“La preocupación por la Lengua siempre ha estado muy presente en el comercio”

Lola Pons | Lingüista y catedrática de la Universidad de Sevilla

La coordinadora de la jornada ‘Otras plusvalías del comercio exterior’, que hoy se celebra en Cádiz organizada por Zona Franca, repasa las claves del encuentro que analizará los usos del lenguaje en el ámbito económico

La lingüista Lola Pons, coordinadora de la jornada ‘Otras plusvalías del comercio exterior’. / Belén Vargas

La Casa de Iberoamérica acoge hoy la jornada ‘Otras plusvalías del comercio exterior’, una iniciativa de la Zona Franca como apoyo a la candidatura de Cádiz al Congreso de la Lengua que tratará de analizar el uso del lenguaje en el ámbito empresarial y comercial. Lola Pons, catedrática de la Universidad de Sevilla es la coordinadora y también una de las ponentes.

–¿Cuál es el enfoque general de esta jornada?

–Fue una petición de la Zona Franca de Cádiz para apoyar la candidatura de Cádiz en 2025. La jornada quiere poner de relieve cómo la Lengua se enriquece con el tránsito comercial y, particularmente, cómo Cádiz históricamente ha tenido que ver como puente en ese enriquecimiento o en esa vitalización del lenguaje comercial. El enfoque suma tanto la parte sincrónica, de hacer una fotografía de cómo es el uso del español hoy en el ámbito comercial y empresarial, y, junto con eso, la reflexión sobre la historia del lenguaje económico.

–¿Son unas jornadas lingüísticas o económicas?

–Bueno, son unas jornadas lingüísticas, sí, en las que vamos a transitar por territorios de la economía. Realmente, la preocupación por la Lengua siempre ha estado muy presente en el ámbito económico, en el comercio; empresarialmente, cualquiera que tenga un poco de preocupación por cómo hacer llegar sus productos se pregunta desde cómo los publicita hasta en qué lengua los traduce y de qué forma extiende sus páginas web. Nosotros siempre hemos visto una preocupación por el ámbito lingüístico en el campo empresarial, del comercio, bastante relevante.Ahora, lo que vamos a hacer en estas jornadas, como filólogos, es ocupar ese terreno de los economistas y hablar de cosas que nos interesan a ambos frentes.

–¿El vocabulario económico es culto, entendiendo por culto especializado, o hay hueco para lo popular?

–Este vocabulario, como el de otros que nosotros llamamos terminología especializada, a veces se queda en el ámbito de lo técnico o muy especializado, como pasa con tecnicismos de medicina o biología, pero en algunas ocasiones esos tecnicismos bajan, si utilizamos la idea de que la Lengua es un edificio, a la lengua común, a la lengua estándar o, incluso, se hacen frecuentes en la lengua popular.Y de todos los ámbitos de vocabulario especializado, quizás el económico es el que más fácilmente transita hacia otras plantas. Al final, cualquiera sabe lo que es un crédito, los intereses de demora, una hipoteca o un pago de aduana. Y es interesante porque nos muestra que la Lengua no solo se construye de abajo a arriba, que es una perspectiva muy interesante y perfectamente correcta, sino también de arriba a abajo, desde ámbitos muy técnicos. Eso ocurre en casos como este, en el que los ciudadanos terminamos haciendo uso de lo que se nos comercia o de las herramientas que utilizamos para vender, comprar o pagar.

–¿Quizás es el lenguaje publicitario el que más se hace popular?

–Bueno, a mí me gusta mucho cuando la gente dice la expresión “en su haber”, porque es preciosa. Ya no utilizamos el verbo haber con el sentido de posesión (decimos “yo tengo una casa”, pero no “yo he una casa”), se dejó de usar en el siglo XVI. Y fue una expresión muy bonita del verbo haber. Porque la columna del debe y la columna del haber fue una práctica de la economía que se popularizó en España en el siglo XVI y ahora cualquiera dice “más en su haber que en el debe”, y eso está bien, que veamos lo positivo y no lo negativo...

–Y eso que la mayoría está en el debe...

–(Ríe). Es verdad, es verdad...

–¿Y en el ámbito del lenguaje económico existe también la economía del lenguaje?

–Es cierto que existe esa tendencia a la economía de lenguaje, a que a veces las expresiones se gastan y se acortan y se apocopan, pero la Lengua siempre tiende a dos polos en lucha; la Lengua no es solo una cosa, y en contraposición a la tendencia a la economía lingüística tenemos otra, igualmente viva y que lucha con la anterior, que es la tendencia que llamamos expresividad. O sea, a echar más palabras de las necesarias para decir una cosa. La Lengua es tanto económica como gastosísima, y eso es una feliz manera por la que surgen los cambios lingüísticos, por la que la Lengua está viva.

–O sea, que tenemos a Quevedo y a Góngora permanentemente; uno ahorrando palabras y el otro adornando sus expresiones...

–(Ríe) Sí, eso existe, y me dices Góngora y creo que fue una de las primeras personas que utilizó la palabra económico, siendo él tan poco económico, pero el adjetivo se documenta en él una de las primeras veces, tanto económico como economía; no fue el pionero, pero sí uno de los primeros que los pone por escrito.

–Una de las ponencias está dedicada al vocabulario de un comerciante de Cádiz, ¿no sé si hay términos específicos de aquí?

–Esta es la conferencia que cierra las jornadas, de Pedro Álvarez de Miranda, y tengo muchas ganas de ver qué nos cuenta al respecto. No sé si hay algún uso específico, pero sí que es verdad que hay una especie de gaditanismo en determinados empleos económicos. También hay que resaltar que a veces no es tanto el significado especial que se da a una palabra, sino la frecuencia de uso, que palabras que todos compartimos se empleen más en una zona que en otra, lo que es evidente que ocurre, por ejemplo en el ámbito económico, que se usan más donde hay tráfico comercial.

En mi ponencia, por ejemplo, pondré algunos ejemplos de cartas del siglo XIX localizadas por azar en los archivos españoles. Y es interesante porque hay cartas de comerciantes, y muchos son gaditanos; eso nos muestra una frecuencia en el uso de la forma escrita, una polarización de los comerciantes de Cádiz que es muy interesante recorrer históricamente.

–Y, por último, una reflexión sobre lo que significaría para Cádiz yAndalucía que el Congreso de la Lengua se celebrara en Cádiz.

–Si se logra traer a Cádiz en esa fecha o en otra, porque hay que tener presente que estas candidaturas, a veces, se hacen para medio plazo, sería una oportunidad económica y científica, incluso diplomática. Para Cádiz sería fundamental, creo que un hito en la historia reciente de Cádiz, porque supone el desplazamiento de miles de personas de perfiles muy variados: editores, gestores culturales, académicos, profesores, científicos... Sería interesante utilizar esta candidatura como un modo de reclamar la meridionalidad del español común; el español, demográficamente, está mucho más inclinado a favor de América que a favor de España, son muchos más los hablantes americanos que los españoles, y esos hablantes americanos son hablantes andaluces de base. Reclamar ese origen histórico, simbólicamente, sería muy bonito.

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