Premio de Artesanía de Andalucía, en Cádiz: “El tiempo es algo muchísimo más valioso que el dinero”

Jesús Moreno Piñero. Maestro artesano relojero

A sus 41 años ha conseguido conectar globalmente el pasado de un oficio que se está perdiendo con su presente y su futuro a través de las redes sociales

"Los vídeos son el 40% de mi trabajo, pero el 95% de mi clientela me llega a través de internet"

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El Maestro Artesano Relojero Jesús Moreno Piñero, trabajando en su taller del barrio de Santa María, de Cádiz. / Miguel Gómez

Cádiz/Nadie diría que detrás de esa pequeña puerta de la calle Santo Domingo, en el barrio de Santa María de Cádiz, uno de los mejores relojeros de Andalucía y puede que de España, está tendiendo un puente entre un pasado que se extingue y un presente globalizado que promete un buen futuro. En su minúsculo pero tecnológicamente avanzado taller, hablamos del oficio, del tiempo, de relojes y de redes sociales con Jesús Moreno Piñero (41 años), Maestro Artesano Relojero de Relotecnic. (relotecnic.com).

Pregunta.–La Consejería de Empleo, Empresa y Trabajo Autónomo le ha concedido el Premio de Artesanía de Andalucía, modalidad Calidad en Promoción y Comercialización, por dar a conocer en redes sociales un oficio en extinción. También por promover valores sostenibles mediante la restauración de antiguos relojes. Está usted conectando el pasado con el presente y el futuro ¿Se siente de alguna manera un viajero en el tiempo, un eslabón entre dos épocas?

Respuesta.–Claro, es como un hilo de conexión entre las cosas antiguas y la tecnología de ahora. Lo principal que he hecho yo es intentar dar a conocer un oficio, la relojería, que lleva con nosotros cientos de años, pero que hasta ahora, sus interiores y el proceso de cómo se hace era desconocido, porque no se mostraba ese trabajo anterior. Y ahí tenemos las nuevas tecnologías para poder mostrarlo.

P.–Trabajamos mucho tiempo para otros con el fin de ganar dinero que nos permita, entre otras cosas, tener tiempo para nosotros mismos y los nuestros. Nos fastidia que nos hagan perder el tiempo, celebramos cuando lo ganamos y disfrutamos cuando podemos permitirnos perderlo. Y, sin embargo, seguimos con la sensación de no tenerlo ¿Qué es el tiempo para usted?

R.–El tiempo para mí es algo que no tomamos en cuenta y que es muchísimo más valioso que el dinero. Porque tú puedes conseguir ganar más dinero, pero, tiempo, el que hay es el que hay. Y eso es una cosa de la que tenemos que ser conscientes. Trabajando aquí cada día, escuchando el tictac de los relojes, soy muy consciente del tiempo, de mi propio tiempo, y por eso lo valoro mucho, porque es algo que no se puede recuperar.

Jesús Moreno, en su taller de relojería de la calle Santo Domingo, de Cádiz. / Miguel Gómez

P.–Ya casi nadie lleva reloj, a lo sumo un ‘smartwatch’, que viene a ser como una esposa con la que va uno encadenado al móvil... Quizá nunca tuvimos un control tan preciso del tiempo y, sin embargo, ¿somos ahora más esclavos del tiempo? 

R.–Sí, ahora tenemos relojes mucho más precisos y estamos más controlados, pero ahora llegamos tarde a todos sitios [ríe] Antiguamente los relojes tenían menos precisión y no había móviles, pero si te decía alguien: a las 10 tienes que estar en la plaza Candelaria, a las 10 tenías que estar ahí, porque no había manera de de avisarlo...

P.–¿Llegarán a desaparecer los relojes convencionales en algún momento?

R.–A lo mejor, pero dentro de muchos años, cuando ninguno de nosotros estemos aquí para verlo. Pero la importancia de los relojes monumentales, de los relojes que están en los museos, de los relojes mecánicos, de los relojes automáticos no se va a perder nunca. Por ejemplo, una iglesia, que va a estar ahí 500 años, seguirá teniendo su reloj clásico. Y esos relojes, todavía hace y hará falta repararlos para que sigan funcionando.

"En un apagón informático masivo y global, quien tenga un reloj mecánico seguirá siendo dueño de su tiempo”

P.–Bueno, y ante un hipotético apagón informático masivo y gobal serán los únicos que marquen las horas...

