El paseo de las luces y las sombras
El paseo de Puntales-La Paz, junto con Astilleros, ofrece un espacio excepcional a unos vecinos que continúan viendo deficiencias
Desde hace tres años y después de una inversión de casi cinco millones de euros, los vecinos de los barrios de Puntales, La Paz y Astilleros disfrutan de un paseo tan esperado como demandado y que buscaba revitalizar una zona a menudo infravalorada.
Se trata de un amplio bulevar de 890 metros de largo que se inicia en el barrio de Puntales y finaliza en el Parque de Astilleros, la mayor zona verde de la ciudad.
El reciente paseo, pese a sus grandes posibilidades, no termina de ofrecer el impulso que necesita la zona.
Una de las características del mismo es su polaridad. Presenta una cara prácticamente opuesta cuando lo preside el sol y cuando éste lo abandona.
En las mañanas, el protagonista principal es el silencio. Se puede pasear por la zona siempre acompañado del leve ruido que hacen las barquillas varadas en la Bahía. El aspecto, más allá de la tranquilidad, es desolador. El calor veraniego hace que los vecinos abandonen su barrio en busca de las playas situadas al otro lado de la ciudad, dejando el flamante paseo para el disfrute casi exclusivo de los pescadores.
Estos encuentran aquí una zona privilegiada para desarrollar su afición. La poca afluencia de gente y la espaciosidad del lugar hacen que se dispongan a lo largo de todo el paseo. La barandilla metálica sirve de apoyo para las cañas de muchos pescadores que aguardan la suerte cobijados bajo la sombra que ofrecen las palmeras. Los bancos, en lugar de personas, soportan aparejos y enseres.
La pesca, además de vida, ofrece algunos de los principales problemas a la zona. Los vecinos reconocen que pese a ser un paseo "precioso y moderno" tiene algunas carencia en cuanto a limpieza. "Los pescadores echan mucha basura", reconocen dos habituales de la caña en el primer mirador. En ellos se centran las principales denuncias de los vecinos, que ven cada día como los restos de su faena quedan en los bancos y en el asfalto del paseo.
Aunque el servicio de limpieza recoge con eficiencia los desperdicios, las principales demandas de vecinos y pescadores se centran en los desechos que llegan a la Bahía. "El Ayuntamiento debería poner un servicio especial para limpiar lo que se queda en las rocas", dice Rafael, un pescador de la zona de Puntales. Mucha de esta basura no procede exclusivamente de este colectivo. "Los puestos de los lunes echan bolsas y plásticos al mar", reconoce un matrimonio de la zona. El mercado de los lunes, conocido popularmente como Piojito, es el único acontecimiento que consigue atraer algo de vida a la zona en las mañanas.
Junto a los pescadores, los deportistas son quienes más aprovechan las ventajas del paseo. El carril bici, situado en la parte más cercana a la carretera, es utilizado por ciclistas y personas haciendo footing, que durante todo el día lo recorren en ambas direcciones.
El Parque de Astilleros, pese a ser un lugar propicio para el deporte, no aúna a demasiadas personas en sus mañanas. La única sombra, ofrecida por la carpa del auditorio, es aprovechada por pocos niños que copan el parque.
Si la cara matutina del paseo es inhóspita, cuando el sol se esconde por la otra orilla, la Bahía comienza a resurgir. Con la noche a punto de llegar, los vecinos empiezan a abandonar sus casas para dar vida a su paseo.
Pasear, descansar y relajarse. Estas fueron las tres palabras con las que el Ayuntamiento lo definió en su inauguración. Acertaron. Pese a la gran afluencia de gente, que abarrota el paseo en los bancos o paseando, el silencio es aún permanente, pudiéndose percibir los pequeños sonidos del ambiente. Personas mayores, familias con niños pequeños y parejas son los públicos principales de la zona. Los habituales presumen orgullosos del buen ambiente del paseo y del cambio exponencial que ha sufrido.
Pero la tranquilidad y el silencio no da de comer. Los vecinos demandan mayor explotación hostelera en una zona que no ofrece todo su potencial turístico. Tan solo dos locales acaparan toda la oferta hostelera.
Además de la escasez, los paseantes denuncian la poca adecuación entre los precios y la zona. "Son muy altos para las personas que vivimos aquí", afirma Rafael. Muchos vecinos recuerdan la afluencia que tenía un establecimiento anterior: "Estaba siempre lleno, los precios eran más baratos". Hace unos años, el Ayuntamiento proyectó la creación de un nuevo quiosco, algo que ha quedado aparcado por la situación económica actual.
Detrás del bullicio de la avenida y el paseo marítimo se esconde una zona paralela donde el tiempo parece ir más despacio bajo la atenta mirada de la Bahía.
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