símbolo". Y remata de esta guisa, mientras el café se revuelve caprichoso entre comillas. "La carcundia de siempre se encargó de abolirla (la Constitución) y España sufrió un siglo y medio de desgracias por no asumir el paso a la modernidad. Nuestra historia habría sido distinta, acaso similar a las de países americanos imbuidos por el espíritu de La Pepa o Inglaterra y Francia". Román pone el dedo en la llaga de "decenas de años de falta de democracia, nula vida constitucional, el desprecio de una España hacia la otra". Nadie sabe qué habría ocurrido, ya que estamos, de haberse consumado la invasión napoleónica.
En cambio, Román apela al hito histórico de la Constitución vigente, la del 78, la del Gorrión de Puertatierra, y subraya que "cuando algunos hablan de La Pepa se equivocan de tiempo, la del Doce tendría que haber sido duradera, vino tarde, pues ya América había iniciado su proceso de emancipación. Y para quienes han ostentado el poder durante siglos, la Constitución siempre llegaba tarde". Toquetazo del Doce. El que lo coja pa él. "Es el tiempo de reflexionar, y no de homenajear a La Pepa, que no estuvo vigente en su tiempo". Trabajito ha costado afianzar la democracia parlamentaria, abunda el político, dando en la línea de flotación en plan fino. Y vuelve al discurso de la implicación ciudadana, el voluntariado, del que casi nadie se acuerda aún, y de la labor de la Universidad a la hora de introducir el espíritu de La Pepa en los centros educativos. Sin olvidar iniciativas como la entrada de la música en las escuelas o los cómics de Rafael Marín en torno al Bicentenario.
"Todo lo que no sea conseguir que el Doce se convierta en la aventura colectiva de todos los habitantes de la Bahía significará que hemos fracasado", advierte en primera persona del plural. "Que la Bahía suene en el mundo entero", apuesta, no sin antes confesar, entre sus gestiones, aspectos vitales. Román forzó en el Congreso la apertura de la Comisión Nacional del Bicentenario a todos; impulsó la aprobación de mayores beneficios fiscales, así como la declaración como edificios constitucionales del Teatro de las Cortes y el Oratorio de San Felipe Neri. Por no hablar del carril reversible del Puente Carranza. Más vale tarde que nunca. "Ministra, son cuatro kilómetros de autovía", dijo Román a Magdalena Álvarez. Y mil años de retraso, con las castas del gachó de Sevilla que aprieta los botones del carril reversible.
Román anuncia que Pizarro presentará el núcleo de actos del Doce en breve, con tiempo suficiente para vender las excelencias gaditanas, y obtener apoyos financieros, e ilusionar a la gente. "Cádiz no se ha quedado huérfana de apoyos, todo lo contrario; el Doce figura en los planes del Ministerio de Asuntos Exteriores, que lo difundirá por Latinoamérica. Felipe González, embajador extraordinario de la conmemoración de la Independencia de las Repúblicas Americanas, tiene el mismo propósito. Pronto vendrá a Cádiz", a su casa de Cádiz, para implicarse en la tarea. En son de paz, claro.
El diputado socialista, dirigente histórico de su partido, con tantos tiros dados como las mismas tropas napoleónicas, no encuentra motivos para generar polémicas en torno al Doce, bastante ha tenido ya con propios y extraños, pero apunta que Cádiz necesita dos espacios con capacidad para al menos mil personas, a falta del cacareado centro multiusos. Cita el Palacio de Congresos y también el Teatro Falla, aunque con aire acondicionado, claro. Y tras la entrevista pide a Tino una copita de oloroso, no sin antes expresar en voz alta, otro toquecito para navegantes: "No soy un converso del Doce". A mediados de los años noventa instituyó el Día de la Provincia desde su cargo de presidente de la Diputación, con La Pepa como figura central. A punto de cumplir los 61 años, Román cierra el aperitivo con la misma exclamación que empleaba en sus tambien sibilinos y sintomáticos discursos doceañistas: "¡Viva La Pepa!".
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