El peaje a pagar por tener una mente privilegiada

cursos de verano de la asociación de superdotados Unos 60 niños participan en esta actividad

60 niños superdotados participan en unos cursos en los que dan desde robótica a meditación, pero con el gran objetivo de fomentar sus habilidades sociales

Uno de los grupos de jóvenes con alta capacidad intelectual participa en el taller de robótica de ayer.
Uno de los grupos de jóvenes con alta capacidad intelectual participa en el taller de robótica de ayer.
José Luis Porquicho / Cádiz

05 de julio 2011 - 01:00

"He hecho dos cursos a la vez: Segundo y Tercero. ¿Tú cuándo has hecho dos cursos a la vez?", interroga con toda naturalidad Javier a su amigo Pablo mientras no aparta ojo de la Nintendo SD que maneja como si fuera una parte más de su cuerpo en el jardín de la Facultad de Magisterio, donde participan en los undécimos Cursos de Verano para niños superdotados (o con alta capacidad intelectual) que organiza la Asociación de Superdotados de Cádiz (Asuc). Para estos niños de entre 5 y 15 años, de los que hay diagnosticados en la provincia unos 200, esta actividad les permite realizar actividades más acordes con sus inquietudes intelectuales, pero sobre todo les facilita y les enseña a cultivas sus habilidades sociales, sus interrelaciones personales y sociales, en las que suelen ser menos habilidosos.

Sesenta niños están participando esta semana en estos cursos de verano que alcanzan su organiza la Asuc, integrada por otras tantas familias. En la oferta de actividades de estos días robótica, ciencias, talleres de pintura, de cómic, de teatro, musicoterapia o juegos tradicionales, además de risoterapia para los padres.

Pero sobre todo, muchas relaciones sociales, sesiones de meditación y un curso para fomentar sus habilidades sociales. Algo en lo que coinciden los chicos mayores de los que asisten a estos cursos. "Nos cuesta hacer amigos", reconocen. No porque sean unos bichos raros. La imagen del superdotado nada tiene que ver con la del empollón cerebrín, con sus gafas y muy pálido. Estos chicos y chicas visten como el resto de chicos de su edad y hablan como ellos. Los separa de los grupos naturales que se crean en las clases de los colegios sus intereses. Mientras unos comentan el gol de Villa con pasión el otro está pensando en el eclipse de luna que habrá al día siguiente, por ejemplo.

A los 15 años ya tienen asumido esta condición. Y agradecen estos cursos sobre todo por lo que les sirve para aplicar luego en sus relaciones sociales. Y no sólo con sus amigos. Como comenta una joven, "No sólo está entretenido por lo que hacemos, sino porque nos enseñan como relacionarnos, como ganar amigos, a aceptar las críticas, las reprimendas... y luego se ponen en práctica". Otra chica añade que "no es que nos estemos muriendo por no hacer amigos, pero estas cosas nos vienen muy bien para hacerlos luego".

Apenas unos minutos de charla con ellos son suficientes para comprobar que ésta, el dominio de las habilidades sociales, es , sin duda, lo que más agradecen. En el resto de campos su capacidad intelectual, su percepción y su sensibilidad les sirven para salir adelante en el sistema educativo con más o menos solvencia en los resultados. En el campo de las interrelaciones no saben cómo manejarse al tener intereses o inquietudes muy diferentes en la mayoría de las ocasiones.

Por ello, estos cursos que organiza la Asuc les sirve para fomentar su lado intelectual y alimentar su curiosidad con actividades puramente cerebrales y cognitivas pero sobre todo para que se puedan sentir integrados en un grupo. Esta sensación de integración o pertenencia es la que más preocupa y más trabaja el colectivo durante todo el año. Y no sólo para los niños.

Y es que los padres, en muchas ocasiones, no encuentran con quién compartir sus inquietudes, dudas y quebraderos de cabeza en la educación de sus hijos. Una educación que avanza mucho más rápido que la del resto de niños. Como indica Lola Sánchez, vicepresidenta de Asuc y una de las coordinadoras de estos cursos de verano, "no es una enfermedad, no es un trastorno ni nada negativo, pero los padres necesitan informarse para llevarlo bien". "Y lo que queremos es que nuestros hijos sean niños felices para que luego sean adultos felices", añade.

Lola y su marido Joaquín Román, ambos profesores, hacen un breve perfil de un niño con alta capacidad, a los que el sistema educativo normalmente les cuesta reconocer y, por ende, diagnosticar para poder adaptar su educación a lo que su evolución y su necesidad intelectual requieren. "Son niños que andan, hablan y leen muy pronto. Por lo general suelen aprender a leer solos y tienen un gran dominio del lenguaje. Luego tienen un gran talento y una gran sensibilidad artística que canalizan por la música, la pintura o incluso la cocina", afirman. Además, "la mayoría son muy buenos con las nuevas tecnologías, pero es muy raro que lo sean en el deporte". Y concluyen con un mensaje claro: "Lo que queremos es que nuestros hijos sean niños felices para que sean adultos felices".

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