No solo de pan y de día se vive sin hogar

Personas sin hogar | Cádiz

Desayunan, almuerzan, cenan y pueden pasar mañanas y tardes en el nuevo Hogar Fermín Salvochea

Ahora necesitan con urgencia dormir a cubierto con un mínimo de dignidad

Trabajadores sociales especialistas en el colectivo demandan que se dupliquen las camas disponibles

Uno de los habitáculos improvisados bajo los arcos de una de las alas de las Puertas de Tierra, en el Museo del Títere. / Fito Carreto
J. M.

08 de marzo 2020 - 06:00

Cádiz/"El centro de día de alta tolerancia para personas sin hogar y un equipo de acercamiento eran absolutamente necesarios, pero no van a sacar a toda la gente de la calle. Igual que los centros de drogodependencias y los programas de prevención del abuso de drogas son imprescindibles, pero no acabarán nunca él”. La cita, que no es textual, resume la conclusión más extendida entre los trabajadores sociales y los voluntarios que atienden a quienes menos tienen entre los que menos tienen. Sin embargo, aunque la erradicación de esta situación sea una utopía, parece claro que todavía hay retos urgentes que afrontar en Cádiz en relación con las personas sin hogar.

Más de un centenar de personas –103, según el único censo municipal que se hecho en la ciudad– sobrevive en la más absoluta de las indigencias, durmiendo a la intemperie. En calles y plazas, en vestíbulos de bancos, en construcciones abandonadas como la pérgola de Santa Bárbara, en los bajos del Balneario de La Palma y hasta en una de las alas de las Puertas de Tierra. Un Bien de Interés Cultural que parece gozar de mayor protección que quienes, siendo especialmente vulnerables, malviven bajo sus arcos. Tapados detrás de unos toldos azules, como se tapa un solar lleno de escombros y jaramagos. Bajo unos carteles del Museo del Títere. El Roto no lo habría pintado mejor.

Es la cara más dura de una ciudad que se tiene por hospitalaria y amable. “En Cádiz nadie pasa hambre, pero sí frío, miedo y soledad”, dice una especialista en el trabajo con personas sin hogar, un término que parece haber vuelto para sustituir al más reciente de personas en situación de calle. Quizá porque se asume que resulta imposible erradicarla. Desde la trinchera social, después de celebrar la apertura y puesta en marcha, por fin, del nuevo Hogar Fermín Salvochea, se alzan voces que demandan medidas urgentes y que proponen soluciones. A la vez que las conocemos, calcémonos los zapatos de un sin hogar, y veamos de qué recursos de supervivencia dispone en Cádiz desde que sale hasta que cae el sol.

Las mujeres son solo el 10%, pero en uno de los dos albergues que hay no las admiten

Contra lo que puedan pensar algunos, una persona sin hogar tiene la obligación de levantarse temprano si no quiere quedarse sin desayunar después de una noche fría y llena de desvelos a la intemperie. A las ocho y media de la mañana, Manuel Mení, de Calor en la Noche, ya está abriendo la puerta del comedor de la calle Regimiento de Infantería, en los bajos y a la espalda del Hogar Fermín Salvochea. Desde antes de las ocho hay cola, aunque no se sirve hasta las nueve. “Hoy [por el viernes] le hemos dado de desayunar a 89 personas y todas han repetido. Algunas incluso dos y tres veces”, cuenta el responsable de esta asociación que lleva casi tres años poniendo café y tostadas y dieciocho recorriendo de madrugada la ciudad repartiendo alimentos, ropa, sacos de dormir, aislantes y productos de higiene entre los más necesitados Durante el año pasado sirvieron 27.322 desayunos y desplegaron 1.183 asistencias en el casco histórico y 650 en Extramuros. Calor en la Noche también actúa en San Fernando, El Puerto y Jerez.

El Hogar Fermín Salvochea es fantástico porque después de desayunar ya no tienen por qué volver a la calle, sobre todo en días como hoy en los que hace tanto frío –cuenta Manuel– Estábamos preparando unos talleres, sobre todo de alfabetización, pero vamos a esperar a ver la programación del centro de día para plantear algo complementario. Nos haría falta ganar unos metros y montar una sala multiusos. Pero lo importante es que estas personas estén atendidas y, salvo en alojamiento, que faltan plazas, lo están”.

Pabellones con camas y plazas para mujeres

Mení tiene muy claro que el reto es ahora habilitar lugares dignos donde pernoctar, en especial para las mujeres, “porque en Caballeros Hospitalarios, por sus reglas, no las acogen”. “Habría que abrir unos pabellones con camas, sobre todo en épocas de frío, como hacen en algunos lugares del País Vasco –propone– Hace tiempo que planteamos que se podía hacer en el local que ocupaba Talleres Velasco en la Cuesta de las Calesas. Otro lugar podía ser la antigua Casa del Niño Jesús. Aquello conserva la estructura de habitaciones del internado que fue ”.

