Visto y Oído
Broncano
Busque en la ciudad un monumento, edificio o bien cualquiera que haya cumplido cinco siglos de vida. Escudriñe por calles y plazas elementos que acumulen tanto pasado. Esa es la palabra clave en el Monasterio de Santa María: pasado. Un pasado lleno de prosperidad que hizo crecer el primitivo convento mediante sucesivas ampliaciones y un monasterio que hoy mira al pasado, al enorme legado que tiene tras de sí, para salvar el presente y, sobre todo, para garantizar el futuro.
El monasterio de las concepcionistas en el barrio de Santa María agoniza, se desvanece poco a poco, envejece a pasos agigantados a la espera de una gran intervención que lo salve de la ruina cada vez más amenazante y que garantice un futuro donde la vida de clausura de las monjas sea compatible con otros usos ciudadanos y, por qué no, de motor económico para la ciudad y para ese barrio en particular.
Las monjas se desviven a diario por mantener en el mejor estado posible su casa, el convento; y tienen a su lado a la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa María, que sigue luchando por su objetivo fundacional: salvar y recuperar este bien patrimonial, histórico y cultural.
El estado actual de todo el conjunto arquitectónico solo invita a la desesperanza, al creer imposible esa misión de salvarlo de la ruina, de que no sucumba al abandono al que lo sometió la Junta de Andalucía hace casi 20 años, cuando prometió una revolucionaria inversión que acabó en nada y que llevó a las monjas incluso a perder una casa de su propiedad (en la calle Paco Alba), y que le persigue desde entonces con promesas incumplidas por parte de las administraciones públicas, sobre todo la autonómica y la municipal.
Desde el mismo acceso al histórico conjunto la necesidad de un programa de rehabilitación es evidente, palpable. El denominado Patio del Olivo, donde se encuentran las construcciones más antiguas no solo del monasterio sino de la propia ciudad (en lo que a viviendas se refiere), presenta un estado aterrador, con las fachadas prácticamente sin revestimiento ni sellado entre los ladrillos en algunas zonas. El claustro principal conjuga zonas apuntaladas con un ala completamente acotado para impedir el tránsito de personas por el peligro de derrumbe y con algunos tramos de techumbre seriamente hundidos.
Esta estampa de techos hundidos, o directamente perdidos tras haber caído al suelo, de salas apuntaladas y de zonas o estancias completas acotadas y precintadas se repite por todo el laberinto de antiguas celdas, accesos a los espacios comunes del monasterio y las que fueron en su día estancias principales de las monjas (el refectorio, la cocina, el huerto…). Junto a ello, no son pocas también las chapuzas que se han ido haciendo conforme fue deteriorándose la edificación, buscando siempre frenar los problemas e ideando soluciones provisionales en forma de viga sobre la pared donde apoyan todas las cabezas de las vigas del techo de una sala para evitar su caída o de toldo de chapa para que la lluvia no caiga dentro de unas estancias y provoque nuevos hundimientos.
El programa de necesidades es, a simple vista, prácticamente inabarcable. Pero la asociación que lleva años trabajando ha conseguido completarlo, además de revisarlo periódicamente para incorporar los nuevos problemas que van surgiendo conforme pasa el tiempo sin intervenir.
La principal, la más urgente y tan necesaria que ha empezado a actuarse pese a que las monjas aún no tienen las financiaciones anunciadas por la Junta de Andalucía y la Diputación Provincial, es el arreglo de las cubiertas que se encuentran en peor estado; o que directamente no se encuentran porque se han derrumbado.
Ya se está arreglando la cubierta que corona la fachada del edificio hacia la calle Mirador, y se ha marcado la hoja de ruta que los obreros tendrán que seguir a partir de ahí cuando se materialicen esos fondos económicos que se han cifrado en algo más de 245.000 euros y que serán posibles gracias a una subvención autonómica de 150.000 euros y otra provincial que aportará los 95.000 euros restantes.
En este conjunto de actuaciones de urgencia se incluye el campanario, que será resanado en todo el exterior procurando la retirada de las redes que desde hace tantos años impiden su contemplación pese a ser un elemento tan característico del barrio, especialmente los azulejos decorativos que revisten la parte alta.
Las monjas concepcionistas muestran su especial agradecimiento a una persona, Mercedes Colombo, que aseguran ha estado encima de procurar la ayuda autonómica desde que en vísperas de las municipales de 2019 acudiera a Santa María con la entonces consejera de Cultura, Patricia del Pozo, que prometió -otra vez- la implicación de la Junta en la recuperación y puesta en valor del monasterio. De hecho, se confía en que esta subvención excepcional otorgada abra la puerta a una futura colaboración que salve este elemento histórico que hoy amenaza con una ruina irreversible.
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