R.–Sí, claro. Yo siempre estoy pensando en ese día, que parece imposible. Pero también nos parecía imposible que estuviéramos meses paralizados por una pandemia... Todas las personas que tengan un reloj mecánico o un reloj automático, que son muchas hoy en día, serán todavía dueñas de su tiempo si pasase esto. De hecho, hubo un reloj mecánico que una vez salvó la vida de un astronauta. La nave se quedó totalmente apagada, sin ningún tipo de control de ningún ordenador. Y con un reloj mecánico personal que llevaba, además del reglamentario, consigió cronometrar 12 segundos exactos para entrar en la atmósfera terrestre y se salvó... La última tecnología siempre es muy buena, pero el reloj mecánico tú sabes que te va a funcionar siempre. Siempre que lo conserves en buen estado porque haya alguien que te lo arregle... Si algún día te ves atrapado en una isla desierta, que sea mejor con un reloj automático...

Una de las piezas que repara y recupera Jesús Moreno. / Miguel Gómez

P.–¿Cuál ha sido el trabajo que le ha llevado más tiempo?

R.–Precisamente el de un reloj de pared, de carrillón, que tenía muchas complicaciones y muchas, muchas piezas que había que hacer. Todo eso me llevó 8 meses arreglarlo. Aunque no fueron 8 meses dedicados 10 horas al día. Pero me llevó mucho trabajo, mucha paciencia, y un día, un poquito y otro día, otro. Era de 1800 y pico, un reloj súper grande que estaba en la antesala de una gran casa.

"Cuando más disfruto es cuando entrego un reloj y el cliente hasta llora de emoción”

P.–¿Y con qué trabajo es con el que más ha disfrutado?

R.–Por suerte me pasa muy a menudo. Es cuando le arreglo a un cliente un reloj y se emociona cuando se lo entrego. Un reloj para una persona puede ser un objeto cotidicano, sin más, pero si el reloj era de tu abuelo y no funcionaba y estaba roto y sucio, cuando lo ves funcionando... Es que hay clientes que hasta lloran, de verdad, cuando les entrego el reloj y lo ven andando. Es súper gratificante que esas personas valoren sentimentalmente tu trabajo, más allá de las horas, la paciencia y el oficio que has puesto en él.

Uno de los relojes antiguos que tiene entre manos el Maestro Relojero. / Miguel Gómez

"Un reloj dice muchísimo de la persona que lo lleva, de su estatus, pero también de su forma de ser"

P.–¿Qué dice un reloj de la persona que lo lleva? ¿Qué representa? ¿Qué simboliza?

R.–Un reloj dice muchísimo de la persona que lo lleva. Simboliza el estatus del que disfruta, pero también la forma de ser de la persona. Alguien que lleva un reloj mecánico acuático, a lo mejor un Omega Seamaster, o parecido, es seguro una persona aventurera, a quien le gusta la acción. Y a lo mejor ves a un cliente con un Rolex clásico, que puede parecer muy poca cosa... Pues ya sabes que es una persona que, aunque tenga dinero, no quiere aparentar que lo tiene; una persona más cerrada, más introvertida...

P.–¿Qué reloj lleva usted?

R.–Pues mire, yo llevo un Hamilton, que es un reloj automático de gama media, que no es ni el más caro del mundo, ni el más barato, y llevo con él un montón de años. Y ahí está el tío: no falla nunca la máquina automática, todo es mecánico.

P.–¿Cuál es el mejor reloj de pulsera que ha existido nunca?

R.–La marca más conocida por el gran público es Rolex. A todo el que no entiende de relojes le gustaría tener un Rolex.Pero para mí, hay relojes mejor hechos y también más valorados. Los Patek Philippe son relojes caros, relojes buenos y de verdad tienen una artesanía detrás. Todo está hecho de manera muy meticulosa, muy a mano. Pero, claro, el más barato, vale 20.000 euros. Ahora, te compras uno y es como comprarte un garaje. Y luego se lo puedes dejar a tu niño en herencia porque su valor va a ir subiendo siempre. De hecho, ahora mismo tienen una lista de espera de tres o cuatro años para comprar uno. Rolex también lo hace. Con un buen enchufe, lo mínimo que tienes que esperar son ocho meses. Ellos sólo hacen 2.000 al día y les va bien así. Por eso valen más caros los de segunda mano. Porque no hay que esperar. Uno nuevo de 6.000 euros puede valer 12.00 o 13.000 de segunda mano. 

P.–¿Cuál es el secreto de la relojería suiza? 

R.–Una mano de obra muy especializada y las máquinas tan precisas que son capaces de hacer. Un reloj de marca china te puede costar 200 euros y llevar dentro una máquina de 3 euros. En Suiza, en general, la relación calidad-precio es muy buena. Por ejemplo, te compras un Hamilton o un Tissot de gama media, que te cuestan 500 euros, y la máquina que tiene dentro vale 200 euros o más de 100. No se trabaja en las mismas condiciones en Asia que en Suiza. Allí, además, los prueban y tienen unos certificados muy exigentes.

