Pepe Bablé: "La anterior dirección hizo un festival necesario, pero no era el FIT"

El director del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz durante 27 años, que regresa a formar parte del equipo organizador tras su retiro en 2019, habla de la presente edición marcada por el despido de la anterior directora

El gaditano es el coordinador de la comisión gestora del 39 FIT, pero no es su director

Isla Aguilar, directora del FIT: "Los festivales tienen que tomar riesgos, y yo los estoy tomando"

El coordinador de la comisión gestora del 39 FIT de Cádiz, Pepe Bablé. / Lourdes de Vicente

Cádiz/Aunque a Isla Aguilar todavía le quedaba un año al frente del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, el Patronato del FIT decidió a principios de este año, sin los votos a favor de Inaem y Aecid, desistir el contrato de la gestora cultural que había dirigido la última edición de la cita en solitario y acompañada de Miguel Oyarzun en las tres ediciones anteriores. La poca sintonía entre el nuevo equipo de Gobierno y la visión que Aguilar tenía del veterano encuentro teatral parece que rompió la relación y, por ende, dejó a la 39 edición del FIT, la presente edición, sin cabeza visible. Así, y con la promesa de convocar un nuevo proceso público para la designación de un nuevo director para el año que viene, desde el Patronato se decidió crear una comisión gestora que en este 2024 se hiciera cargo del festival. Una comisión en la que encontramos un nombre, un hombre, ligado al FIT desde sus albores, Pepe Bablé, director de la cita durante 27 años y que se retiró, por su merecida jubilación, en el año 2019. Con Pepe Bablé hablamos del pasado, de estos cuatro años anteriores, del especial presente y del futuro del queridísimo Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz.

Pregunta.–¿Es usted el director de la presente edición del FIT?

Respuesta.–No, para nada, soy un miembro más del comité que planteó el Patronato del Festival ante este periodo de vacío de dirección, porque todos sabemos lo engorrosos que son los trámites administrativos para la designación de una nueva dirección. Entonces, el Patronato tuvo a bien formar un comité con una serie de personas -además de Bablé, Abel González Melo (director del Corral de Alcalá), Isabel Pérez Izquierdo (Agencia Andaluza de Instituciones Culturales), Ramiro Osorio Fonseca (director del Teatro Julio Mario Santo Domingo de Bogotá), Débora Staiff (experta en el desarrollo internacional de artistas latinoamericanos) y María Moreno (bailaora y coreógrafa gaditana)- y que yo, por cercanía y por experiencia, me ha tocado coordinar. Pero no, toda la cuestión de dirección recae en los técnicos de la Fundación Municipal de Cultura y nosotros lo único que hemos hecho es la elección de los espectáculos y de las actividades. Eso sí, yo por cercanía, vuelvo a reiterarte, estoy ayudando en todo lo que se me pide. 

P.–¿Cómo ha sido el trabajo del comité?, ¿cómo se hace?, ¿cómo se han puesto de acuerdo?

R.–Ha sido una experiencia muy bonita porque yo nunca había hecho nada de una manera colegiada. Ha sido muy fácil porque las personas que configuran este comité somos compañeros, muchos de ellos compañeros de viaje y de muchísimas aventuras teatrales, y otras personas eran conocedoras del evento porque habían participado en muchas ediciones, con lo cual, todo el mundo teníamos en nuestro imaginario qué tipo de festival teníamos que hacer y, además, en unas circunstancias tan especiales como las que concurrían este año. Es decir, hablábamos el mismo idioma. Y hemos trabajado de una manera muy simple, cada uno, como dominaba un territorio y hemos visto mucho teatro, nos pusimos como norma hablar a partir de los gustos personales. Así, de lo que habían visto, proponían cada uno los espectáculos que tenían a bien pero enviándome vídeos y documentación técnica de cada espectáculo, y cuando tuve todo ese contingente los envié a cada uno de los miembros, todo el mundo vio los trabajos presentados y de ahí cada uno hizo una selección de cuáles eran los mejores. Y a mí también me tocó hacer el trabajo de adecuar esos mejores al presupuesto del festival y a las posibilidades técnicas. Y fuimos poco a poco discutiéndolo todo hasta que dimos con la programación que ya conocemos y que esperemos que al público le guste. A nosotros, nos encanta.

P.–La relación entre la anterior dirección del FIT y el actual equipo de Gobierno se rompe porque valoraban una serie de carencias. ¿Qué tiene este FIT que no hayan tenido los anteriores?

