El otro palacio de los Lila
El PGOU refleja que la finca es de 1863, pero una investigación refleja que ya existía en 1662 Plantean pedir que sea catalogada como BIC
A simple vista es una finca que no llama la atención dentro del entramado urbano del casco histórico. Sobre el papel (según el Plan General de Ordenación Urbana), una finca que se remonta a 1863. Pero el número 3 de la calle Isabel La Católica es mucho más que eso. Una investigación que han comenzado los propios vecinos de este edificio, que hace esquina con la calle Antonio López, ha remontado la existencia de la casa nada menos que dos siglos antes. Hasta de 1662 han aparecido ya datos del inmueble. Unos datos que además revelan que su propietario fue la familia Lila. Por tanto, se estaría hablando de otra casa palacio distinta a la ya conocida de la calle Sopranis (actual sede de Urbanismo del Ayuntamiento).
Las primeras pesquisas de los vecinos se dirigieron a la maqueta de la ciudad que se conserva en el Museo de las Cortes (realizada entre los años 1777 y 1779), donde ya aparece este edificio de Isabel La Católica. Y el siguiente paso lo dieron los interesados en el Archivo Histórico, donde finalmente hallaron dos escrituras de la casa. Una fechada en 1862, cuando se vendió a José Matía por parte de Mariana de Lila y Zurita. Sería Matía quien al año siguiente de adquirirla haría una profunda reforma que hasta la fecha se ha tomado como año de construcción. En esa escritura, además, se hace referencia a otra anterior de 1677, donde se menciona que Mariana de Lila heredaba la finca de José de Lila y Valdés -miembro de la nobleza que incluso fue nombrado regidor perpetuo de la ciudad, según cuentan los vecinos de Isabel La Católica-.
Según las pesquisas que están siguiendo ahora los vecinos, la familia Lila adquirió en su día (siglo XVII) varias pequeñas fincas que derribaron para construir esa casa palacio que hoy ocupa el número 3 de la calle Isabel La Católica.
Herencia de ese pasado esplendoroso del inmueble (tanto siendo casa de los Lila como sede de la compañía Trasatlántica) ha quedado en algunas zonas del mismo. En la entrada al patio, por ejemplo, da la bienvenida un característico recibidor de madera de caoba y cristales, recuerdo del pasado naviero de la casa.
Y en la segunda planta -que en tiempo de la Trasatlántica era la casa del gerente de la compañía y donde se repartían también algunos despachos destacados- se ha descubierto recientemente un techo con vigas de madera talladas a mano de destacada calidad. Artesonado que ya ha sido inspeccionado por los conservadores del Museo para analizar su calidad y posible fecha de realización.
Con todos estos datos y el resto que vayan descubriéndose en el futuro, los vecinos se plantean ahora solicitar que la finca - protegida en el PGOU actual con el grado 1, como edificio singular- pase a ser considerada Bien de Interés Cultural o elevar la protección a grado 0 (como edificio monumental), para proteger de cara al futuro los elementos destacados.
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