La playa ingobernable
El verano tras el confinamiento
La ausencia de la Policía Local complica el disfrute en Santa María del Mar, donde se sigue jugando a la pelota, las palas y no se respeta la distancia
Cádiz/Las playas de Cádiz están empezando a pagar de mala manera el conflicto que el Ayuntamiento mantiene con la Policía Local. Las estrictas medidas de seguridad que la época post-covid impone en las playas se tambalean en espacios reducidos como Santa María del Mar, donde el incumplimiento de las normas como la distancia social se hace más patente con la ausencia de policías locales que vigilen éste y otros incumplimientos. Usuarios de esta playa han denunciado a este periódico que muchas personas no utilizan mascarillas para entrar y salir y que son habituales los juegos de pelota y las palas, prohibidos desde hace décadas en las playas de Cádiz y que tan solo se pueden realizar en las zonas habilitadas para ello.
Santa María del Mar es desde hace varios años una playa muy juvenil que no pierde tampoco el carácter familiar que caracteriza a la costa de la capital. Este verano, con las normas que prohíben los juegos de pelota en la franja de seis metros respecto a la línea de pleamar, y nunca pueden realizarse ni en la orilla ni en el mar, se hace más patente un incumplimiento que, ayer mismo por la tarde, fue evidente cuando una mujer recibió un balonazo y retiró el balón a los jóvenes hasta que llegaron a la zona, excepcionalmente, agentes de la Policía Local y Nacional tras una llamada ciudadana.
Incidente puntual o no, lo cierto es que la ausencia de vigilancia por parte de los agentes locales, con una plantilla baja en efectivos y con el Grupo Charly sin voluntarios, hace más permisiva este y otros incumplimentos, como mantener la distancia obligatoria entre grupos no convivientes, cuya corrección queda en manos de unos vigilantes cuya labor debe limitarse a vigilar y a advertir a los usuarios de cuáles son las obligaciones.
Los usuarios de Santa María del Mar explican que el aforo de la playa debe ser controlado por la Policía Local, pero que los agentes no patrullan de manera habitual por las playas, lo que coloca a esta pequeña franja del litoral, cuando sube la marea, en una situación límite, según su testimonio.
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