R.–Pues es que lo primero que hicimos fue tener una reunión con el equipo de Gobierno actual, porque con el saliente yo no tuve ningún tipo de acercamiento. Lo primero que se me pidió fue que el festival volviese a encontrar ese punto de equilibrio que tenía entre la exhibición y la convivencia e incidiera en el factor encuentro, que creo que es una de las premisas que a este festival lo ha caracterizado desde sus inicios en el año 1986. Eso es lo que se nos dijo y eso es lo que hemos intentado. Si echamos la vista atrás, en estas últimas cuatro ediciones, hemos visto que la programación ha tenido un sesgo muy definido, muy particular, porque era la visión de las personas que le correspondía en ese momento dirigirlo y estaban en pleno derecho pero, claro, en cierta medida no abarcaba el universo teatral iberoamericano que es diverso, ecléctico, multidisciplinar y heterogéneo; así que también se nos pidió que, por favor, volviese a tener esa mirada más amplia en tanto a los lenguajes que hoy conviven en el mundo del teatro latinoamericano.

P.–¿Atender a los espectáculos de calle también ha sido prioridad?

R.–También fue una premisa que se nos pidió, que el festival volviese a tener el pulso de la ciudad porque creían que durante estos años esa relación ciudad-festival se había deteriorado. Así, se nos pidió más espectáculos en la calle y actividades que estuviesen alrededor de un hecho lúdico, festivo, como lo que realmente es la idiosincrasia de la gente de Cádiz, que vive la calle a partir de la festividad. 

P.–El FIT que usted dejó, ¿tiene más o menos presupuesto que el presente?

R.–Más o menos igual. Los mimbres siempre son los mismos, lo que cambia son las circunstancias y que todo se va encareciendo. Lo que sí me he encontrado es un mercado mucho más inflacionado y con problemas administrativos que han ido creciendo con el tiempo pero, bueno, me he encontrado en un estadio que me ha dado la posibilidad de encontrarme con viejos amigos, de seguir codeándome con un mundo que a mí me fascina y me apasiona como es el mundo teatral.

P.–¿No le llama, entonces, presentarse a la convocatoria para dirigir el próximo FIT?

R.–No, no, para nada. Mi tiempo ya pasó, lo dejé bien claro en el 2019 cuando me fui, que abrí mis brazos y mi experiencia a la nueva dirección que entró y si no lo quisieron utilizar, ellos sabrán por qué. Pero yo soy consciente de que mi tiempo ya pasó y que el festival tiene que ir creciendo alrededor de nuevas ideas, de nueva gente pero, eso sí, gente que sepan realmente cuál es la importancia del festival y que se respete todo lo que se ha hecho, incluido lo que se ha hecho en estos últimos cuatro años, porque se merece un respeto.

P.–¿Piensa que la anterior dirección no respetó la herencia del FIT?

R.–Creo que no supieron más que no quisieron. Creo que les pudo más la ambición personal de querer hacer un festival acorde a los cánones que ellos creían que tenían que ser sin tener en cuenta que esta ciudad tiene una idiosincrasia muy particular y que este festival también tiene una idiosincrasia muy particular. Treinta y cuatro años no se pueden borrar de un plumazo, todo lo que se hizo en 34 años no puede ser tan malo. Y una de las cosas que más me dolió del año pasado no fue de la dirección sino de los comentarios de políticos de aquel momento que decían que el festival por fin renacía, como si el festival que yo dejé en 2019 hubiese estado muerto o en bancarrota o con grandes déficits cuando, al revés, yo me fui con un festival perfectamente consolidado, que tenía un equipo de gente que trabajaba más por vocación que por dinero y un festival que se armaba solo. Luego llegaron otras personas con otra mirada, que a mí me comentaron cuando llegaron, en una de las primeras reuniones que tuve con ellos, y yo les dije que a lo mejor ese festival que ellos querían hacer, efectivamente, Cádiz lo necesitaba pero no iba a ser el Festival Iberoamericano de Teatro. Buscar un modelo como el Temporada Alta de Girona o el Festival de Otoño de Madrid, eso funciona en Girona o en Madrid pero en Cádiz, permítanme, eso no puede funcionar con la programación de esos lenguajes ni con la extensión del festival en tantísimos días, ni de la manera que se hacía. Pero, bueno, ellos estaban en su derecho de hacerlo, eran los directores. 

