Una parada en Bérgamo
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La ciudad lombarda es mucho más que el otro aeropuerto de Milán
Para el pujante mundo de los viajeros de vuelos de bajo coste, esa moda que ha puesto el mundo al alcance de casi todos los bolsillos pese a sus evidentes incomodidades, Bérgamo es poco más que el aeropuerto barato de Milán. El aeroódromo de Orio al Serio sólo aparece en ese mundo como la alternativa económica al de la capital de Lombardía, apenas una parada de varios minutos en busca del autobús hacia la rica y apabullante ciudad de los Sforza. Pero el que se tome esta pequeña y bella ciudad a la ligera, el que no se moleste en acercarse a descubrirla se perderá uno de esos rincones inolvidables, una de esas sorpresas que hacen que los viajes sigan valiendo la pena.
En primer lugar, Bérgamo tiene esa interesante oferta de vuelos baratos. Ayer mismo, Ryanair tenía vuelos desde Sevilla por 30 euros y medio para la segunda semana del próximo agosto, en su tarifa más baja, que se convertía en 73 euros si le incluyen maletas y asiento reservado. El aeropuerto está a solo 4 kilómetros del centro, lo cual es también muy conveniente por si los horarios son intempestivos como suele ocurrir con los low cost.
Y lo más importante: es una ciudad preciosa, una de esas joyas desconocidas de la culta y elegante Italia norteña, con un tamaño manejable. Dividida en la Citá Alta y la Citá Bassa, la primera, rodeada demurallas, es una delicia medieval, mientras que la segunda tiene todo un despliegue de calles limpias, amplias y llenas de tiendas.
A la Citá Alta se puede acceder comodísimamente en funicular. Es fantástico, porque se sale de un medio mecánico moderno y se desemboca de pronto en un entorno pétreo de palacios y adoquines, como si el funicular fuese aquella máquina del tiempo de H.G. Wells. Hay que buscar la basílica de Santa María Maggiore para admirar en su trasera el pórtico románico de mármol, con esas dos sorprendentes columnas apoyadas en espléndidos leones blancos, que recuerdan otros templos parecidos en Croacia, probablemente por el común dominio de la República de Venecia. Y si rodeamos la basílica descubriremos otro pórtico lleno de figuras y a su lado una estrambótica capilla renacentista con decoración excesiva, la Capilla Colleoni, en cuya fachada el artista ensayó varios tipos de columnas.
Y justo detrás, la evocadora Piazza Vechia, con su hermoso palacio medieval, su extraño reloj de sol en el suelo, su torre y su fuente. Y a partir de ahí, callejear hasta la imponente fortaleza llamada la Rocca por un lado, llena de homenajes a los héroes italianos, y hasta la Ciudadela por el otro. En medio, una calle larga con tiendas, restaurantes, confiterías bellamente decoradas que anuncian la polenta dulce y el Pane di Spagna, una especie de bizcocho; bares de vinos, trattorías, torres…
No se puede desdeñar que Bérgamo tiene una ubicación que permite, si la estancia es corta poder visitar, por ejemplo en tren, ciudades como Verona y Padua y parajes como los lagos de Como y Garda, o si se dispone de una semana acercarse incluso hasta Venecia. ¿Qué más se puede pedir ¡Ah, sí! Si son ustedes amantes de la ópera, sepan (lo sabrán) que aquí nació y murió el gran Gaetano Donizetti, el mago del bel canto, el autor de L'elisir d'amore: el responsable de Una furtiva lácrima y esas cosas tan preciosas… y que en la Citá Alta tiene su casa con su placa y todo.
Una pista: el Hotel Piemontese, convenientemente situado junto a la estación ferroviaria y cerca del centro. Muy recomendable.
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