El parque eólico marino de Cádiz, un obstáculo en plena ruta de la pardela balear, en peligro de extinción
Enfoque de Domingo
La planta eólica marina frente a Rota y Cádiz se proyecta en plena ampliación de la zona de protección de esta especie de ave en peligro crítico de extinción
Sólo quedan en el mundo 25.000 ejemplares de este ave y 20.000 de ellas se alimentan de sardina y boquerón en el Golfo de Cádiz
Cádiz/Desde Ecologistas en Acción han venido argumentando desde que conocieron el proyecto de parque eólico marino frente a Rota, Cádiz y El Puerto que la idea inicial, tal y como se propone, plantea muchas incertidumbres y debilidades (el proceso de tramitación, la capacidad de evacuación de la energía y la falta de participación), pero que lo fundamental no es el impacto visual o paisajístico que denuncian los alcaldes de los municipios afectados, sino el impacto ambiental sobre la biodiversidad en una zona de gran riqueza de aves con áreas de protección muy importantes.
A este respecto, Gonzalo Muñoz Arroyo, como investigador del Grupo de Estudio de Aves Marinas de la Universidad de Cádiz (UCA), explica a este periódico cuáles serían las principales afectaciones ambientales: “El impacto de un parque eólico sobre las aves es bastante evidente. En tierra ya lo estamos viendo en Tarifa y La Janda. En el mar sería lo mismo. En el momento en que se pone uno en una ruta de paso de aves migradoras hacia el Estrecho, dos veces al año, como es el caso de Cádiz, el impacto potencial resulta bastante alto”, sostiene el experto.
“Por el Estrecho de Gibraltar pasan anualmente más de un millón de aves del Atlántico al Mediterráneo. A eso hay que añadir el impacto que tendría sobre otras aves, como las limícolas, que hacen la migración entre Europa y África”, aclara el ornitólogo. “Sólo de pardela cenicienta [Calonectris diomedea], que es la más abundante de las aves marinas de esta zona, hay más de medio millón de ejemplares”, añade. “Pero es que luego están las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPAs) del Golfo de Cádiz, unas áreas marinas que se designan en la Red natura 2000 para proteger a varias especies, principalmente a la pardela balear [Puffinus mauretanicus], una de las especies más amenazadas del mundo, considerada en peligro crítico de extinción. Hay un plan de acción europeo para su conservación. Desde nuestro grupo de investigación hemos demostrado que en el Golfo de Cádiz hay una gran concentración, de 18.000 y casi 20.000 ejemplares algunos años, que se alimentan cerca de la desembocadura del Guadalquivir. El límite actual de esa ZEPA llega desde el norte de Doñana hasta Chipiona, pero en base a nuestros trabajos, el Ministerio de Transición Ecológica ha aceptado ampliarla hasta más o menos el Caño de Sancti Petri, entre San Fernando y Chiclana, de manera que el parque eólico quedaría dentro del área donde se plantea esta ampliación de la protección”, concluye.
Para calibrar la importancia de esto basta decir que tan solo quedan unos 25.000 ejemplares de pardela balear en todo el mundo. Un ave que cría en aquellas islas, pero que sale del Mediterráneo por el Estrecho. Entre el 50% y el 60% se quedan a comer en el Golfo de Cádiz, una zona muy rica en sardina y boquerón, base de su alimentación, de manera que es un área vital para la conservación de esta especie.
“Luego está la ZEPA marina de la Bahía de Cádiz, asociada sobre todo a la colonia de charrancito [Sternula albifrons] de la Playa de Levante, cuya parte costera también quedaría afectada”, añade Gonzalo Muñoz. “En resumen, la ubicación propuesta está rodeada de áreas protegidas para las aves y, en particular, para una especie amenazada y en peligro crítico de extinción, luego esa infraestructura entraña un riesgo evidente”, sintetiza el investigador de la UCA.
Porque, como es lógico, las aves no entienden de delimitaciones ni de competencias administrativas y parece obvio que la zona afectada es el total y todo su entorno, por mucho que el parque eólico se sitúe legalmente al límite de esas áreas protegidas y en un área bajo jurisdicción de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz. “Además, la pardela balear suele realizar las migraciones bastante cerca de la costa española, mientras que las cenicientas lo hacen más cerca de la marroquí”, apunta.
“No estamos en contra de la energías renovables, ni mucho menos, todo lo contrario. Pero a nivel mundial, lo que se ha demostrado es que lo fundamental es la correcta localización de los parques eólicos. Y eso debe planificarse a nivel global. De hecho, hay un documento del Ministerio de Transición Ecológica, el Plan de Ordenación del Espacio Marítimo, donde se analizan todas las afecciones que tiene el Golfo de Cádiz desde el punto de vista ambiental, de las infraestructuras portuarias, del turismo y de la servidumbre militar, entre otros aspectos. Y determina que en el Golfo de Cádiz no es factible ubicar plantas eólicas marinas”, explica el ornitólogo.
Este experto no se arriesga a dar una cifra de ejemplares de pardela balear y de otras que pudieran terminar impactando con las aspas de los molinos marinos gigantes. “Habría que hacer un estudio superespecífico del tránsito de aves por allí, de trayectorias de paso, para acercarnos a un porcentaje que pudiésemos dar como una previsión. Y no me consta que en el anteproyecto que ha presentado la empresa haya una estimación. Y si la hay, se la habrán inventado. Para hacer eso hay que hacer un estudio superdetallado, montar sistemas de radares, de seguimiento remoto, que te permitan determinar trayectorias de pasos. Nosotros hicimos una tesis doctoral para ensayar la metodología en 2005, cuando se propuso la primera tacada de parques eólicos marinos en la costa de Cádiz, pero no se llegó a probar en ningún parque porque no se llegó a aprobar ninguno. Tenemos estudios publicados en revistas científicas sobre distribución y alimentación de estas aves, pero eso otro debería formar parte del estudio de impacto ambiental. En cualquier caso, el proyecto está todavía en una fase muy preliminar ”.
Con todos estos argumentos por delante, Gonzalo Muñoz ve muy difícil que salga adelante el proyecto de Bahía de Plata 2017 SL. “Entiendo que tenemos que cambiar el modelo de energía, pero igual que ha pasado en tierra, donde el desarrollo eólico y fotovoltaico ha seguido un proceso más especulativo que de planificación previa, me temo que ahora esté pasando igual en el ámbito marino. Y luego vienen los problemas. En toda la comarca de La Janda, las empresas han tenido que implementar programas de vigilancia eólica con parada de máquinas. Y eso no se había hecho en ningún lugar del mundo. Pero es que estamos en uno de los puntos de mayor mortandad de aves de todo el globo. Se ha demostrado que esas medidas la reducen, sí, pero es muchísimo mejor planificar y estudiar antes”, defiende el experto.
“En Alemania y en Dinamarca se hacen estudios previos de impacto ambiental superexhaustivos, que pueden durar tardar en estar listos entre cinco y seis años. A partir de esos estudios se ha hecho una planficación que determina cuáles son los lugares más y menos impactantes, qué medidas correctoras hay que implantar y qué diseño deben tener. A partir de ahí, no me consta que haya habido grandes oposiciones”, concluye el investigador.
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