Un período marcado por los cambios y la mano férrea

La gestión de Zornoza empieza a ser cuestionada entre algunos párrocos y organizaciones laicas

Rafael Zornoza Boy.
Rafael Zornoza Boy.
M.m.a. Cádiz

15 de agosto 2014 - 01:00

Un cura de barrio decía hace poco a un periodista de este diario que mientras que ellos no saben ya cómo acudir a tantas necesidades que se les presenta cada día con personas que están pasándolo mal, desde el Obispado se les reclama con cierta insistencia sus aportaciones al Fondo Diocesano Común.

En el cabildo catedralicio tampoco se han librado y de vez en cuando se han pedido aportaciones que han sido rechazadas en las votaciones. El resultado, casualidad o no, es que el obispo nombró a seis canónigos nuevos de su total confianza bajo la fórmula de 'pro tempore numeris', es decir, son cargos que van directamente relacionados con los que tienen en la diócesis. Si dejan de ejercerlos, tampoco serían canónigos de la Catedral. De momento, ya casi tiene controlada la mayoría del órgano.

A final de mes se cumplen tres años del nombramiento de Rafael Zornoza Boy como obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Venía a sustituir a Antonio Ceballos Atienza, que había permanecido en esa responsabilidad durante 17 años.

Desde entonces Rafael Zornoza ha ido cambiando a todos los responsables de la iglesia gaditana poniendo en los puestos de responsabilidad a personas de su confianza, tanto que de los anteriores responsables de secretariado sólo queda al frente Manuel de la Puente, que está en el de Medios de Comunicación Social.

Otro de los nombramientos que tampoco ha perdurado fue el del vicario general de diócesis, José Luis Caburrasi, que dimitió de un día para otro y fue sustituido por Fernando Campos.

Zornoza es un hombre que pertenece al ala más conservador de la Iglesia, como el anterior presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, que fue precisamente el que firmó su nombramiento para que se trasladara desde Getafe a Cádiz.

En estos tres años lo que ha sido un cambio de personas al mando del Obispado, que puede ser hasta cierto punto lógico, ha provocado malestar en muchos de los curas de la diócesis sobre todo porque también se ha dado un giro en la gestión y en las preferencias sobre los temas a los que se tienen que dedicar. De hecho, ya ha habido algunos sacerdotes y párrocos que han entrado en contacto unos con otros para intentar darle vía al descontento y que se les escuche.

La relación con los laicos tampoco es mucho mejor. Este periódico ha podido saber que algunos colectivos también están empezando a hacer sonar los tambores de guerra y están organizando una convocatoria entre todas ellas para tratar de analizar la situación.

Quienes han conocido a los dos últimos obispos dicen que son la noche y el día. Mientras Ceballos huía de hacer política dentro del Obispado, cosa que dejaba en manos de sus hombres fuertes, y se centraba más en el ámbito espiritual, a Zornoza sí le gusta tener controlado de forma férrea todos los resquicios de la diócesis que dirige.

Y lo que está ocurriendo ahora es que se está abriendo la distancia entre la cúpula de la diócesis y las bases, tanto a nivel religioso como laico.

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