La pandemia cambia el modelo de vivienda: sitio para el teletrabajo y más espacios abiertos
Enfoque del domingo
Tras los meses de confinamiento se ha disparado el interés por vivir en un chalé o tener una casa con terrazas
El sector alerta ante la turistificación en los cascos históricos
Los efectos de la pandemia han sido devastadores para una parte esencial en los cascos antiguos de nuestras ciudades: la vivienda, con especial incidencia en aquellos que tienen una mayor densidad de población, como ocurre con Cádiz capital, que además acumula los más altos porcentajes de pisos de menor tamaño.
Los meses de confinamiento descubrieron a muchos la incomodidad de vivir en casas pequeñas. Los datos son elocuentes. En la provincia hay 14.620 viviendas con superficies que se sitúan entre los 30 y 45 metros cuadrados, y 50.784 que tienen entre 46 y 60 metros cuadrados. Y en la capital se acumula el 25%, 347 unidades, de las casas que están por debajo de los 30 metros cuadrados de superficie útil.
En estos espacios han tenido que convivir familias, en muchos casos por encima del modelo tipo de cuatro miembros, sin poder salir a la calle, a veces con niños pequeños y otras con ancianos a su cargo y con habitaciones minúsculas. La gran mayoría de estas casas se ubican, además, en los casos antiguos.
Son casas, especialmente las que en los últimos veinte años se han ido construyendo con el patrocinio público, donde por aquello del ahorro de costes han desaparecido los balcones y terrazas. Es decir, en el confinamiento la ventana al exterior era, para muchos, la propia ventana y, como mucho, la azotea.
La persistencia de la crisis sanitaria e incluso su agravamiento, y el temor a nuevos confinamientos como ya se están produciendo de forma selectiva en distintos puntos del país, encendió la alarma en muchas de estas familias que, con capacidad económica para afrontar un cambio han comenzado a moverse para buscar una casa más amplia... y con espacios abiertos.
"Quienes no tenían balcón ahora lo buscan, quienes tenían un balcón buscan una terraza, quienes tenían una terraza buscan un ático, quienes tenían un ático buscan un unifamiliar". Así, tan gráficamente, lo explica Begoña Gómez, de Comunidades del Sur, una activa empresa gaditana dedicada a la construcción y al mercado inmobiliario.
La oficina que esta empresa tiene en Puerto Real se ha llenado de peticiones en este sentido. Es una clase media con una capacidad de gasto muy ajustado, que también busca en Chiclana. Si se tienen más ingresos la vista se traslada hasta Valdelagrana, en El Puerto de Santa María. Por ahora priman los vecinos de Cádiz capital, una ciudad castigada sin espacios libres que posibiliten casas amplias y donde vivir en un chalé es un sueño irrealizable. Pero también se están dando casos de clientes madrileños, una de las comunidades más azotadas por la pandemia, dispuestos a cambiar de vida en las zonas residenciales de nuestra provincia.
De la misma manera coincide Ramón Rodríguez, de la Inmobiliaria Hispania. Experto en el sector y buen analista del mismo tiene claro que esta búsqueda de un chalé en el que vivir se debe a un momento muy puntual. "Ahora el que tiene un pequeño piso intenta buscar un chalé al que trasladarse como primera residencia. Sin embargo, este apetito por un chalé se va a ir diluyendo en el tiempo, a medida que la situación sanitaria se salve. Y esta salida va a ser muy perniciosa para los cascos antiguos, especialmente el de la capital".
La apuesta por el teletrabajo
Pero Ramón Rodríguez incluye un segundo motivo en la búsqueda de un cambio de residencia, también dentro de los efectos provocados por la pandemia: la llegada del teletrabajo, que viene para quedarse.
"Se va a producir un cambio de modelo de vivienda. El espacio, que hasta ahora no era una de las principales necesidades para muchos, ahora es básico. Ya aquí juega un papel muy importante el teletrabajo, que se mantendrá aún cuando concluya la pandemia, y la educación online de los niños y jóvenes".
"En su momento pasamos de casas donde había despensas y habitaciones para el servicio doméstico, a pisos sólo con lo esencial. Y ahora se va a necesitar espacio para el trabajo o el estudio desde casa, y las viviendas actuales no lo tienen", advierte el propietario de la Inmobiliaria Hispania, que especifica que ellos ya tienen clientes que reclaman esta superficie extra.
La pandemia ha tenido también un efecto tsumani sobre los pisos turísticos, uno de los elementos del nuevo desarrollo urbano que estaban incidiendo de forma muy directa en la vida de los cascos históricos más relevantes de nuestra provincia. Aquí también la capital tiene mucho que decir. Primero porque lidera este mercado en la provincia con notable diferencia respecto a las otras grandes ciudades. Y después porque acumula en intramuros buena parte de su oferta. Si en el pasado mes de abril estaban autorizadas 1.608 viviendas con fines turísticos en la capital, 1.200 se encontraban en el casco histórico, con la presión que eso suponía sobre el parque residencia de la ciudad.
El sector turístico ha rozado el hundimiento en España debido a la pandemia, aunque la provincia de Cádiz ha podido salvar los muebles durante el verano gracias al turismo nacional. Pero si los hoteles se han visto duramente afectados por la reducción de la clientela, los apartamentos turísticos tampoco se han librado de esta ola.
Este negocio busca una rentabilidad rápida que, lógicamente, se basa en una ocupación alta de las viviendas a lo largo de buena parte del año, y en especial durante la temporada estival. Si esto falla de forma estrepitosa, la propiedad no logra ingreso alguno.
Esta situación está provocando que muchos de estos promotores, que cuentan con una casa que les ha permitido mejorar sus ingresos en estos años, hayan optado por retornar al alquiler residencial o, en menor medida, hayan puesto en venta los pisos, como forma de pagar las hipotecas.
"El alquiler turístico está volviendo al residencial de forma enorme, especialmente en Cádiz", afirma Ramón Rodríguez. Sin embargo, ello no está provocando, por lo menos en estos momentos, una bajada de los precios del alquiler, siempre disparatados en la capital. Eso sí, se mantienen los costes "pero ha mejorado de forma más que ostensible la calidad de la vivienda que se alquila", pues estaba preparada como espacios turísticos. Es decir, “estas casas que pueden alquilarse ahora por 700 euros tienen mucha más calidad que las de 700 euros que estaban en el mercado antes de la pandemia”.
Manuel Gómez, de Comunidades del Sur, es más rotundo a la hora de constatar el daño que, según él, ha provocado este modelo turístico en los cascos históricos.
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