"Intenté aprender el oficio en Cádiz, pero me tuve que ir a Barcelona"

Jesús Moreno muestra el interior de un reloj de carrillón que está reparando. / Miguel Gómez

P.–¿De quién o de quiénes aprendió el oficio?

R.–Intenté aprender el oficio de maestros aquí, en Cádiz, pero me cogió una época en que todos estaban jubilando. Tampoco tenían ganas de enseñar. Esto siempre ha sido una profesión en la que había mucho miedo a la enseñanza, por la posible competencia. Y la única forma de aprender fue irme a Barcelona, a la única escuela de relojería oficial que hay en España [el IES Mare de Déu de la Mercè, donde se imparte el Ciclo Formativo de Grado Medio en Mantenimiento y Reparación de Relojería, en modalidad presencial]. Allí estudié y estuve un tiempo yendo y viniendo. En Barcelona tuve un maestro, que creo que ya se ha jubilado o le queda poco, que se llama José Matas [Rovira]. Él estuvo un montón de años en Suiza y ha enseñado a muchos relojeros de España. Se puede decir que es el padre de todos los relojeros modernos de hoy... En Cádiz recuerdo a un relojero que se llamaba Alberto y tenía un apellido alemán... [se refiere a Alberto Mergenthaler Arcos, que regentó la Relojería Alberto y luego la Relojería Alemana, en Columela]... Yo a lo mejor tenía solo 12 años y cuando hablaba con él, siempre tenía una obsesión en su cabeza: aseguraba que el reloj de plástico lo había inventado él. Lo que pasa es que luego llegó Swatch y le robó la patente “El reloj de plástico lo hice yo antes que nadie”, decía. Creo que murió con 95 años, todavía trabajando...

P.–Esto debe ser una profesión muy metódica, muy de precisión, muy solitaria ¿en qué piensa un relojero cuando está trabajando?

R.–Para mí arreglar un reloj es relax y paz. Además, es que no puede ser de otra manera... Hay días en que llegas al taller y vas a hacer un reloj complicado. Y, por lo que sea, ese día no te sientes bien al cien por cien, porque todos no somos iguales, y estás un poquito nervioso, como que tienes la mente en otro sitio. Entonces es más rentable cerrar y volver mañana que quedarte. Cuando arreglas un reloj debes tener la misma sensación que cuando estás tranquilo en tu casa haciendo un puzzle, con tu música, con tu relax... Es imposible hacer un reloj con barullo de fondo porque hay piezas que incluso respirando pueden volarse. Las hay muy, muy, muy pequeñas...

Mecanismo del anterior reloj. / Miguel Gómez

P.–Y hay que tener un buen pulso, aparte de paciencia... 

R.–Claro, pulso y paciencia, porque hay ciertos momentos a la hora de montar un reloj en los que hay que aguantar la respiración, porque el simple hecho de hacer así [Jesús inspira suavemente] no es posible y tienes que contenerla unos segundos.

P.–¿Cuántas horas trabaja al día? 

R.–En el banco, en torno a unas seis horas, pero en periodos de dos. Una cosa que estudiamos en Barcelona es que más de dos horas no se puede estar concentrado y entonces voy alternando. Estoy dos horas en el reloj y cuando ya he terminado, sigo trabajando, pero atendiendo el correo electrónico. O aprovecho y grabó un vídeo y subo una historia a las redes. Cuando ya he descansado media horita, vuelvo entonces al reloj. Y lo que te digo. Si hay un día que te dices: este no es el día... Muchas veces me ha pasado que me llevo dos horas con un trabajo y no me sale. Vuelvo al día siguiente y lo soluciono en diez minutos.

"Los vídeos son el 40% de mi trabajo, pero el 95% de mi clientela me llega a través de internet"

P.–Se mueve usted en Youtube, en Instagram y en TikTok como pez en el agua...

R.–Este premio es por eso. Hay muchas modalidades y a mí me lo han dado por la promoción y la comercialización. Al principio era como un extra, pero hoy en día te digo que me ocupa el 40% de mi trabajo. Luego sí que es verdad que le saco rendimiento. Porque, como ves, yo no estoy en una calle comercial. El 95% de mis clientes llegan a mí a través de internet. Los tengo de muchos sitios donde ya no hay relojeros. De muchos pueblos de Sevilla, por ejemplo. Antes de coger el reloj y conducir 50 kilometros, les sale más rentable enviarme un paquete a través de la empresa de enlace con la que trabajamos. Los relojes están asegurados y llegan en 24 horas.

Proceso de restauración de un reloj Rolex.

P.–Sus vídeos tienen mucha calidad. Algunos resultan hipnóticos ¿Dónde aprendió a grabarlos y a montarlos?

