El profesor de las Palabras

Gaditanos de perfil | Hernández Guerrero

Un experto en lingüística que antes fue sacerdote

Hernández Guerrero con su esposa y colaboradora, la profesora García Tejera, y sus hijos Pepe y Mari Carmen.
Hernández Guerrero con su esposa y colaboradora, la profesora García Tejera, y sus hijos Pepe y Mari Carmen.
José Joaquín León

29 de octubre 2016 - 01:00

PODRÍA ser muchos personajes, pero es uno solo. Fue rector del Seminario y vicerrector de la Universidad de Cádiz. Tiene cuatro doctorados universitarios y ha publicado 63 libros. Es un hincha cadista bien documentado y fue uno de los fundadores de la peña flamenca Enrique el Mellizo. Domina el arte de hablar y el arte de callar. Su mayor sabiduría es que no ha perdido la voluntad de aprender.

José Antonio Hernández Guerrero (Cádiz, 1936) nació y creció en la calle Cruz número 11. Enfrente vivió El Batato. Su padre se llamaba Ricardo Hernández Saúco y era milindrador (descifraba esquemas para la construcción de instrumentos). Tenía ideas progresistas. Su madre se llamaba Dolores Guerrero Borbón y era costurera. La conocían como Lolita Borbón, si bien ella contaba a sus hijos que fue republicana.

José Antonio tenía dos hermanos. Uno es Sebastián Hernández, el conocido fotógrafo, por lo que suele decir que es "el hermano de Hernández el fotógrafo". Su hermana María del Carmen, fallecida con poco más de 50 años, era una gran cantaora (habilidad que heredó de su madre) y se anunciaba como Carmen de Cádiz.

José Antonio comenzó sus estudios en la escuela de doña Lola, que estaba en la calle María de Arteaga. Después fue al colegio de La Salle Viña.Un día pidieron voluntarios para ser seminaristas. José Carlos Muñoz levantó la mano y recibió cinco barritas de regaliz. Entonces José Antonio, que tenía ocho años, también levantó la mano, y ya lo empezaron a cuidar.

Entró en el Seminario de Cádiz cuando tenía 12 años. Año1948, en plena posguerra. Era un seminario muy conservador, en el que todos los viernes hacían la coronilla a los niños. Salían a pasear los jueves y los domingos, con sus sotanas y calcetines negros, becas rojas y bonete. Allí estudió durante 12 años. Desde tercero, todas las clases se impartían en latín.

A los 24 años cantó su primera misa en el colegio de La Salle Viña. Ese mismo año, 1961, fue destinado a Tarifa, como coadjutor de la parroquia de San Mateo, donde estaba como párroco el padre José María Mainez.

Un año después fue destinado a San Pablo de Buceite. Hasta que él llegó, no había párroco, ni parroquia. Como no había iglesia, muchas parejas se juntaban sin papeles. Así que las bodas fueron una de sus principales ocupaciones. Fue una experiencia que culminó con la construcción de una iglesia. El propio obispo, don Tomás, ya muy mayor, se trasladó hasta San Pablo de Buceite para consagrarla e inaugurarla. En 2013, el Ayuntamiento de San Pablo de Buceite dedicó un homenaje a Hernández Guerrero, en recuerdo de su labor cuando era párroco. Se emocionó tanto que no pudo hablar.

Cuando ya estaba Antonio Añoveros como obispo de la diócesis, le nombró arcipreste de zona y párroco en Jimena. Ahí empezó el mutuo aprecio con Añoveros, cuya influencia marcó su vida. También ha mantenido muy buenas relaciones con los obispos Antonio Dorado y Antonio Ceballos.

La etapa de José Antonio Hernández como rector del Seminario de Cádiz comenzó en 1965. Una de sus primeras medidas fue polémica: quitó la obligación de que los seminaristas vistieran sotanas. Implantó los estudios de Bachillerato oficial. La teología se había enviado a Salamanca, donde fue rector Alfonso Castro.

