Los pilares de la economía en Cádiz, entre la tradición y la innovación
El nuevo curso político debería de reforzar apuestas como la de la economía azul
El puerto juega un papel cada vez más importante
El puerto de Cádiz espera su cambio de siglo
La crisis industrial que sufrió Cádiz hace cuatro décadas nunca ha terminado de cicatrizar. La salida de las grandes industrias públicas, el cierre de las medianas y pequeñas empresas relacionadas con el sector marítimo, la caída de la pesca e incluso las numerosas reconversiones sufridas por los astilleros, tocaron de lleno a nuestra economía. El comercio, con numerosos altibajos y desde hace poco más de un lustro el turismo mantienen a flote a la ciudad. El desempleo ha bajado por primera vez de los 10.000 parados en más de treinta años, aunque también es cierto que en estas décadas se ha perdido población activa. La elevada presencia de funcionarios y un también numeroso número de jubilados del sector público han evitado el colapso económico de Cádiz en estos años.
Ahora, más allá de la obligada visión de la Ciudad-Bahía y la eterna espera para la puesta en marcha de Lógica, la antigua Las Aletas, la capital se juega varias bazas que, ahora que hablamos del nuevo curso político, deberían de avanzar en su desarrollo en los próximos meses.
Por una parte está la apuesta por la Economía Azul que tiene como protagonista a la Zona Franca, con el apoyo esencial de la Universidad de Cádiz. Aquí podríamos convertirnos en líderes de un sector en pleno desarrollo.
La obligada reordenación del polígono exterior (que en estos meses que entran debería de dar un paso esencial, en coordinación con el Ayuntamiento y abriendo la puerta al uso residencial de parte de este suelo), está estrechamente relacionada con la Economía Azul. La Zona Base, ahora en expansión, es el gran ejemplo a seguir.
El puerto, con Teófila Martínez a la cabeza, apuesta por la plataforma logística del sur de Europa. Martínez planteó esta idea hace más de una década, con escaso éxito. Ahora todos asumen su importancia.
Y junto a ello, el comercio tradicional, capaz de aguantar y sobreponerse a las crisis más duras. Lejos de utilizar las grandes cadenas que nos han dejado en los últimos años, hay que aprovechar la novedad que para nuestros visitantes debe suponer una oferta propia de la tierra, de calidad.
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