R.–Lo de aprender a hacer vídeos fue un regalo de la pandemia. Yo estaba intentando trabajar pero veía que no podía hacer nada. A ese tiempo le saqué rendimiento y me apunté a un curso de hacer vídeos para YouTube. Un día aprendía una cosa, otro día otra, y me dije: ya está, esto de las nuevas tecnologías va a enriquecer mi trabajo. Así que me compré unos trípodes para una cámara Sony que tengo y un objetivo macro con iluminación así de largo [señala medio metro]. La clave del éxito, lo que ha hecho que los vídeos funcionen, es mezclar los trabajos artesanales con los sonidos ASMR [Autonomous Sensory Meridian Response. En español, respuesta sensorial meridiana autónoma]. Esto no ha sido subir un vídeo y que te llegue el éxito del tirón. Los primeros vídeos que subí a Instagram no valen nada. Subía vídeos del proceso de trabajo de dos o tres minutos y la gente se se aburría: tenía 10 visitas, 20 a lo sumo. Ahora no hago vídeos en los que enseñe el trabajo, sino vídeos que entretienen. Y todo empezó a ir mejor con el arreglo de un Rolex, que lo desmonté y monte entero. El proceso del cristal, por ejemplo, son tres o cuatro horas de trabajo y las resumí en 30 segundos. Yo no comento lo que voy haciendo con palabras técnicas o con nombres de máquinas y técnicas que aburren. La idea es entretener. Luego funciona como una pirámide invertida: Lo ven 100.000 personas; de esas 100.000, 2.000 le dan a me gusta y de esas hablan contigo 100. Al final te salen 10 clientes. Pues mira, 10 clientes,que a lo mejor te encargan cada uno un trabajito de una media de 100 euros, pues ahí tienes 1.000 euros por vídeo... [Los vídeos le han reportado a Jesús otras ventajas. El modernísimo banco de trabajo motorizado del que disfruta se lo regaló una marca especializada de maquinaria de limpieza que vendió diez unidades a raíz de la publicación de una de sus grabaciones].

El obejtivo macro iluminado que utiliza para grabar sus vídeos el Maestro Relojero. / Miguel Gómez

P.–A raíz de sus vídeos, ¿Se ha interesado algún joven por aprender el oficio?

R.–Sí. Una de las cosas quepremiaba la Junta de Andalucía era crear una red de contactos y lo tengo un proyecto para más adelante. Pero sí, en los comentarios a los vídeos siempre me escribe alguien que me dice: “Jesús, ¿tú podrías enseñarme?”. Pero lo más importante que he conseguido con los vídeos es mantener contactos con otros compañeros. Y cuando te quedas solo atascado en alguna duda siempre tienes con quien consultar.

"Estoy seguro de que en algún momento me dedicaré a la enseñanza del oficio"

P.–¿Y se ha planteado crear una una escuela aquí, en Cádiz?

R.–Puede ser. Soy consciente de que esto es una profesión que depende de tu habilidad y de que a lo mejor llegará un momento en que tendré que jubilarme, aunque a nosotros nos va a tocar trabajara hasta los setenta y pico años... Cuando esté cerca de eso pues a lo mejor me dedico a la enseñanza. Estoy súper seguro de que acabaré en eso.

Mecanismo de uno de los relojes que repara Jesús Moreno. / Miguel Gómez

P.–¿Qué cualidades debe tener un buen aprendiz?

R.–La principal es la paciencia. Una persona que no sea paciente, ya se tiene que dedicar a otra cosa. Luego, que sea capaz de resolver problemas. Del estilo de los puzzles. Que sea una persona resolutiva para esas cosas. Y luego, perseverancia y paciencia también para aprender. Cuando una persona joven quiere ser abogado se lleva cuatro años estudiando Derecho. Y luego tendrá que hacer unas prácticas en las que no ganará dinero hasta que no esté preparado para ejercer. El problema de esta profesión es que la curva de aprendizaje es lenta. Y luego también hay unos altibajos económicos bastante grandes. A lo mejor te llevas dos o tres semanas trabajando y no estás cobrando, Y de repente cobras un encargo y te recuperas. Esto es así. Tengo muchos compañeros relojeros que son buenísimos y han optado por trabajar para Cartier , Rolex o El Corte Inglés. Han preferido la seguridad de un sueldo, de las vacaciones y de las pagas extra.

P.–¿Ha tenido apoyo de las administraciones? 

R.–Puedo decir al 100% que si no llega a ser por la Junta de Andalucía yo no estoy aquí. Hace cuatro años vi que salían unas subvenciones a las que me podía acoger y desde entonces me han ayudado muchísimo en todo. Hasta el local se lo compre a la AVRA [Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía]. Conmigo se han portado muy bien y me han apoyado en todo lo que he necesitado. Y eso que empecé desde cero, sin saber cómo funcionaba nada. Ya sé cómo va y siempre estoy pendiente de las ayudas a las que me pueda acoger.

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