Una parroquia sin salones ni dependencias
Toda la actividad de la Castrense se realiza en el interior del templo, con los problemas que ocasiona
Ni salones donde los diferentes grupos parroquiales puedan reunirse. Sin aulas en las que impartir a niños y jóvenes las diferentes catequesis. Sin un local donde atender a las familias con menos recursos en el entorno y almacenar los alimentos, la ropa y otros bienes con los que se colabora desde Cáritas. Ni siquiera una sacristía donde los sacerdotes puedan prepararse para las celebraciones religiosas. La Castrense ha quedado reducida al templo en sí.
Este contratiempo que provocó hace escasas semanas la clausura de todas las dependencias se ha solventado de momento con el desarrollo de toda la actividad en el interior del propio templo. A este respecto, conviene puntualizar que la Castrense es parroquia, por lo que tiene una actividad pastoral mayor que un templo o capilla, pues entre otras razones es en las parroquias donde se administran los sacramentos (bautizos, comuniones, bodas...).
A esto también se une, por ejemplo, la convivencia de hasta tres cofradías. Una de ellas, la de Expiración, tenía en esas dependencias clausuradas su casa de hermandad con todos los enseres procesionales, archivos y demás bienes, que tuvieron que ser desalojadas de manera urgente a finales de la pasada Cuaresma.
El desarrollo de todas las actividades en el interior de la parroquia está ocasionando las lógicas incomodidades de reunirse, impartir catequesis o atender desde Cáritas desde los propios bancos del templo.
Y el estado del conjunto de la Castrense también afecta a lo que años atrás era la vivienda del párroco, inutilizada desde hace años por su mal estado de conservación. Y es que hoy en día, el único espacio que gozan los sacerdotes es el de una pequeña sacristía que se ha improvisado en una pequeña recepción que antes daba paso al resto de instalaciones y que es lo único que no ha sido clausurado, junto al templo.
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