Actualmente en Cádiz sólo ofrecen alojamiento el Centro de Acogida Municipal, en la plaza de Macías Rete, –entre 20 y 25 plazas– y Caballeros Hospitalarios, en la calle Benjumeda –21– Parece claro que habría que duplicar las camas. Las estancias máximas son de 3 a 5 días, salvo en los casos en los que se está esperando algún tipo de documentación u otros especiales.

“Se están dando buenos pasos, pero a veces falta empatía –opina Manuel– Son pocas las personas que después de dos malas noches preferirían seguir durmiendo en la calle y mucho menos en los bajos del Balneario de La Palma, en plena playa”. Mení entiende que habría que dar prioridad a quienes padecen enfermedades mentales o patología dual. “Estoy seguro de que el nuevo equipo de calle va a tener esto muy en cuenta y va a procurar que se les atienda como necesitan”. También apunta algo que pudiera parecer superfluo, pero que en muchos casos no lo es. “Algunos conviven con perros y sostienen que son los únicos que los quieren. No estaría mal que ese local o esa nave dispusiese de un espacio también para ellos”

Piden una unidad de calle y un centro de acogida para enfermos mentales y duales

Con un café y una tostada –o dos– ya en el cuerpo, el Hogar Fermín Salvochea permite desde el pasado jueves la posibilidad de ducharse, lavar la ropa e ir al baño, todo un lujo cuando se vive en la calle de sol a sol. Mientras tanto, uno puede incorporarse a alguno de los coloquios o talleres que se están organizando con el fin de ir volviendo al mundo que alguna vez abandonó, aprender a utilizar un ordenador, acceder a internet, leer un libro en un cómodo sillón o simplemente conversar y disfrutar de la compañía de los demás. El centro funciona de manera participativa, así que con el apoyo de los monitores, los usuarios pueden acordar qué hacer en cada momento. Sin exigencias, que esto es un centro de alta tolerancia. Eso sí, aquí hay que arrimar el hombro para mantenerlo todo limpio y ordenado. Forma parte del programa.

En la Fundación Virgen de Valvanuz, en la calle Santiago también hay actividades entre las 10:00 y las 14:00 horas. En esas horas, además, reparten bolsas de comida procedentes del Banco de Alimentos entre las familias que lo necesitan.

En la calle, cuando se almuerza, se almuerza también muy pronto. A las doce del mediodía ya empiezan a llegar comensales al comedor Virgen Poderosa que regentan las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en la calle María Arteaga. A diario dan de comer a entre 80 y 85 personas, el 70% de ellas sin hogar. El comedor funciona de lunes a sábado a partir de las 12:30. Apenas una hora después ya han comido todos. Los domingos dan bocadillos.

“La apertura del centro de día ha sido una cosa maravillosa porque va a cubrir una serie de servicios que antes no estaban cubiertos, como ducha, lavandería y taquillas; y que duda cabe que cuando haga frío podrán estar allí más protegidos;además, habrá talleres”, se apresura a decir Sor María.

Unidad y albergue para enfermos mentales

“Lo que vendría muy bien son más camas, sobre todo para mujeres, porque no hay, aunque son una minoría, en torno a un 10%”, apunta la religiosa. “También hace falta una unidad de día y una de calle específicas para enfermos mentales. Que esté atendida por un médico o un enfermero y un psicólogo. Que contacten con ellos, que les hagan un seguimiento y les ayuden a cumplir con la medicación que tienen prescrita. Además, cuando salen del hospital después de ser atendidos de alguna crisis no tienen donde descansar y recuperarse. Estaría bien que hubiese un albergue para transeúntes y otro para estancias más largas, en especial para enfermos mentales y duales”.

La cena para quien vive en la calle también sigue el horario europeo. Arranca a las 19:30, que es cuando abre sus puertas en invierno el comedor social de la Fundación Virgen de Valvanuz en la calle Santiago. Allí atienden a entre 70 y 80 personas diarias, de lunes a viernes, hasta las 20:30 en esta época del año . En verano el horario es de 20:00 a 21:00. Los sábados, de 11:00 a 14:00 horas, dan bocadillos.

El 80% son personas sin hogar y el resto, mayores a quienes no les llega la pensión o incluso personas jóvenes, con estudios y oficio, que han perdido el trabajo y su casa”, explica Mila Alarcón, responsable del comedor de la fundación.

“El nuevo centro viene a solucionar la estancia diurna, que no es poco no tener que estar en la calle desde por la mañana hasta por la noche. Han puesto taquillas y eso les permite ir a manos libres. Pero siguen faltando plazas de alojamiento”. Mila coincide con el resto de sus colegas en el problema de los Caballeros Hospitalarios, “que no admiten mujeres, y hay personas que vienen en pareja”.

“En realidad, entre los desayunos de Calor en la Noche, los almuerzos en María Arteaga y las cenas en Valvanuz y la atención de Cruz Roja, a estas personas no les falta de nada, salvo el alojamiento”, concluye la responsable del comedor de la fundación.