Se había creado el Colegio Universitario de Cádiz. José Antonio empezó a estudiar en Filosofía y Letras. En la Universidad de Sevilla, de la que dependía, obtuvo su primera licenciatura: en Lenguas Modernas. Una actividad que simultaneaba con la dirección del Seminario. Después de 10 años de rector, se sentía tan cansado que pidió el relevo al entonces obispo, Antonio Dorado, que lo nombró delegado diocesano de Catequesis y Enseñanza. Eso le permitió dar clases como profesor de Lingüística y ser secretario de la Facultad de Filosofía y Letras.

En 1981 terminó su etapa como sacerdote. El Vaticano le concedió la secularización, después de un informe que envió al obispo, en el que explicaba su integración y dedicación a la vida universitaria, así como las dificultades para atender su ministerio sacerdotal.

Publicaba algunas obras. Con el tiempo, son 143 trabajos de investigación, 63 libros (entre ellos, tres de ficción), 24 aportaciones en congresos internacionales y más de 2.250 artículos de divulgación, además de colaborar en prensa (como en Diario de Cádiz) y tertulias de radio y televisión.

Tiene cuatro doctorados: en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, en Ciencias de la Información por la Complutense, en Lenguajes y Manifestaciones Artísticas por la Autónoma de Madrid y en Arte y Humanidades por Cádiz. Además, ejerció como catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Cádiz. Y fue vicerrector de Extensión Universitaria y Alumnos de la UCA, en tiempos del rector Mariano Peñalver, que fue otro de sus referentes.

José Antonio le dio un nuevo giro a su vida el 30 de julio de 1982, cuando se casó en la parroquia de San Servando y San Germán con María del Carmen García Tejera. La ceremonia fue oficiada por el padre Cecilio Herrera. José Antonio había conocido a María del Carmen en la facultad, cuando todavía era sacerdote. Después coincidieron cuando estudiaban en Sevilla y ella le prestaba apuntes. Mantuvieron una amistad, pero nunca fueron novios. Sin embargo, un día la llamó por teléfono y le preguntó si quería casarse con él. Ella le respondió que sí.

María del Carmen García Tejera es licenciada en Filología Moderna y doctora en Filología Española. Ha sido profesora titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Cádiz, hasta su reciente prejubilación, aunque sigue investigando. El matrimonio ha publicado seis libros conjuntos.Tienen dos hijos: María del Carmen (que trabaja en una empresa financiera en Madrid) y Pepe (que trabaja en Florencia, donde es guía oficial y profesor de la Escuela de Guías).

Hernández Guerrero es un experto en muchas materias, entre las que sobresale en cuatro: literatura gaditana, retórica andaluza, lenguajes artísticos y comunicación. Tras su jubilación, mantiene una actividad constante: es director del portal sobre Retórica y Poética de la Biblioteca Virtual Cervantes, director del Club de Letras de Cádiz, Algeciras y Jerez, director de la revista Specvlum y miembro de grupos de investigación científica en varias universidades, entre otras ocupaciones.

Asimismo es académico de Bellas Artes de Granada y de San Dionisio (Jerez de la Frontera). Aparte de todo eso, es un gran aficionado al Cádiz CF y al flamenco. Participó en la fundación de la Peña Enrique el Mellizo. Toca la guitarra en su casa. También es aficionado al Carnaval. En 1989 fue presidente del jurado del Falla.

Entre los mejores amigos de José Antonio Hernández Guerrero hay sacerdotes de varias generaciones, compañeros de enseñanza, periodistas y escritores. Sus fuentes de información siguen siendo los alumnos y los lectores. También le ayudan a aprender los enfermos y los ancianos. Por eso, visita semanalmente hospitales y residencias de la tercera edad.

Ha vivido con intensidad, se le nota que se educó en la cultura del esfuerzo. A veces, cuando los sabios están a nuestro lado, hay gente que los ignora. Este profesor todavía tiene mucho que enseñar.

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