El director del FIT de Cádiz durante 27 años, Pepe Bablé. / Lourdes de Vicente

P.–En ese sentido, ¿ustedes se quedan cosas de estos años?

R.–Pues hemos respetado acuerdos que tenían. Lo primero que le dijimos a la gerencia fue si había compromisos adquiridos y algunos se han respetado, otros no por cuestiones presupuestarias pero tenemos a la Escuela del Sur, el estreno con Alberto Cortés, el compromiso con determinadas compañías que están en programación.

P.–¿Cómo ve el futuro del FIT?

R.–Depende de la dirección y del equipo de Gobierno que esté aquí. No olvidemos que la dirección está supeditada al órgano político, que es el Patronato del Festival y los medios que éste proporcione a la dirección porque, muchas veces, la pretensión va por un lado y la realidad va por otra. Al FIT se le ha exigido siempre mucho más de lo que realmente podía dar, y eso ha sido así no sólo en estos años, también en mi época. Yo siempre decía que este festival daba más de lo que podía pero si este festival tuviese de los medios que necesita pues crecería mucho más rápidamente. 

P.–¿Una relación con la ciudad todo el año, por ejemplo?

R.–Pero para eso hace falta gente que trabaje todo el año y medios. A ver, inventado está todo inventado. Un festival es lo que es, pero el de Cádiz, lo bueno que tenía, es que poseía un valor añadido que es el que estamos intentando recuperar, que es el de festival-encuentro, que fue la apuesta que hicimos desde su primera edición. Porque un festival tiene que apostar, y ahí le doy la razón a Isla (Aguilar, la anterior directora) en unas declaraciones que te dio el año pasado donde decía que un director que no apueste no es válido. Y es verdad. Hay que arriesgar. Pero en mi opinión, en un porcentaje adecuado para no tirarte a una piscina sin agua. 

P.–Festival-encuentro, ¿conviven este año los grupos en Cádiz?, ¿cómo se traduce en esta edición ese valor añadido del que habla?

R.–Pues el encuentro se propiciaba teniendo un solo espacio donde pudieran interactuar entre ellos. A mí no me gusta llamarle el festial convivencial porque muchas palabras de tanto usarlas pierden su valor, y aquí lo convivencial parece que es los boysouts que van de excursión. Y no. Esto es un festival-encuentro, quiero encontrarme contigo porque tenemos el mismo interés, el mismo imaginario creativo y quiero ver qué podemos hacer conjuntamente. Esto es un encuentro profesional. Bajo esa premisa, la base central de los actos de encuentro este año se dan en el ECCO, otros años era en la Casa de Iberoamérica, y después pues ellos van a convivir en el mismo espacio hotelero que es el Hotel Cádiz Paseo del Mar, el Meliá. 

P.–¿Nos recomienda algunas propuestas de esta edición?

R.–La programación es que es un menú con todos los ingredientes. Hay de todo. Hay espectáculos de gran formato, hay una visión muy particular a los espectáculos flamencos porque creemos que el flamenco hoy en día es un bastión importante dentro de las artes escénicas. En las tres pinceladas que tenemos está muy bien reflejado porque está el señorío de María Pagés (que abrió el viernes el festival); la visión contemporánea que tiene Eduardo Guerrero; y Marco Vargas y Chloé Brûlé que combinan tan bien lo antiguo con lo visionario. Luego a nivel de teatro contemporáneo hay para todos los gustos, teatro de palabra, de gestos, visual, de calle, teatro-circo... En nueve días vamos a tener una visión muy exacta de por dónde van los derroteros del teatro iberoamericano actual. 

P.–¿Qué festival sueña este año?

R.–En principio lo soñaba no tan bajo agua (ríe) pero sueño el festival que siempre he soñado, un festival contextualizado en su ciudad y que es necesario para el universo teatral iberoamericano. Y te lo digo porque he levantado el teléfono y he encontrado interlocutores que me han ayudado conseguir determinadas coss. Los lazos que se crearon en el 2019 se han vuelto a retomar, digamos.  

P.–Desde el lado personal, ¿cómo lo está viviendo?

R.–Como en una burbuja porque me veo aquí y me parece mentira pero, bueno, creo que lo dije en mi discurso de despedida, que yo iba a ser siempre un jugador de club, que cada vez que el club me necesitara, ahí iba a estar. Y aquí estoy.

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