Visto y Oído
Broncano
20 vivencias del 20
Cádiz/De vez en cuando la vida está tan bonita que da gusto verla, que diría Serrat. Pero llega el coronavirus y te la jode, directa e indirectamente, con fatales daños colaterales. Eso es lo que este maldito y caótico 2020 han vivido Juan Meléndez y Carmen Morales, dos trabajadores trabajadores (la redundancia no es una errata) de la hostelería gaditana que han perdido su negocio justo cuando mejor les iba.
Con 25 años de experiencia en el oficio él, en establecimientos como el recordado Restaurante Caleta y 20 ella, Juan y Carmen, Carmen y Juan, habían conseguido levantar en el tramo menos concurrido de la Calle Plocia un bar de tapas, la Nueva Casa Postas, que llevaba bastante tiempo cerrado, después de experimentos anteriores ajenos a ellos que no funcionaron. Cinco años después de su apertura, la coqueta terraza solía estar llena de clientes, muchos de ellos fijos, abonados a una magnífica relación calidad-precio, a su oferta vegana, pero, sobre todo, a una atención excelente... Y en esto que llega la pandemia, el confinamiento y el cierre a cal y canto de los negocios...
“Nos pensamos treinta mil veces si abríamos o no con las restricciones que se habían impuesto, pero decidimos que sí, e invertimos en un cambio de formato que esperábamos que mejorase el negocio. Arrancamos en junio y cuando estábamos saliendo de nuevo a flote, nos pasó lo que nos pasó... no nos renovaron el contrato... un efecto colateral del coronavirus, que yo digo...”
Carmen cae enferma de Covid-19 a final de agosto, justo el día que tenían que firmar la renovación del contrato del local por otros cinco años más. “Lo teníamos todo acordado, incluida una inversión que teníamos que hacer. Pero nos tuvimos que confinar 14 días y, pese a que habíamos estado hablando, enviándonos documentación, de que había conseguido un crédito para hacer frente a una nueva fianza y aunque propuse que la firma fuese telemática, cuando le dieron el alta a Carmen nos dijeron que no nos renovaban, que había aparecido otro hostelero y que nos quedábamos fuera. Así que de un día para otro nos vimos en la calle...”
Carmen, Juan y su hijo Juan Luis, de cinco añitos, no están literalmente en la calle gracias a su abuela, la madre de Carmen, y al paro que le ha quedado a ella. “El que yo tenía acumulado se acabó y como autónomo no he recibido ni una sola ayuda porque no cumplía con los requisitos... la verdad es que la situación está siendo muy angustiosa, porque no dejo de buscar trabajo, pero el sector está como está: quien no tiene a la mitad de la plantilla en erte se está pensando la posibilidad de cerrar...”, confiesa Juan.
“Menos mal que estamos en casa de mi suegra, que se está portando magníficamente con nosotros... Pero no dejo de pensar que si nos hubiesen renovado el contrato, continuaríamos allí, trabajando, que es lo que llevamos haciendo toda nuestra vida”. De hecho, ya le están dando vueltas a un nuevo proyecto. "Pero ahora es un momento muy difícil para poner en marcha nada, tendremos que esperar al verano. Mientras tanto, sigo buscando empleo".
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