En Caballeros Hospitalarios son conscientes de esta necesidad de más plazas. De hecho, recientemente mantuvieron una reunión con el alcalde, José María González, en la que le presentaron un proyecto de ampliación a 30 plazas, con la oferta de un número determinado de ellas a Asuntos Sociales para la cobertura de las emergencias que puedan presentarse.

Cruz Roja atendió a 312 personas en 2019

Después de la cena, toca volver al banco de la plaza, al soportal o al cajero automático de cabecera. Hay que agenciarse unos buenos cartones y poner las pertenencias a buen recaudo...Nunca se sabe lo que puede pasar. Hay gente buena que de vez en cuando trae ropa de abrigo. Y gente rara... Entre los de la calle, también... Invadir el territorio de otros o un simple malentendido a veces puede resultar muy peligroso. Que se lo digan al portugués errante de la bicicleta musical... A muchos, una litrona o un cartón de vino de mesa les ayuda a dormir. En los cajeros automáticos, la calidad del sueño depende del trasiego de los clientes. Y de su comportamiento... Por lo general, son respetuosos... Los clientes... Pero los hay que no pierden la oportunidad de despotricar entre dientes mientras la máquina les escupe sus billetes. Luego está la posibilidad de que el director de sucursal de turno decida cerrar la puerta... Entonces hay que mudarse en busca de otro cubículo.

Son las once de la noche. En el cajero de San Juan de Dios hay tres voluntarios de Cruz Roja ofreciendo café y bocadillos a dos de sus habitantes. “¿Y a usted, le hace falta algo?”, pregunta amablemente una de ellas a quien esto escribe, que estaba esperando para entrar, mochila al hombro y la barba quizá demasiado larga. “No, muchas gracias. De momento, afortunadamente, no”... Parece sensato no olvidar que la vida da muchas vueltas y cualquiera puede verse durmiendo dentro de un saco donde antes sacaba dinero...

A través de su Programa de atención integral de personas sin hogar, durante el año pasado Cruz Roja atendió a 312 personas, de las que 252 fueron hombres y 60, mujeres. Los voluntarios de las Unidades de Emergencia Social recorren la ciudad tres veces por semana proporcionando a quienes viven en la calle alimentos, ropas, enseres y otros artículos de primera necesidad. Se trata de una manera de acercamiento, de acogimiento y de seguimiento de estas personas con el fin de que se integren en el resto de las actividades que ofrece el programa, como talleres sobre salud, hábitos higiénicos, habilidades sociales y de capacitación, que pretenden facilitar la inserción social y laboral. Además, desde el año pasado gestionan una vivienda cedida por la empresa municipal de vivienda Procasa en la que se trabaja en la inserción social y laboral de tres personas. “Nuestro principal reto es cumplir con los objetivos de nuestro programa y seguir trabajando en red”, dicen desde la organización.

Además de todos estos colectivos hay otros que actúan en la ciudad. Como Iguales en Acción, cuya línea de trabajo basada en la reinserción integral de personas sin hogar directamente desde la vivienda y el empleo –gestionan una casa y se sostienen con donaciones privadas– requiere de un reportaje aparte; el Albergue Hogar Despertares, con reparto de alimentos, servicio de ropería y el objetivo de crear un nuevo centro de acogida y la Asociación pro Derechos Humanos (Apdha), centrada en la denuncia pública y la reivindicación, entre otros.

El Plan de inclusión social, todavía pendiente de cumplimiento

Hace unos días, al hilo de la inauguración del Hogar Fermín Salvochea, la Apdha también celebraba su apertura, pero alertaba de que el Plan de Inclusión Social para Personas Sin Hogar, aprobado por el Pleno del Ayuntamiento de Cádiz en junio de 2018, “está todavía muy lejos de cumplirse”. Entre las actuaciones pendientes la Apdha cita: La prevención del sinhogarismo (detección temprana y derivación a recursos de las personas en riesgo de exclusión social);el acompañamiento a estas personas en el acceso a prestaciones económicas y reconocimiento de los derechos de ciudadanía (DNI, empadronamiento, tarjeta sanitaria...) y programas específicos de formación y empleo para lograr su autonomía.

La lista de asuntos pendientes la completan alternativas de alojamiento (Centro de Acogida Municipal, viviendas compartidas para tres personas, una nueva cada año, y viviendas housing first, al mismo ritmo); protocolo de la campaña de frío/calor que establezca fechas fijas para su inicio con suficiente antelación; programas de atención socio-sanitaria (salud física y mental, sexualidad, adicciones, higiene personal); red de recursos sociales y coordinación (puerta única de entrada al sistema, coordinación entre administraciones y entidades, guía actualizada de recursos); programas de sensibilización a la ciudadanía en general y a adolescentes; programas de formación a los profesionales y colectivos que se relacionan con las personas sin hogar y la evaluación y retroalimentación periódica del plan, con comunicación de resultados a la ciudadanía y a las entidades que trabajan con este colectivo.

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