Perejil, Delicias y parque Genovés

HISTORIAS DE CADIZ

El concejal Juan Antonio Martínez transformó el antiguo paseo en 1852

Trabajos del jardinero Ramón Oliva auxiliado por Juan Funoll y el ‘rocarista’ Vicente Fenollosa

Paseo de palmeras del parque Genovés / Archivo
José María Otero

05 de septiembre 2020 - 18:00

A comienzos del siglo XIX apenas había espacios públicos en nuestra ciudad para el paseo o esparcimiento de sus vecinos. Casi todas las actuales plazas, como la de Mina, Candelaria, Guerra Jiménez o Merced, pertenecían a conventos y órdenes religiosas y los gaditanos acudían a pasear a unos terrenos situados al final de la plaza del Mentidero, junto a la batería de la Soledad. Ese lugar tenía tan escaso arbolado y vegetación que los vecinos lo apodaban ‘paseo del Perejil’, aunque su nombre oficial era ‘paseo de las Delicias’.

En 1852, el Ayuntamiento encarga a uno de sus concejales, José Antonio Martínez, el arreglo del ‘Perejil’. Martínez era un hombre dinámico y emprendedor y transformó el paseo en un lugar acogedor, con bancos de mampostería, numeroso árboles y cuidadas plantas. Los gaditanos comenzaron a llamar a tan bonito paseo ‘Las Delicias de Martínez’, como homenaje al eficaz concejal.

Es en ese mismo lugar donde el gran alcalde Juan Valverde organizaba las Veladas de los Ángeles, que tanta fama dieron a la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX.

Velada de los Angeles en el paseo de las Delicias / Archivo

En esos años, el jardinero mayor de la ciudad y botánico de la Facultad de Medicina era Francisco Ghersi, que gozaba de total confianza de catedráticos y profesores para el tratamiento de las plantas medicinales. Ghersi supervisaba la conservación de los jardines de las Delicias y emprendió una campaña para que fueran sembradas especies adecuadas a nuestro clima. Tanto era el cuidado de este botánico y jardinero para sus plantas que los alumnos de Medicina llamaban ‘el drago de Ghersi’, al famoso árbol que se conservaba en el patio de la Facultad.

En 1891 ocupaba la alcaldía de Cádiz, Eduardo Genovés, valenciano que había llegado a nuestra ciudad bajo la tutela de Valverde. Genovés decidió transformar las Delicias en un moderno parque al estilo de la moda imperante en esos años en las principales ciudades europeas. Para ello no quiso rodearse de nuestros jardineros, sino que llamó al considerado mejor especialista de España, Ramón Oliva, jardinero municipal de Barcelona.

Oliva había estudiado en la famosa escuela de Horticultura de Gante, en Bélgica, y había diseñado, entre otros, los jardines del Campo del Moro, en el Palacio Real de Madrid, el parque de la Ciudadela de Barcelona y el jardín del palacio Robert, en la misma ciudad. También había diseñado los jardines del pazo de Montero Ríos, en Lourizán, en la ría de Pontevedra, y el de los marqueses de Comillas, en Santander.

Ramón Oliva diseñó el parque de Cádiz y comenzó las obras en ese mismo año de 1891. Trajo a Cádiz a su principal colaborador, el jardinero Juan Funoll y Figuerola, y una enorme cantidad de plantas procedentes de los viveros de Barcelona. También diseñó una gruta con cascada en el parque gaditano y para su construcción trajo al famoso ‘rocarista’ Vicente Fenollosa, cuya labor en Lourizán, era alabada por todos los entendidos.

cascada del parque Genovés / Archivo

El alcalde Eduardo Genovés firmó un contrato con Oliva en el que éste se obligaba a venir a Cádiz varias veces al año, pero los que realmente llevaron a cabo la construcción del parque fueron Fenollosa y Funoll. Y sobre todo, el propio Eduardo Genovés. Las crónicas de Diario de Cádiz señalan que el alcalde visitaba las obras del parque diariamente y, a veces, mañana y tarde hasta que, por fin, se procedió a la inauguración el 2 de agosto de 1892. La apertura del nuevo parque coincidió con la celebración de la Velada de los Ángeles.

Tanto empeño había puesto Genovés en dotar a la ciudad de un parque moderno que, una vez que cesó en la Alcaldía, la Corporación Municipal acordó darle su nombre.

En años posteriores, el jardinero catalán Antonio Sardá fue contratado para el mantenimiento del parque que ya llevaba el nombre de Genovés. Para ello Sardá volvió a contar con la inestimable ayuda del experto jardinero gaditano Francisco Ghersi.

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